Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

La muerte de una periodista palestina y la injusta acusación automática a Israel


En el momento de escribir estas líneas, no hay aún una prueba contundente que pueda confirmar categóricamente quién disparó la bala que mató este miércoles de mañana temprano a la periodista palestina Shirin Abu Aqla de la cadena televisiva Al Jazeera en la que trabajaba hace varias décadas.

Lo único contundente que hay es la acusación casi automática a Israel, para la que nadie pide pruebas , y el coro internacional que repite absolutamente todo lo que dicen los palestinos, como si fuera palabra sagrada. Esto, mientras Israel investiga concienzudamente y dice que lo que quiere es llegar a la verdad.  El jefe del ejército nombró de inmediato un alto oficial para que investigue el tema-que comenzó a trabajar sin demora- y el Ministro de Defensa recalcó que se hará todo lo necesario para saber la verdad y también se entregarán los resultados a la Autoridad Palestina. Claro que la AP no responde de la misma forma y no contesta a las exhortaciones de investigar juntos.

Fue muy interesante escuchar por la tarde al patólogo del instituto Forense de la universidad A-Najak en Nablus que realizó la autopsia, aclarando que aún no se puede determinar quién disparó. “La bala que la mató está en nuestro poder, está siendo estudiada en el laboratorio para hallar pruebas que puedan vincular a quien es responsable de la muerte”. A juzgar por sus declaraciones, parece que él está haciendo un trabajo profesional.

En principio, claro que existe la opción  que la bala haya sido israelí. Pero otra opción es que haya sido una bala palestina, ya que los soldados israelíes que entraron al campamento de refugiados Jenin a detener palestinos sospechosos de estar preparando atentados contra civiles israelíes, no estaban solos en la zona, sino enfrentándose a terroristas armados.

Lo interesante es que en general el Israel oficial no da ya por hecho que haya muerto de una bala disparada por palestinos sino que dice que el tema debe ser investigado con seriedad y que hay elementos en el terreno que parecen conducir a esa conclusión.

Uno de los videos  muestra a un palestino armado disparando sin mirar demasiado hacia un callejón. Lo publicó el portavoz  del ejército israelí en árabe. Cuando luego salió un investigador de la organización de derechos humanos Betzelem a afirmar que teniendo en cuenta dónde estaba la periodista de Al Jazeera, no puede haber muerto de ese disparo, el ejército aclaró que el video era para ilustrar la situación en la que abrían fuego de modo indiscriminado,no para alegar que ese disparo puntual la había matado.

Según Israel, uno de los elementos más relevantes de lo que sí ya se sabe desde el terreno, es el video en el que uno de los palestinos grita entusiasmado que le pegaron a un soldado y que está en el suelo. Pero la complicación para los palestinos es que no hay ningún soldado herido ni muerto y que la única que yacía en el suelo era la periodista Shirin Abu Aqla.

El problema es que inclusive si Israel logra dar pruebas fehacientes de que no fue una bala suya la que mató a la periodista, ello ya no cambiará demasiado la situación en el terreno. El otro lado ya acusó sin pruebas, ya demonizó, ya presentó a Israel como responsable, alegando que la mató “para callar la verdad sobre la situación palestina”. Esa es la narrativa que fijan en la mente de los palestinos , que puede ser combustible para nuevos atentados y para agitar la campaña contra Israel.

No sería la primera vez que se acusa injustamente a Israel de algo que nunca ocurrió. No sabemos por cierto qué pasó esta vez, pero sí que se está acusando a Israel antes de que haya prueba ninguna, como un resorte que salta automáticamente.

Es imposible olvidar la terrible difamación de Israel en abril del 2002 cuando el operativo anti terrorista “Muro de Defensa” llevado a cabo para desmantelar la infraestructura armada de los grupos extremistas palestinos. La batalla más dura fue en el campamento de refugiados Jenin, precisamente el lugar en el que murió este miércoles la periodista de Al Jazeera. Fue un combate cruento contra terroristas armados en el que murieron 23 soldados israelíes y algo más de 50 palestinos, la mayoría de ellos armados. Pero eso no le molestó al entonces ministro palestino Saeb Erekat para acusar públicamente a Israel de haber cometido una “masacre” con 500 muertos en Jenin. Hasta que Israel logró demostrar que eso era totalmente infundado, el daño del odio y el veneno ya estaba hecho.

Casi para terminar, comparto parte  un diálogo que tuve con un palestino por celular, alguien que participa en un grupo de información palestino en el que yo también recibo diariamente información-que en general, lamentablemente, es más desinformación y odio que otra cosa. Me volvió a convencer de que parten de la base que los periodistas abrazarán automáticamente lo que ellos digan. No siempre, sería injusto generalizar, pero demasiado a menudo.

Recibo  un mensaje en el que me dice –y estimo que mandó lo mismo a muchos más- “Da tu opinión. ¿Qué comentarías del asesinato de la periodista Shirin Abu Aqla de Al Jazeera?”. Le respondí: “Que no sabemos aún de quién era la bala que la mató y que acusar automáticamente a Israel no es un servicio a la verdad”. Estimamos que se sorprendió. Al rato me vuelve a escribir, mintiendo descaradamente: “Nadie tiene armas, más que Israel”. No me contuve: “¡Por favor! No soy estúpida. Conozco muy bien la situación. La he estado cubriendo durante más de 30 años”. Silencio.

Y volvamos al análisis de la tragedia de Shirin Abu Aqla, que realmente esperamos se confirme que no fue Israel quien la mató.

La periodista se hallaba en una zona de combate, peligrosa por cierto. Sus distintivos con chaleco que decía PRESS y casco protector, podían garantizar que no se le disparara a propósito, pero no que no le ocurriera nada cuando vuelan balas a su alrededor. Es más: estimamos que si fue realmente una bala palestina la que la mató, sería confirmación de negligencia, del fuego constante de parte de los terroristas, pero no producto de una intención explícita de matarla.

Y ni que hablar si fue una bala israelí.

Y no está de más recordar: las tropas israelíes entraron al campamento de refugiados Jenin para detener a terroristas en camino a atentados. No en medio de la nada ni para arruinar una paz pastoral que reina por estos lares, sino tras dos meses en los que diversos atentados terroristas cobraron en Israel la vida de 19 personas, la mayoría civiles, también algunos efectivos de seguridad, la mayoría judíos, y también un druso y un árabe cristiano, además de dos trabajadores ucranianos cristianos. Israel está combatiendo el terrorismo y no tiene más remedio que seguir haciéndolo. De lo contrario, ni habría entrado este miércoles al campamento de refugiados Jenin.

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(11 de Mayo de 2022)

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