Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

Una boda, una canción, una bocanada de aire fresco, aunque engañe


 

Sharif me alegró la semana. El joven cantante israelí, miembro de la minoría drusa, se hizo viral en las redes en los últimos días, tras publicar una pequeña parte de la filmación en la que se lo ve cantando en una enorme boda en la aldea palestina Yatta, aledaña a Hebron en Cisjordania, zona controlada por la Autoridad Palestina. Lo singular del hecho es que Sharif cantó en hebreo la canción “Láma lo” y su audiencia –enorme cantidad de palestinos- coreaba con entusiasmo el estribillo, también en hebreo,  bailando y disfrutando del ritmo realmente pegadizo.

Apretando el renglón de aquí abajo que está en letra más oscura, abrirás el video.

Aquí lo puedes ver.

 

 

 

No soy ingenua. El conflicto israelo-palestino no se resuelve porque unos palestinos canten en hebreo. Seguro no justamente la semana en la que Israel se ve obligado a lanzar un operativo anti terrorista cerca de Jenin y Jerusalem, para detener planes de atentados inminentes de parte de Hamas en la capital.

Aún así, las imágenes auténticas que salieron de esa boda en Yatta, tienen un gran valor. Muestran normalidad aún en medio del conflicto. Muestran a gente que puede hablar el idioma del otro aún desde su propia cultura.

Claro, era Sharif, druso, no Shlomo Artzi. Aún así, lo vi como una especie de mensaje de que las cosas pueden llegar a ser distintas.

Todos conocemos seguramente ese concepto de que si la paz dependiera de los pueblos y no de los gobernantes, sería fácilmente alcanzable. No sé si es para tanto, pero está claro que  desde “arriba” hay-y en realidad, no puede no haber-diversas consideraciones que junto a una mesa de negociaciones complican las cosas.

No sé cuántos de los palestinos que estaban en la boda en Yatta conocen personalmente a Israel. Estimo que la minoría, aunque quizás me equivoque. Pero seguro la mayoría conoce al menos a algún otro palestino que trabajó o trabaja en Israel o que recibió alguna vez tratamiento médico en un hospital israelí. Y no tengo duda que todos ellos, saben la verdad.

Quien trabajó o trabaja en Israel conocen al menos parte del país y su gente en su dimensión verdadera. No tienen sólo la imagen demoníaca que les pintan sus medios de comunicación y las redes sociales que difunden mentiras e inventos terribles sobre Israel.

Quienes trabajan en Israel saben que sus derechos laborales son respetados y que pueden apelar inclusive a la Histadrut, la Confederación General de Trabajadores en Israel cuando hay algún empleador que no los respeta o no cumple con lo debido. Quienes han estado en un hospital israelí saben que los tratan allí de igual a igual. Que sus vecinos israelíes son seres humanos con sus defectos y sus virtudes. No significa que todo les guste ni que todo sea perfecto. En ningún sitio lo es. Pero se trata de gente, de seres humanos como ellos que quieren vivir.

Por eso, aún en medio del conflicto que no termina, de las numerosas tensiones, de las noticias que también esta semana he leído sobre la demonización de los medios palestinos presentando de modo deformado y malicioso a Israel, escuchar al joven druso israelí Sharif cantando y ver a los palestinos acompañándolo repitiendo el estribillo en hebreo en medio de Cisjordania, me alegró.

¿Por qué? Por las mismas razones por las que Hamas desde Gaza acusó a la Autoridad Palestina-que gobierna Hebron- de “traicionar” a los palestinos al “normalizar” la situación con Israel. Claro que la AP no normaliza nada. Simplemente, una pareja al parecer pudiente invitó a Sharif a cantar en su boda. Y como lo hace tan bien, contagió a todos con su ritmo.

Sí, en hebreo.

A mí me pareció maravilloso.

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(27 de Septiembre de 2021)

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