Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

Un Pesaj duro, diferente de los demás


El pueblo judío ha lidiado a lo largo de su historia con innumerables desafíos y ha seguido adelante en medio de seria adversidad. Pero sin olvidar ni por un momento los horrores de la Shoá en la que la tercera parte del pueblo judío fue exterminado por los nazis, es ineludible pensar ¿y este año cómo hacemos? ¿Cómo podemos sentarnos el lunes por la noche a la mesa familiar en Pesaj y celebrar esta fecha tan central del calendario judío, la fiesta de la libertad, sabiendo que 133 secuestrados hace casi 200 días están aún en manos de los terroristas en la Franja de Gaza?

Cada uno hallará la forma de maniobrar entre la felicidad de juntarse en familia, de preservar la tradición milenaria del pueblo judío junto a las generaciones más jóvenes, de transmitir el mensaje a hijos y nietos, sin olvidar a quienes no pueden estar con nosotros. Podemos dejar una silla vacía por ellos. Podemos sumarlos- como hacemos en casa desde hace meses- a la oración . En el “kidush” de los viernes, agregamos una plegaria por la salud y el bienestar de los soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel y las fuerzas de seguridad todas, y su regreso sanos y salvos, y otra por el regreso de todos los prisioneros y desaparecidos. Y en Pesaj, aunque se alargue la de por sí nada corta lectura de la Hagadá, también lo haremos.

Si no fuera porque en nuestra mesa estarán nuestros nietos, diríamos explícitamente muchas cosas que en su presencia sentimos que pueden ser nocivas. No quiero que Avishai, el mayor, de 5 años, con su cabecita de oro que tanto entiende, pregunte qué quiere decir “jatufím”, secuestrados. No quiero que pregunte quién secuestró y dónde, porque no es normal que a esa edad sepa que miles de “vecinos” que vivían cerca entraron armados a casas de gente como todos, y les quitaron todo…su libertad, su familia, su vida.

Pero si pudiera, nombraría junto a la mesa a todos los 133 privados de su libertad. A todos los que en el Pesaj pasado celebraban como todos nosotros junto a sus seres queridos, esperando seguramente felices la llegada de hijos y nietos para colmar la mesa de canciones y dinámica familiar.

¿Y cómo hacen ahora sus hijos, cónyuges, nietos, para reunirse en Pesaj?

De los nietos, algo sabemos. Participamos este miércoles en un zoom organizado por Media Central y el Foro de Familiares de Secuestrados y Desaparecidos, con tres de los nietos de tres de los secuestrados mayores, Haim Peri, Alex Dancyger y Shlomo Mansur. Y quisiera detenerme en este último, de 86 años, el mayor de todos los que se espera que estén vivos-porque el mayor de los secuestrados era Zalmanovich del kibutz Nir Oz, que murió hace meses en cautiverio- y compartir algo de su increíble historia.

Vivió las tan contradictorias facetas de la historia judía.

Shlomo tenía 3 años cuando en su casa en Bagdad extremistas musulmanes atacaron el barrio judío en el nefastamente conocido “Farhud”, el gran pogrom contra los judíos de Irak en el que  muchos fueron asesinados, mujeres violadas y casas destruidas y saqueadas. Se escondió llorando en la azotea y logró salvarse. Muy poco después de la fundación de Israel, llegó a la Tierra Prometida, aún niño, y construyó su vida en el kibutz Kisufim,donde es conocido como el carpintero siempre sonriente. Fue reconocido como sobreviviente del Holocausto por lo vivido en Irak.

Y apostó por la vida, hasta que terroristas irrumpieron a su casa y se lo llevaron por la fuerza. Desde el 7 de octubre, no se supo nada de él. Recientemente cumplió 86 años en cautiverio…eso es al menos lo que espera su familia.

Y cuando vuelvan- nos cuesta decir “si vuelven”- ¿cómo podrán seguir adelante?  ¿Hay límite para la entereza de espíritu? Si se sobrevivió a Auschwitz, cabe suponer que no lo hay.

Este Pesaj será sin duda distinto de todos. Tenemos que recordar la libertad recuperada antiguamente, antesala de la formación del pueblo en nación, pero no podemos olvidar el golpe que esta recibió el 7 de octubre.

Habría que juntarlo con Iom Kipur, para que todos los responsables dejen en claro que entienden su responsabilidad, sus errores, las serias fallas que hicieron posible el horror. Y  no, no todos dan señales de entenderlo…y siguen adelante como si nada. Y el pueblo de Israel merece otra cosa.

En este Pesaj en que a Ofri Bibas, la hermana de Yarden , cuñada de Shiri y tía de Kfir y Ariel, le falta poco para dar a luz, cuesta imaginar cómo vive la familia el espanto. Kfir es demasiado pequeño, pero Ariel, con sus 4 añitos, tendría que hacer las preguntas, como corresponde siempre al menor de la famiia, a menos que tenga primitos que saben hablar y son menores que él. ¿Por qué es diferente esta noche de todas las demás noches?, pregunta la Hagadá a través del menor de la familia en cada hogar judío. Es diferente porque no estás Ariel. Ni tampoco Kfir, tu hermanito menor. Porque no están ustedes, ni vuestros padres, ni más de una decena de secuestrados de más de 70 y 80 años. Ni 15 mujeres jóvenes que con todos los abusos y violaciones que sufrieron, si aún están vivas, quizás preferirían estar muertas.Ni tantos, tantos más.

¿Por qué es diferente esta noche de las demás noches?, preguntaría el pequeño Ariel. Y en muchas casas, en el sur y otras partes de Israel , podrán responder “porque falta papá” o “porque mamá no ha vuelto”, o “porque hoy somos menos que antes del 7 de octubre”…y hay casas en las que el silencio será total, absoluto, porque no quedó nadie.

Pero el pueblo de Israel debe seguir adelante. El enemigo debe ser derrotado y por sobre eso, nosotros no podemos claudicar. Por eso en el kibutz Beeri se ha vuelto a plantar el trigo y miles de voluntarios llenan los campos de muchos otros para dejar en claro que Israel no se detiene.

Por eso familiares de asesinados y de soldados caídos en combate,junto al dolor y la furia, piden también que se conozca lo que fueron en vida, para que sus acciones sirvan de ejemplo y luz en el camino. Y los habitantes de las ciudades salen con banderas a dar el último adiós a los que mueren en batalla,para agradecer que hayan luchado por ellos. Y por todo esto, Mía Schem, una de las secuestradas en el festival Nova, que fue liberada en noviembre, se tatuó “we will dance again”, volveremos a bailar.

Y  sí, no hay duda. No se olvidará. Pero se volverá a bailar, a celebrar, a crear.Como siempre ha hecho Israel. Como hicieron Adi y Valery Aronov , del kibutz Najal Oz, que el 7 de octubre oían desde el refugio en el que estaban encerrados, a los terroristas. Junto a sus hijos de 8 y 5 años, no sabían qué podría pasar.Ni cómo lograrían sobrevivir para garantizar que el tercer hijo, que crecía en el vientre de su madre, pueda nacer en paz. “Crecerá bien, consciente de su identidad, en la que el 7 de octubre ineludiblemente estará presente”, dijeron  días atrás en el hospital Rambam de Haifa al dar ella a luz. En ese momento, aún no revelaban el nombre, reservado para el momento del brit milá , la circuncisión. “Pero su nombre fue fijado allí, en el refugio en Najal Oz, el 7 de octubre”.

Si fuera mujer y hablara español, le llamaríamos Esperanza. Y lo principal, desearle que crezca en paz, con salud…en libertad.

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(20 de Abril de 2024)

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