Aumenta significativamente la presión internacional sobre Israel para que ponga fin a la guerra en Gaza. Israel rechaza las presiones, critica por doquier a quienes le presionan, pero no dice con suficiente claridad qué es lo que realmente puede terminar la guerra: que Hamas libere a todos los secuestrados que tienen su poder y deponga las armas.
O sea, lo ha exigido, claro, en más de una oportunidad, pero debería ser muy categórico al plantear la ecuación: si las exigencias son sólo a Israel, que no fue quien empezó la guerra, lo que se logra es justamente lo que quiere Hamas, pero si las presiones son sobre Hamas, se le puede acorralar de otra forma. Y al momento que libere a los secuestrados y entregue las armas, cesa el fuego.
El mundo debe tener claro que eso es lo que más ayudaría a los palestinos. Hamas ha sido duramente golpeado, pero si mantiene en sus manos las armas que le quedan, tiene la base para recuperar fuerzas, algo que Israel no quiere, pero que tampoco a los palestinos les haría bien.
Es indudable que con la ampliación del operativo militar en Gaza, Israel continúa debilitando a Hamas, pero debe plantearse si acaso esta es la forma más efectiva para derrotarle. Lo más productivo sería que Israel logre revertir la ofensiva diplomática internacional en su contra y que a través de iniciativas categóricas de cara a un acuerdo y al fin de la guerra, pueda hacer que el mundo exija a Hamas el fin de la guerra. Prometiendo cada vez más presión militar, no llegará a nada.
En hebreo hay una expresión que dice “mejor ser inteligente que tener razón”. No tiene por qué haber contradicción entre ambas cosas. Israel tiene razón en cuanto a por qué lanzó la guerra. Pero no está siendo inteligente en la forma de manejar la situación actual.
La realidad es que Israel lanzó la guerra como respuesta a la masacre del 7 de octubre y los anuncios de Hamas que habrá muchos ataques como ese.
La realidad es que todos los civiles muertos en esta guerra-y no hay ninguna razón para que creamos los números de Hamas- no son producto de un deseo israelí de matarlos sino un resultado trágico de los combates a pesar de los esfuerzos de Israel por reducir el mínimo el riesgo a los no involucrados.
La realidad es que Israel advierte en general antes de atacar. Que traslada a los civiles a zonas humanitarias para alejarlos de las áreas de combate. Que trata de advertir repetidamente. Le sería más fácil militarmente no hacerlo, pero lo hace igual. El que de todos modos haya muertos no involucrados, no le aporta nada, en ningún sentido, y no responde en absoluto a su voluntad.
Y la realidad es que todos los que se concentran en condenar a Israel por estas muertes, fortalecen a Hamas, que usa a su pueblo. Que la gente de bien lamente las muertes de civiles, es más que comprensible. Pero que ponga constantemente a Israel en el banquillo de los acusados, que no condene ante todo a Hamas por lo que hizo, y que no le exija liberar a los secuestrados que tiene en su poder y deponer las armas para que termine la guerra, es ponerse del lado del mal. Hamas empezó la guerra. Hamas la debe terminar.
Pero Israel debe saber manejarlo mejor.
Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(25 de Mayo de 2025)
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