Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

Una polémica primera vela de Janucá y el atrevimiento palestino


 

El domingo de esta semana, al comenzar Janucá, el Presidente de Israel Itzjak Herzog encendió la primera vela en la Tumba de los Patriarcas en Hebron.  

El significado del lugar en la historia y la tradición judías, es central. Escribe estas líneas una persona orgullosa de su condición judía y muy consciente de la historia de nuestro pueblo, aunque no observante en la vida diaria. No voy a rezar a la Cueva (esta es la traducción del hebreo de este lugar sagrado, Mearat Hamajpela), pero saber que según la tradición judía y según el Tanaj (la Biblia hebrea) allí están sepultados los Patriarcas, incluyendo el propio Abraham, nos parece un pilar de la Fe judía.

Aún así, podemos entender la polémica que estalló dentro de Israel a raíz de la decisión del Presidente Herzog de encender justamente allí la primera vela de Janucá. Se trata de un territorio en disputa, parte de lo que los judíos llamamos Judea y Samaria y los palestinos y el mundo en general llaman Cisjordania. Es una zona de constante conflicto, de profunda tensión, que a pesar del claro significado histórico que tiene para el pueblo judío, no es parte del consenso israelí.

Cabe recordar que cuando Biniamin Netanyahu formó en 1996 su primer gobierno, fue él quien implementó el acuerdo de Hebron que había negociado en gran medida su antecesor Shimon Peres . Retiró a Israel de las 4/5 partes de Hebron, que entregó a control de la Autoridad Palestina, y en los enclaves judíos del resto de la ciudad-uno de los cuales es el barrio Abraham Avinu contiguo a la Tumba de los Patriarcas- dejó presencia de las Fuerzas de Defensa de Israel, para garantizar la seguridad de la población judía local. Eso es por cierto constante motivo de roces y choques, con ambas partes culpándose mutuamente por ello.

También los musulmanes consideran que la Cueva en cuestión es sagrada, pero no reconocen que lo sea para los judíos-y la llaman Haram Ibrahimi, o sea el  Santuario de Abraham, al que ven también como su patriarca. Cada uno en sus horarios y en sus zonas, judíos y musulmanes rezan en el lugar. De fondo, siempre hay tensión. Hebron es un barril de pólvora en constante peligro de explosión.

Como decíamos, no nos parece una locura la polémica que surgió a raíz de la decisión del Presidente de encender allí la primera vela de Janucá.

Pero lo que sí nos parece una locura, o mejor dicho un enorme atrevimiento, es la reacción de los palestinos, que como siempre, se creen dueños de todos los derechos y de la historia, distorsionando la verdad y alegando que los judíos nada tienen que ver con el lugar.

Apenas se anunció la decisión de Herzog, la Cancillería de la Autoridad Palestina la condenó calificándola de “precedente peligroso destinado a intentar judaizar el lugar”. ¿Judaizar? A la Tumba de los Patriarcas no se la puede judaizar porque es judía hasta la médula. ¿No es suficiente acaso que allí estén las tumbas de Abraham, Itzjak y Yaakov, de Sara, Rivka y Lea, considerados los Patriarcas y Matriarcas del pueblo judío? Rajel, recordemos, está sepultada en la Tumba de Raquel en las inmediaciones de Belén.

La organización terrorista Jihad Islámica publicó un comunicado convocando a “todo el pueblo palestino a frustrar el evento por la fuerza”. “Responsabilizó” a Israel por “lo que suceda”. Recordemos que si estalla a violencia, es por la reacción violenta de los palestinos. Eso de “lo que suceda”, depende de ellos. Dado que en Hebron hay sendos conflictos internos entre los distintos clanes palestinos, el Jihad Islámico exhortó a todos “a dejar de lado las disputas internas y concentrarse en Israel, que aprovecha la situación para promover programas de judaización”.

Y Jamal Abu Aram, director del Waqf (el marco que controla los lugares sagrados del Islam) dijo que el Ministerio de cultos de la Autoridad Palestina condena la visita de Herzog, que se trata de un paso peligroso porque “la Tumba Ibrahimi es un lugar religioso musulmán, no se lo puede dividir en dos, y la visita del Presidente Herzog no cambiará la historia”.

Justamente, a la historia no se la puede cambiar por más que los palestinos se empecinen en hacerlo.

El problema central de fondo es que los radicales palestinos-que contrariamente a lo que algunos piensan, no están sólo en las filas de Hamas sino también de la propia Autoridad Palestina-nunca reconocen los derechos del pueblo judío y  su ligazón milenaria con la tierra de sus antepasados. Este vínculo data de mucho antes de que surja siquiera el Islam en el siglo VII y mucho antes por cierto de que haya árabes tanto en Hebron como en otras partes del país, llegados originalmente de la lejana Arabia hacia la tierra que históricamente era lo que le dio el nombre: la tierra de los judíos. Esa es Judea, ese era el nombre, muchos años antes que el imperio romano decida cambiarlo por Palestina, y no inspirado en los árabes palestinos, que no existían en aquel entonces.

La gran diferencia es que en el discurso oficial del lado israelí, judío, no se desvirtúa la visión de los musulmanes del lugar como sagrado. Se la respeta. El propio Presidente Herzog, cuando habló dentro de la Cueva de los Patriarcas, destacó por un lado que la ligazón histórica del pueblo de Israel con ese lugar es indiscutible. Y también agregó una aclaración.

“Cuando nos reunimos alrededor de la maravillosa luz de las velas de Januca, es importante (…) que recordemos que no somos los únicos cuyas raíces se originan en esta tumba. Hoy, especialmente hoy y aquí , en este lugar sagrado para todos los Hijos de Abraham, debemos continuar soñando con la paz entre todas las religiones y credos en esta tierra, denunciando toda forma de odio y violencia”.

Y agregó un ejemplo de la importancia de ello, citando a las propias fuentes judías: “La porción de la Tora Jaiei Sara es la que describe la cooperación entre Itzjak e Ishmael, cuando sepultaron aquí en la Cueva de los Patriarcas, juntos, a su padre-nuestro antepasado”.

 

El Presidente de Israel, cuya decisión comenzamos criticando en estas líneas, dio por otro lado un digno ejemplo de la base sobre la que se puede convivir . Por un lado, ser plenamente consciente de la base de nuestra propia identidad  y por otra  reconocer también las creencias del otro y ser consciente de sus sentimientos. Y lo destacó sabiendo que se estaba dirigiendo a un público generalmente crítico de las actitudes palestinas, con las que viven en constante tensión.

El problema es que se precisan dos para el tango, para el mutuo reconocimiento de fondo. Y acá, no siempre los hay.

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(1 de Diciembre de 2021)

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