Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

La bandera de Israel, al frente de la manifestación de protesta en Tel Aviv


Miles de personas llegaron ya horas antes del comienzo formal de la anunciada manifestación a la plaza Habima de Tel Aviv, prontas para lo que se estima será la mayor protesta hasta el momento contra el gobierno del Primer Ministro Biniamin Netanyahu. El elemento más notorio, en medio de los carteles, los paraguas y lo multicolor del evento, son las banderas. Las banderas de Israel.

Es que contrariamente a lo que afirman algunos elementos extremistas, los patriotas no están sólo de un lado del mapa político israelí. Están en ambos. Entre los que concuerdan con el actual gobierno y entre quienes se le oponen. Nos atrevemos a afirmar, que en ambos lados están convencidos que su línea apunta al fortalecimiento de Israel. La pregunta es qué valores acompañan a unos y a otros, cuáles son los errores que cada uno comete. Y nos contamos entre quienes consideran que tomar medidas que debiliten al sistema judicial de Israel, por más que sean presentados como reformas necesarias-y claro que hay reformas que hacer- no jugará en favor del Estado y el pueblo.

Lo sabía el propio Netanyahu quien años atrás, antes del juicio en su contra, hablaba totalmente distinto de  lo que habla hoy. Era el defensor principal de un sistema judicial fuerte y firme, de una Suprema Corte absolutamente independiente, que no pueda nunca estar a merced de decisiones políticas. Defendía con fervor que eso se respete siempre, aclarando que en absolutamente ningún país no democrático hay jueces fuertes y un sistema judicial sólido.

Tenía toda la razón. Y claro que tampoco entonces era parte de “la izquierda”, término que ponemos entre comillas porque es usado en los últimos años para hacer referencia a todo el que critica a Netanyahu, aunque son muchos los matices de los incluidos en ese campo.

Años después de la férrea defensa que hacía del sistema judicial y la necesidad de tener jueces fuertes e independientes, fue llevado a juicio por sospecha de corrupción. Tenía y tiene todo el derecho del mundo a decir una y otra vez que es inocente  y a luchar para demostrarlo. No es culpable a menos que se demuestre lo contrario. La tragedia es que ello le hizo cambiar de rumbo, tratando de convencer a todos que el sistema judicial es corrupto, que en Israel se inventan acusaciones y se abren a sabiendas expedientes falsos, que en ello intervienen la Fiscalía, la Policía, todos los involucrados en su propia investigación.

Hace muchos años que se sabe que el sistema judicial requiere reformas. Cuando días atrás la Presidenta de la Suprema Corte de Justicia pronunció un durísimo discurso sin precedentes contra el plan gubernamental de “reforma”-que aseguró es un plan para “hacer trizas” el sistema judicial- cometió a nuestro criterio el error de no detenerse en su visión de las cosas que deben ser corregidas.  Las hay. Pero tomar medidas como las anunciadas, con las que se politizaría el nombramiento de los jueces y se les quitaría herramientas claves hoy para combatir decisiones arbitrarias del poder, es otra cosa.

Por eso hay miles de banderas de Israel en la plaza este sábado de noche en Tel Aviv. Las enarbolan israelíes preocupados que aman a su país.

Claro que como ha sucedido en otras ocasiones, hay también carteles a nuestro criterio equivocados y algunos hasta inaceptables y nocivos. Y se oyen cánticos que nadie debería entonar.

Israel bajo Netanyahu no es ni el Irán de los Ayatollas ni Afganistan de los Talibanes. Y esto no está por convertirse en una dictadura.

Pero se están cometiendo errores que pueden costarle caro al país.

Hay que detenerse a pensar y  frenar lo que puede terminar mal.

No es tarde.

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(14 de Enero de 2023)

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