Por más banderas amarillas de Hezbolá que libaneses chiitas enarbolen en Beirut y el sur del país, tocando bocina alegremente en señal de celebración, por más proclamaciones que hagan sobre su “victoria” y sobre la “resistencia ante el enemigo”, la organización terrorista pro iraní no ganó la guerra.
Lo más notorio es que tras un año de proclamar insistentemente su otrora jefe, hoy desaparecido, Hassan Nasrallah, que no dejará de atacar a Israel en tanto continúe la guerra en Gaza, finalmente Hezbolá aceptó un alto el fuego sin que Israel haya cesado sus ataques a Hamas.
Hezbolá perdió un altísimo porcentaje de su arsenal y de sus infraestructuras y aunque está claro que no le queda poco, su poderío militar es incomparablemente menor al que tenía hace algo más de un año e inclusive hace dos meses. Perdió a todo su liderazgo hasta la tercera línea de comandancia. Y aunque siga siendo la fuerza más poderosa de Líbano, ha suscitado un creciente criticismo dentro del país por la catástrofe que ha impuesto a Líbano al lanzarse el 8 de octubre del año pasado a una guerra contra Israel “en solidaridad con Gaza”.
Aunque Israel procuró atacar solamente blancos terroristas de la infraestructura armada de Hezbolá y sus jefes, el hecho que los terroristas se emplazaron siempre en medio de la población civil a la que alegaban falsamente pretendían defender, determinó que también población civil pagó un alto precio. No en víctimas mortales ya que Israel procuró avisar a la gente antes de avisar, que desaloje tal o cual edificio ubicado sobre o en medio de un blanco de Hezbolá. Pero más de un millón y cuarto de personas se convirtieron en desplazados a raíz de la guerra y la destrucción que ven-o verán- al volver, es cuantiosa. Por ende, son cada vez más las voces de periodistas y distintas figuras públicas, además por supuesto de políticos cristianos, que critican a Hezbolá por la guerra y por haber decidido con Irán usar nuevamente el territorio libanés para atacar a Israel, sabiendo que eso traería consecuencias.
Aseguramos al comienzo de estas líneas, que Hezbolá no ganó la guerra. Al mismo tiempo, somos cautelosos en decir que la ganó Israel. El único prácticamente que habla en esos términos es el Primer Ministro Netanyahu, prometiendo “victoria total”, un término que el israelí promedio, inclusive el más patriota y dispuesto a combatir, ya no puede ni escuchar, siendo consciente del duro precio que se paga en la guerra y del hecho que hay aún 101 secuestrados en Gaza.
Somos cautelosos en no decir que Israel ganó, por el simple hecho que hay aún desafíos con los que lidiar y porque no es que hizo desaparecer a Hezbolá de la faz de la tierra. Y además, porque sería prematuro proclamar ahora que ha terminado la guerra en el norte.
Pero esto nada quita a todo lo que logró. Hezbolá lo sabe, por más proclamaciones que haga en otro tono.
Nada mejor que un resumen concreto.
1) Israel eliminó la capacidad que Hezbolá había desarrollado junto a la frontera israelí, de irrumpir con 15.000 hombres a la Galilea, conquistarla y realizar una matanza que habría hecho empalidecer al 7 de octubre del año pasado en el sur, también en términos de secuestros. Israel destruyó prácticamente todo lo que instalado allí por Hezbolá, en las aldeas chiitas convertidas en bases militares.
2) Israel estima que destruyó la enorme mayoría de las decenas de miles de cohetes de medio alcance que tenia Hezbolá. Aunque está claro que no se eliminó todo-y la prueba está en que también el último día de operativos israelíes fueron halladas armas y cohetes en una aldea- hay convicción en Israel que el grueso del arsenal fue neutralizado y que Hezbolá ha perdido un bien estratégico.
3) Además, Israel estima que consiguió eliminar la mayor parte de los cerca de 20.000 misiles de largo alcance que tenía Hezbolá escondidos la mayoría mucho más allá del sur libanés, lejos de la frontera con Israel. Pero también allí llegó Israel.
4) Y todo ésto determine que el principal socio y proxy de Irán en la zona, concebido por los Ayatollas como brazo ejecutor para defenderlo , ha quedado seriamente debilitado y por ende mucho menos capaz de reaccionar si Israel tiene que atacar territorio iraní.
A decir verdad, cuando mirábamos este miércoles los numerosos videos provenientes de Líbano con los chiitas festejando con banderas de Hezbolá y civiles filmándose con tanques israelíes de fondo, con expresiones de burla como si fueran ellos los vencedores, más que rabia sentí lástima. Pensé qué patéticos…en muchos casos, lo perdieron todo, al volver verán que no tienen una casa en la que vivir, porque la organización a la que apoyaban y apoyan, la usó como base terrorista .Terroristas que sirven a una agenda foránea usaron el territorio del país en el que estos libaneses festejaban, donde antes vivían tranquilamente sabiendo que desde sus casas las fuerzas Radwan pensaban irrumpir a la Galilea a conquistarla, y ellos ahora festejan.
Qué mentalidad retorcida.
Qué valores incomprensibles.
Qué actitud miserable ante la vida.
Con esa diferencia, aunque no lo proclame, aunque sufra y pague altos precios, Israel siempre ganará.
Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(27 de Noviembre de 2024)
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