Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

Entre las discrepancias y el enorme respeto a los familiares de los secuestrados


Mientras escribimos estas líneas, siendo sábado de noche en Israel, tienen lugar en distintos puntos de Tel Aviv y otras partes del país manifestaciones de familiares de secuestrados que desde el 7 de octubre están en manos de Hamas en Gaza, con bloqueo de carreteras y algún cruce central, y hasta una fogata encendida como señal de protesta frente a la Kiriá, la sede del Ministerio de Defensa y del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel . Los manifestantes exhortan a todo el pueblo a salir a las calles. Exigen “que todos vuelvan a casa ya”, acusan al gobierno por el hecho que aún no se ha logrado un acuerdo con Hamas para recuperar a sus seres queridos y sostienen que el Primer Ministro Netanyahu es el responsable directo de ello, alegando que él bloquea un entendimiento.

 

Discrepamos con la línea y con el mensaje, y consideramos que esto da fuerza a Hamas, que disfruta no sólo de la división interna en Israel sino también de poder decir al mundo : “no hay acuerdo por culpa de Israel”. Creemos que es un craso error. Pero es imposibe osar siquiera juzgar a estos israelíes, que viven un infierno en la Tierra desde hace ya casi seis meses.

 

En primer término, consideramos que indudablemente,el culpable del hecho que no hay acuerdo, es Hamas, que ha rechazado hasta ahora todas las propuestas de Israel. Además, exige retirada total de Israel de Gaza, que el alto el fuego no sea temporario sino permanente, o sea que Israel se comprometa a terminar la guerra en curso, y que toda la población palestina evacuada de la zona norte de Gaza al sur pueda volver.

Es muy difícil que Israel pueda aceptar esas condiciones. Equivalen prácticamente a dar visto bueno a que Hamas quede en el poder…y con ello, se estaría creando una situación en la que podríamos decir que el sacrificio de todos los caídos en la guerra contra Hamas, murieron en vano. Cabe recordar que desde el 7 de octubre, han caído ya 600 soldados y oficiales, además de los civiles asesinados en la masacre misma. Fueron a arriesgar sus vidas para desmoronar a Hamas y recuperar a los secuestrados.

Por otra parte, el precepto de liberar prisioneros, es sagrado. Más de un rabino se ha manifestado sobre el tema diciendo que es el más importante de todos. En gran medida, dejar a los secuestrados en Gaza equivale prácticamente a perder la guerra desde un punto de vista moral.

 

Claro que también es legítimo pensar si acaso está bien liberar a numerosos asesinos presos en Israel sabiendo que la mayoría volverá al terrorismo y matará a más israelíes en el futuro. O sea, se paga un precio para recuperar a los que están cautivos en Gaza y con ello se crean las condiciones para los nuevos atentados. Pero aún en medio de este terrible dilema, destaquemos que Israel ha flexibilizado considerablemente sus posturas en este punto, para recuperar a los secuestrados. Ese no es el obstáculo central.

Paralelamente a nuestras sendas críticas a la forma en que el Primer Ministro Netayahu ha estado manejando la situación desde el 7 de octubre – ante todo por no haber declarado ni una vez que reconoce su responsabilidad por el horror y por no haber entendido que hay que adelantar las elecciones – debo decir que no hay nada que envidiarle respecto a los dilemas con los que debe lidiar hoy.

En estas líneas, queremos plantear la ambivalencia de la situación, o mejor dicho las consideraciones encontradas. Por un lado, está el nuevo tono de la protesta de hoy,  que se excedió de la ceremonia en la”Plaza de los Secuestrados” en Tel Aviv, que como siempre, estaba autorizada por la Policía y se convirtió en una marcha con los bloqueos mencionados. Pero por otra parte, y es lo central, hay que recordar qué motiva a esta gente.

Lo que los familiares de los secuestrados viven desde el 7 de octubre, es indescriptible. De hecho, ninguno de ellos pueden tener certeza que sus seres queridos aún estén con vida. Inclusive quienes recibieron en algún momento, hace meses, señales de vida, mensajes a través  de los que fueron liberados en noviembre, alguna foto o video que Hamas hizo circular, no pueden tener ninguna seguridad que desde entonces, tantos días después, esa sea aún la situación. Recordemos que de los 134 aún en Gaza, ya se sabe que 36 están muertos. ¿Serán realmente “sólo” 36?

Especialmente estremecedor es imaginar las pesadillas en la que viven los padres de las mujeres jóvenes aún en manos de los terroristas, habiendo escuchado lo que contaron algunas de las secuestradas liberadas. Aviva Segal, que volvió en noviembre y tiene aún a su esposo Keith en Gaza , contó horrores que presenció y que las más jovencitas le contaron.

 Aviva en el acto central en la Plaza de los Secuestrados

 

Amit Soussana reveló días atrás al The New York Times los crímenes sexuales de los que fue víctima, siendo la primera secuestrada que da testimonio público al respecto. Pero nadie tiene dudas que como ella, muchas otras habrán sufrido lo mismo, o estarán sufriendo también ahora. Hasta el informe de la ONU al respecto dijo que todo indica que también en cautiverio continúan las violaciones.

Y la mamá de Ilana Levy, esa jovencita hermosa de amplia sonrisa, cuya imagen con el pantalón ensangrentado atrás y las manos atadas a la espalda, sacada de un coche por el cabello e introducida por la fuerza en otro. ¿Cómo puede una madre vivir?

Y tantos, tantos más…

No existe el grito que pueda expresar lo que viven las familias de los secuestrados. No existe la palabra que puede describir el horror. Podemos discrepar con algunos aspectos de la protesta, pero nunca juzgarlos.

Que vuelvan todos a casa. Ya.

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(30 de Marzo de 2024)

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