Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

Pensé que Ben Gvir empezaba a entender la responsabilidad…ahora ya no estoy tan segura


 

 

Es de conocimiento público, todos lo saben: la figura que más simboliza la alarma que el resultado de las elecciones despertó dentro y fuera de Israel, es Itamar Ben Gvir, jefe del partido “Otzmá Iehudít”, que se presentó en las elecciones junto con el “Sionismo Religioso” de Betzalel Smotrich, en el segundo lugar de la lista compartida.

Sus antecedentes, su pasado como joven condenado repetidamente años atrás por alteración del orden y sus proclamas anti-árabes, así como su estilo provocador, le hicieron ganador de mala reputación. Seguro entre aquellos que no votaron por su lado en las elecciones, pero también, a decir verdad, seguramente entre gente de derecha e inclusive religiosa, que no concuerda con posturas extremistas.

El potencial explosivo desde un punto de vista político, en su postura favorable a cambiar el status quo en el Monte del Templo para autorizar a judíos a orar allí, encendió luz roja en muchos lados. No analizamos aquí si ese status quo es justo o no, ese  es otro tema, sino que nos limitamos a referirnos a la problemática regional que se puede desatar si se lo cambia.

La verdad, distingo entre las críticas del exterior y las de adentro. No quiero complicaciones diplomática innecesarias, productos de decisiones irresponsables en Israel, y al mismo tiempo, tomo con pinzas las críticas de afuera. Si las emiten quienes con el mismo fervor condenan el terrorismo contra Israel, bien. Si las dicen quienes no mueven un dedo para condenar cuando Israel es atacado, no tienen valor ninguno.

Pero aún con todo ese potencial problemático de fondo, sin olvidar ni por un momento que Ben Gvir era uno de los fieles seguidores del rabino Meir Kahana, proscripto por ley en Israel por su plataforma racista anti árabe,  en los últimos días sentí que quizás había razones para ver con algo de esperanza la nueva etapa. Es que Ben Gvir, días atrás, publicó en el periódico Israel Hayom una carta dirigida a “la izquierda”, cuyo mensaje central era “somos todos hermanos”. Aclaraba que sus posturas no son contra los árabes como tales sino contra quienes atacan a Israel y su gente, y trataba, en un tono muy conciliador y positivo, de calmar los ánimos y explicar su visión. No negaba su pasado pero aseguraba “maduré, cambié”.

Empezamos a creer que quizás sea cierto, que la responsabilidad de sentir sobre los hombros el peso de la acción de gobierno que podría estar comenzando muy pronto, lo empezaba a moderar. Que le había hecho entender que tiene que cambiar de rumbo.

Y este jueves se me vino el alma al piso, tras ese atisbo de pequeña esperanza, al leer que Ben Gvir estaba participando en la ceremonia recordatoria del ya mencionado Meir Kahana. Aclaró que había una relación personal, que desde los 16 años iba a esos actos y no podía dejar de hacerlo ahora 30 años después…y arruinó mi esperanza en pocos minutos.

¿Es imposible cambiar?

Sigo confiando en que la responsabilidad de gobierno tenga una influencia directa en su accionar y el de los demás aliados del ex y próximo Primer Ministro Biniamin Netanyahu, que formarán coalición. El tiempo dirá.

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(10 de Noviembre de 2022)

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