Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

Una buena señal en medio de la preocupación


Cuando de preocupación se trata en cuanto a la situación actual de Israel, es difícil resumir la lista.

El problema no es solamente el plan de reforma judicial, sino el hecho que cada vez es más claro que el peligro del mismo es que daría al gobierno un poder exagerado con el que promover agendas divisivas y sumamente problemáticas. Los riesgos están en los acuerdos de coalición y en las declaraciones de algunos ministros y está claro que el Primer Ministro Netanyahu firmó esos acuerdos para lograr formar un gobierno encabezado por él. Si no aceptaba las exigencias de sus socios de coalición, no tenía gobierno.

Así que aceptó prometer a los partidos ultraortodoxos anclar en una ley básica que estudiar la Torá los exime formal y explícitamente del servicio militar obligatorio, a pesar de lo que ello significa en términos de desigualdad de obligaciones con el resto de la población. Y mucho más.

La Kneset promulgó esta semana una ley que permite volver a los asentamientos evacuados al norte de Samaria en el 2005, junto con la retirada de Gush Katif en Gaza. En la práctica, la intención es permitir que los estudiantes religiosos en la yeshivá, instituto de estudios rabínicos, que funciona sin autorización en uno de esos sitios, el ex asentamiento de Jomesh, puedan hacerlo legalmente. Pero dos miembros  del partido “El Sionismo Religioso”-la diputada Son Har Melej y la ministra Orit Struck- dijeron que la ambición es volver a Gush Katif, o sea a Gaza.

Y me pregunto retóricamente: ¿Eso sería preservar los intereses nacionales de Israel? Nadie discute que la salida de Gaza en el 2005 demostró que los palestinos no tenían interés en iniciar una nueva etapa de paz, ya que intensificaron sus ataques con cohetes contra Israel, en lugar de ponerles fin. ¿Acaso eso significa, sin embargo, que volver allí es la solución? ¿Para qué? Nos parece ceguera absoluta.

Claro que no es un plan del gobierno, para nada. Eso debe estar claro.

Pero una coalición con un partido cuya línea es precisamente esa, es, por decirlo delicadamente, un problema.

El Ministro de Finanzas Betzalel Smotrich , jefe del partido “El Sionismo Religioso”, habló días atrás en una ceremonia en París, cuando en el podio había un mapa de “Eretz Israel Hashlemá”-la “gran tierra de Israel”- con un rifle. Evidentemente, ese mapa –que nunca fue el mapa oficial de Israel sino la representación de una ambición e ideal del sector más de derecha en la lucha por la independencia- incluye lo que es hoy Jordania. O sea, el segundo país árabe  que suscribió la paz con Israel.  El Parlamento jordano ya exigió expulsar al Embajador de Israel en Ammán.

Mi problema no es lo que digan políticos extremistas en el parlamento jordano,  donde son numerosos los elementos anti israelies que nunca aceptaron la paz con Israel. Y cuando de mapas se trata, recordemos que el de la Autoridad Palestina nunca incluyó a Israel. Pero el tema no es lo que hacen los otros sino lo que hacemos nosotros. ¿Enloquecieron? ¿No hay ninguna conciencia acerca de cómo hay que actuar?

Pero junto a estos motivos de preocupació, afortunadamente, hay también motivos de esperanza.

Ante todo, la reacción democrática del pueblo de Israel.

Los centenares de miles que salen a la calle y son cada vez más.

El ver a mayores, a jóvenes y también a gente de avanzada edad manifestando por la democracia con la bandera de Israel en alto.

El ver los círculos de diálogo que se instalan en distintas partes para que personas de distintas posturas debatan, discrepen con altura y lleguen siempre a la conclusión que lo que une al pueblo es mayor que lo que lo separa.

Y muy especialmente, inspira orgullo ver que la impresionante y masiva reacción de los máximos jefes de seguridad-no quienes están hoy en los puestos formales, que por supuesto no pueden participar públicamente en la discusión- en defensa de la democracia. Figuras que dedicaron décadas a la seguridad de Israel, que adoptaban líneas duras para salvar vidas y combatir el terrorismo,  salen a comprometerse públicamente con una postura terminante: no a una legislación que socave la democracia.  

Lo han hecho los ex jefes del Shin Bet, el Servicio General de Seguridad, Nadav Argaman, Yoram Cohen , Ami Ayalon, Yuval Diskin y Carmi Gilon, los ex jefes del Mossad Tamir Pardo y Efraim Halevy, todos los ex jefes de la Fuerza Aérea aún con vida-10 en total-, ex Comandantes en Jefe de Tzahal Ehud Barak, Dan Halutz, Beni Gantz, Gadi Aizenkot, Moshe Yaalon- algunos de los cuales también fueron Ministros de Defensa y Barak hasta Primer Ministro - y seguramente se nos están escapando nombres.

La posición de todos ellos destaca un aspecto muy especial de los servicios de seguridad de Israel, que no buscan poder absoluto sino que son conscientes de que su existencia está destinada a proteger al país y su pueblo, no a los gobiernos bajo los que sirven.

La crisis actual, por lo tanto, no echa por la borda todo lo logrado por el pueblo de Israel. Es una amenaza con la que hay que lidiar, pero la respuesta no puede ser la desesperación. Al contrario, la esperanza .

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(22 de Marzo de 2023)

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