Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

En las elecciones, Israel vota a favor o en contra de Netanyahu, pero también por dos encares distintos de país


Cuando este martes 1° de noviembre la ciudadanía israelí vaya a las urnas por quinta vez en algo más de 40 meses, no votará en forma directa por su próximo Primer Ministro sino por la composición del nuevo Parlamento (Kneset) , con sus 120 diputados. Pero de ese parlamento, de la cantidad de escaños que cada partido electo reciba, derivará el rostro de la próxima coalición y por ende, del próximo jefe de gobierno. En gran medida, el rostro y la esencia de Israel.

Y la gran pregunta es si quien reciba del presidente del Estado-según el sistema político israelí- el encargo de formar coalición,será el ex primer ministro y hoy jefe de la oposición Biniamin Netanyahu o el actual Primer Ministro Yair Lapid.

Según las últimas encuestas-y de hecho según todas las que hubo en los últimos tiempos- Netanyahu no consigue 61, la mitad más uno ineludible para la mayoría. Pero tampoco lo conseguirá su adversario. Si ello en efecto es lo que deriva de la votación, el actual gobierno puede seguir por largo tiempo como gobierno de transición…o se llama a nuevas elecciones, o sea vota por sexta vez en cuatro años.

Durante años las discusiones centrales giraron en torno a temas ideológicos de fondo como la forma en que mejor se puede solucionar el conflicto con los palestinos, hubo alguna elección en la que los temas socio económicos ocuparon un lugar de importancia, y ahora está claro que el punto central es “sí o no Netayahu”. En realidad, no comenzó ahora sino hace ya algunas elecciones, en gran medida por el juicio en el que se halla por sospecha de corrupción y la forma en que éste incidió sobre su modo de gobernar. Esto divide a Israel mucho más que la ideología, y despierta discusiones acaloradas en las que cada campo demoniza y quita legitimidad al otro.

Los  seguidores indiscutidos de Netanyahu lo consideran el mejor primer ministro para Israel, inclusive a pesar de que ya van varias elecciones que no logra formar gobierno porque su bloque no obtiene la mayoría necesaria.  Sus críticos se dividen entre quienes consideran que por estar en juicio por sospechas de corrupción, es indebido que se postule-aunque la ley no se lo prohibe a menos que sea declarado culpable- , quienes simplemente discrepan con sus posturas y quienes sostienen que en los últimos años ha optado por preferir sus intereses personales, por su juicio, por sobre los nacionales.

Pero en medio de esta discusión sobre “Bibi sí o no”, hay otra más profunda, que deriva por cierto de las alianzas que cada una de las partes puede hacer. Se trata , dicen algunos, sobre una discusión sobre el tipo de país que será Israel.

 El bloque Netanyahu será ultraconservador  y si forma gobierno, probablemente sería el más conservador en la historia de Israel, ya que no tendría socios en el centro o izquierda, a menos que haya alguna sorpresa política, algo nunca descartable en Israel. Quien se presenta ahora como su principal socio, el Sionismo Religioso, incluye figuras que plantean posturas homofóbicas  y posiciones muy complicadas –por decirlo delicadamente- respecto a cómo limitar al sistema judicial y a su deseo que Israel sea regido por la ley de la Torá.

El otro lado es percibido como un bloque más liberal, que incluye partidos de centro y de izquierda, aunque también ha hecho alianza con partidos de derecha en términos del conflicto con los palestinos, que aceptaron sumarse para garantizar que no haya gobierno de Netanyahu. Se presenta como el bloque de “esperanza de cambio”, mientras que la oposición lo presenta como una catástrofe para el país si continúa en el gobierno.

Mientras unos dicen que el lado derecho y conservador sería un gobierno oscuro, otros consideran que si una coalición de Lapid es posible sólo con los votos de un partido árabe (Hadash-Ta´al) , una de cuyas diputadas expresó días atrás apoyo a terroristas muertos en Nablus, a los que llamó “nuestros mártires”, no sería un gobierno legítimo.

Pero más allá de las mutuas acusaciones entre los dos grandes campos, entre el así llamado “bloque del cambio” que está hoy en el gobierno y el bloque pro Netanyahu hoy en la oposición, es indudable que se trata de dos encares totalmente distintos de la vida en Israel. No es un asunto de ángeles y demonios, pero de por medio hay diferencias, entre otros temas,  sobre el lugar de la religión en Israel, del Estado de Derecho, de la ciudadanía árabe, el alto porcentaje de criminalidad en su seno y cómo combatir el terrorismo.

“Es una opción entre el pasado y el futuro”, dice el Primer Ministro Yair Lapid. “Es una opción entre un Estado judío seguro y firme y un gobierno débil que no sabe trabajar”, dice Netanyahu.

El pueblo hablará el martes, en las urnas.

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(30 de Octubre de 2022)

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