Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

Depende de la mayoría cuerda que los extremistas fracasen, no sólo en Jerusalem


 

Algunos puntos de la capital de Israel, Jerusalem, son desde hace días escenarios de duras tensiones y choques violentos entre judíos y árabes, protagonizados por elementos extremistas de cada lado. Los sucesos del jueves por la noche culminaron con aproximadamente 50 heridos y detenidos de las dos partes.

Un conductor árabe de algo más de 40 años casi fue linchado y le prendieron fuego al auto, un jovencito judío y algunos compañeros fueron amenazados con navajas y golpeados con palos , además de apedreados, un Sheikh que estaba en camino a la mezquita de Al Aksa a las plegarias de este segundo viernes de Ramadán, con su esposa y su hija en el coche, fue atacado en un semáforo por vándalos judíos religiosos, judíos fueron agredidos en distintas partes de la Ciudad Vieja…y así sucesivamente.

No son ejemplos inventados, sino crónica policial.

Si bien no es la primera vez que Jerusalem “arde”, esta vuelta fue detonada al parecer con un video difundido en tic-toc por árabes que golpearon en la calle a un rabino jefe de una ieshivá, un instituto de estudios religiosos superiores, en Iafo-Tel Aviv.

El comienzo del mes sagrado musulmán del Ramadan, que para la mayoría de los musulmanes del mundo es un período en el que se debe incrementar la solidaridad con el prójimo, ayudar a los necesitados y apoyar a los más débiles, es también un momento en el que se exaceraban mensajes religiosos extremistas. Y siempre hay algún energúmeno que cree que sirve bien a Alá si se lanza sobre algún judío. Y cuando a ello se agrega la incitación peligrosa de la Autoridad Palestina y Hamas diciendo que “Al Aksa está en peligro”, el resultado puede ser letal.

Lamentablemente, energúmenos radicales hay también de nuestro lado. Y un ataque como el de Iafo, pedreas a policías en la puerta de Nablus en la Ciudad Vieja y tantos incidentes de ataques a judíos en la zona antigua de Jerusalem, son la ocasión para que elementos extremistas de organizaciones como “Lehava” o simplemente jóvenes enardecidos de ultraderecha salgan a gritar “muerte a los árabes” y a calentar los ánimos. Cuando este jueves se juntaron demasiados de ellos en el punto céntrico conocido como “Kikar Tzion” para partir en marcha a provocar en  la puerta de Nablus , considerado un símbolo de la zona oriental habitada por árabes, estaba claro que nada iba a terminar bien.

La Policía se hizo presente en grandes números y trató de frenar los choques, pero evidentemente no lo logró en forma absoluta.

Acá no se trata de buscar artificialmente un equilibrio. En la historia del conflicto árabe-israelí, es avasallante la mayoría de casos en los que árabes atacaron a judíos indefensos, tanto antes como después de la creación del Estado. No estamos hablando de combates, de enfrentamientos entre fuerzas armadas, sino de terrorismo y violencia pura.

Y un ejemplo de esos extremistas que lo quieren arruinar todo,se vio también este viernes en la mezquita de Al Aksa, cuando decenas de miles entraron a las plegarias del Ramadan. Entre la mayoría normal, había radicales que gritaban “Miles de mártires en camino a Jerusalem”. No, no es una cita de un poema. Es lo que vociferaba el terrorista Yasser Arafat cuando quería entusiasmar a las masas . Trágicamente, eso fue traducido en un sinfín de atentados terroristas en Jerusalem y otros lares en los que los suicidas volaron con explosivos en medio de la población civil.

Pero la verdad, a mí, como judía, eso no me consuela cuando veo extremistas en el seno de mi pueblo, que no quisiera ni tener de vecinos.

Es muy probable, sí, que a la mayoría de los jóvenes judíos que salen a gritar “Muerte a los árabes”-no a los terroristas, sino a los árabes como tales- se les prendió la chispa (en el mal sentido de la palabra) como respuesta al terrorismo del otro lado. Pero eso no me tranquiliza. No soluciona la situación.Yo no quiero que arruinen mi sociedad creyendo que tienen derecho a tomar la ley en sus manos.

Afortunadamente, frente a estos radicales que evidentemente abrazaron valores que no son propios de nuestro pueblo ni del judaísmo en general, están aquellos israelíes como los miembros de la organización “Tag Meir” cuyos activistas en Jerusalem salieron este jueves por la noche a los puntos de fricción para impedir ataques a transeúntes árabes.  A diferencia de lo que alegaron algunos extremistas que les respondían en las redes, no salieron “ a defender terroristas” sino a garantizar que no se ataque a nadie que no haya hecho nada malo. Quien comete un atentado, a la cárcel. Por mí, que no vea nunca más la luz del sol. Pero no se ataca a nadie por ser de tal o cual nacionalidad o religión.

Entre estos buenos israelíes, que estamos convencidos representan a la mayoría-aunque también en Israel existe el fenómeno del no involucramiento-hay laicos y religiosos, gente imbuída de valores que representa al verdadero judaísmo que creó a Israel.

De estos días de tensión y violencia en algunas partes de Jerusalem, yo prefiero quedarme con la otra parte de la realidad, que no sale en titulares pero es la mayoritaria.  Prefiero quedarme con el diálogo que presenté entre el joven israelí Guil y el musulmán Muhamad, cuando este último llegó este jueves al mediodía a la carnicería de los padres de Guil, Johny y Levana, a hacer una compra. “Es para el iftar de esta noche, viene toda mi familia”, dijo Muhamad en referencia a la cena que cada noche pone fin al día de ayuno que se observa durante el Ramadán. “Estoy un poco corto de dinero. ¿Te puedo pagar otro día?”, preguntó Muhamad. Con una palmada en la espalda, Guil le sonrió y le dijo que no  hay problema ninguno. Yo aporté con mis buenos deseos de Ramadan karim.

Eso también es Jerusalem.

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(23 de Abril de 2021)

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