Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

Hacer ley por mano propia no es una respuesta sionista


 

 

Es indudable que el anuncio del Primer Ministro de Israel Biniamin Netanyahu que como respuesta al atentado terrorista en el asentamiento Eli serán construidas allí mil nuevas unidades de vivienda, es aplaudido por unos y criticado por otros . No sólo palestinos. También dentro de Israel hay, como es sabido, polémicas acerca del tema asentamientos.

No es éste el tema de este análisis pero nos limitaremos a dos comentarios al respecto. En primer término, los asentamientos no son la razón del conflicto con los palestinos sino una consecuencia de las guerras árabes contra Israel. Cuando Israel fue atacado al nacer por 5 ejércitos árabes, cuando fue víctima de innumerables atentados , cuando fue atacado nuevamente en 1956 y 1967, no había ni un asentamiento en los territorios hoy en disputa. Es que la “disputa” era sobre la existencia misma de Israel, no sobre Cisjordania (Judea y Samaria), que estaban en manos árabes y nadie hablaba de construir allí un Estado palestino.

Segundo punto. Por más críticas que haya en la comunidad internacional a la existencia misma de los asentamientos, por más declaraciones que formulen los palestinos y hasta la ONU sobre los asentamientos como obstáculo a la paz, nada da legitimidad al asesinato de civiles que viven en esas localidades. Es una violación del Derecho Internacional.

Pero esto fue sólo un prólogo.

¿A qué íbamos? A que la decisión de responder al atentado ordenando la construcción de nuevas casas, por más polémica política que haya sobre los asentamientos en sí, apunta a enviar un mensaje positivo: los terroristas matan, nosotros construimos. Además, es una forma de transmitirles que nada ganarán matando, más que el asesinato en sí, que para ellos es un logro.

Pero hay otras respuestas que nada tienen de positivo, que no transmiten nada bueno sino que son absolutamente condenables e inaceptables.

Nos referimos a todos los actos de violencia y vandalismo protagonizados por cientos de jóvenes israelíes residentes en asentamientos aledaños a la zona del atentado, especialmente en la aldea palestina Turmus Aya,  que prendieron fuego a campos, a una estación de nafta, a vehículos y casas palestinas, y lanzaron inclusive una botella incendiaria hacia un coche en marcha. Evidentemente, no atacaron a terroristas en camino a atentados sino a civiles no involucrados.

Eso no tiene excusa.

El legítimo dolor y la más comprensible furia por el nuevo atentado de este martes, no es justificación. Y evidentemente, no estamos minimizando la condena al atentado, sino recalcando que el único que debe responder es el Estado a través de las Fuerzas de Defensa de Israel.

Dicho sea de paso, mientras escribimos estas líneas nos llega un comunicado oficial de las Fuerzas de Defensa de Israel informando que las fuerzas de seguridad entraron a la aldea para apagar los incendios, impedir nuevos choques y recabar evidencias de lo ocurrido. Los vándalos se fueron del lugar y la Policía inició ciertas investigaciones. “Las Fuerzas de Defensa de Israel condenan estos serios incidentes de violencia y destrucción de propiedad”, dice el comunicado oficial del ejército. Y además, agrega un punto más que relevante, señalando que al tener que ocuparse de estos eventos, las fuerzas de seguridad no pueden enfocarse en su misión central: preservar la seguridad y frustrar atentados terroristas.

Israel hace un esfuerzo enorme por separar a los terroristas de la población civil en cuyo seno viven y operan, aunque tiene claro que no todos son civiles inocentes. Pero que civiles enardecidos salgan a atacar a palestinos no involucrados, que prendan fuego a campos y propiedades, y lancen botellas incendiarias a coches de gente inocente, es inaceptable. Aunque no muera nadie. ¿Y si sí muere? Eso no es una reacción judía sino un crimen.

He leído un comentario en las redes de alguien que se refería al ataque a un coche civil palestinos, diciendo “que entiendan lo que nos hacen todos los días a nosotros”. Es cierto, absolutamente todos los días hay atentados contra vehículos israelíes, a menudo con familias enteras, con niños, que salen a los medios sólo cuando hay víctimas mortales o varios heridos. Pero son un fenómeno constante. Terrorismo puro. ¿Y acaso nosotros tenemos que responder igual? En absoluto.

Esos violentos son una minoría, no tenemos duda. No representan al Estado de Israel. Pero sí lo manchan.

Y ni que hablar que obligan al ejército a dedicarles tiempo, mientras deben abocarse a combatir el terrorismo.

Esos vándalos son una vergüenza y nada aportan a la seguridad de Israel.

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(21 de Junio de 2023)

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