Cabe esperar que todo lo que se está publicando sobre las intenciones de Netanyahu respecto al Estado de Derecho, sean puras mentiras.
Si no, estamos en problemas.
Espero tener que comerme el sombrero. Espero estar absolutamente equivocada en mi apreciación. Pero algo huele muy mal en la dinámica política dirigida a la formación del nuevo gobierno de Biniamin Netanyahu. Es que según diferentes elementos que se han filtrado a la prensa de las conversaciones entre representantes del Likud y de los partidos socios en la coalición saliente, que desean sumarse también a la nueva, estos contactos incluyen dos elementos que de aprobarse, serían perjudiciales para el gobierno de Derecho.
Uno sería la promulgación de una ley que permita garantizar la inmunidad del Primer Ministro de modo que no pueda ir a juicio y otro, la limitación también por ley, del poder de la Suprema Corte de Justicia, de modo que no pueda cancelar ninguna ley aprobada por el Parlamento (Kneset).O, mejor dicho, que la Kneset pueda cancelar cualquier decisión de los jueces Supremos.
Sobre el primero aclaremos que inmunidad para que pueda haber gobernabilidad y para que sus opositores no puedan a diestra y siniestra inventar cargos en su contra, sería lógico. Pero cuando el Fiscal del Estado considera que hay razones para llevarlo a juicio, y el sistema parlamentario israelí no limita la cantidad de períodos que puede postularse y seguir gobernando, los controles y frenos son de gran importancia.
Y sobre el segundo punto, han sido varios los juristas que criticaron la creciente alteración que se ha dado en los últimos ya más de 20 años en el equilibrio entre el Poder Legislativo y el Poder Judicial. Señalaron que por la “revolución constitucional” lanzada en la segunda mitad de los años 90 por el entonces Presidente de la Suprema Corte de Justicia Aharon Barak, con mucha facilidad se comenzó a apelar ante los Jueces Supremos contra leyes promulgadas por la Kneset. A juzgar por lo que señalan varios expertos-a los que nos remitimos, sin ser nosotros mismos juristas ni especialistas en la materia- hay lo que corregir al respecto. Pero entre eso y legislar una ley que socave el poder de la Suprema Corte de modo que con una mayoría común de la mitad más uno se pueda cancelar cualquiera de sus resoluciones, hay una gran distancia.
Antes de seguir, otra aclaración: por ahora hay temores, informaciones, no decisiones ni nada concreto. Ya ha ocurrido en el pasado que propuestas de diferentes diputados pretendieron limitar el poder de los jueces, y el propio Netayahu las frenó. La diferencia es que en el interín se anunció que él mismo podría ir a juicio y está claro que quiere evitarlo a toda costa.
De fondo está la decisión del Fiscal del Estado Avihai Mandelblit de inculpar al Primer Ministro por sospechas de soborno, fraude y abuso de confianza, previa audiencia especial en la que sus abogados pueden plantear todo lo que consideren relevante y clave para que se tome la decisión definitiva al respecto.
Recordemos que a pedido del propio Netanyahu, el Fiscal Mandelblit-nombrado años atrás por el propio Primer Ministro- aceptó entregar a sus abogados todo el material de las pruebas, inmediatamente después de las elecciones. El pueblo fue a las urnas el 9 de abril. El 10 de abril estaba todo el material esperando ser recogido por los tres abogados de Netanyahu. Pues ya pasó más de un mes y los abogados aún no se dignaron a reunirse con el material, alegando que no han logrado pactar con Netanyahu cuál será su pago, un tema que hasta ridículo suena mencionarlo, ya que evidentemente no tiene por qué interesar a la ciudadanía israelí.
Los tres abogados ya han pedido una prórroga en la fecha pactada para la audiencia especial con Mandelblit, alegando que no les da tiempo para estudiar concienzudamente todo el material. Pero siguen sin recogerlo. Y esta semana, en lo que pareció una verdadera burla pública, cuando el Fiscal Mandelblit mandó con mensajero especial todas las cajas de material a la oficina del abogado Navot Tel-Tsur, para que él o su secretaria las reciban, rehusaron aceptarlas, alegando luego que el abogado no estaba en su oficina, en una versión desmentida por Mandelblit.
Si no se tratara de los abogados del Primer Ministro, el jueguito haría reir.
Pero acá no es para reír, sino para llorar.
Cabe recordar que cuando el asesor legal del gobierno Avihai Mandelblit, que tiene autoridad para actuar como Fiscal del Estado, anunció que decidió imputar a Netanyahu previa audiencia especial, el Primer Ministro reaccionó asegurando que en la audiencia todo va a “desmoronarse como un castillo de naipes”, reiterando su conocida frase “no va a haber nada, porque no hay nada”. O sea, la lógica indica que debería estar ansioso para llevar a cabo la audiencia y mostrar su inocencia. Dicho sea de paso, quisiéramos por cierto que en efecto Netanyahu sea hallado inocente y limpio de todas las sospechas en su contra.
Pero los trucos de sus abogados -y cabe suponer que no por ocurrencia propia- parecen evidentemente destinados a perder tiempo de cara a la audiencia, o mejor dicho, desde su punto de vista, a ganar tiempo. ¿Qué tiene que ver eso con los contactos para armar coalición? Que según evaluaciones que han publicado diversos juristas-además por cierto de políticos de oposición-, como el Profesor Mordejai Kremnitzer del Instituto Israelí de Democracia, la intención es tratar de anclar en los acuerdos de coalición acuerdos sobre determinada legislación que salve a Netanyahu. Y los abogados siguen sin recoger el material, cabe suponer, para dar tiempo a que se llegue a un acuerdo de coalición. Todo, estimamos, por orden de Netanyahu.
Tal como escribimos más arriba, por ahora nada se ha concretado. Hay advertencias, informaciones filtradas a la prensa, y hasta un fortísimo discurso del jefe de oposición Beni Gantz del partido “Kajol Lavan”-su primer discurso en la Kneset, este lunes- aclarando que “vamos a defender a la democracia y el gobierno de Derecho en la calle, en las plazas, donde sea necesario”.
Espero de todo corazón que tanto yo como Gantz, tengamos que comernos el sombrero. Lo contrario, sería un desastre para Israel.
Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(13 de Mayo de 2019)
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