En el momento de escribir estas líneas aún no está claro a qué conducirá el ultimátum de los partidos ultraortodoxos (haredim) al Primer Ministro Biniamin Netanyahu en relación a la legislación sobre su reclutamiento a las Fuerzas de Defensa de Israel, aunque en realidad la mayor parte de la población ve las iniciativas del gobierno como intento de regularizar formalmente y perpetuar lo contrario, la exención. Pero vayamos por partes, explicando los diferentes elementos de este complejo mosaico.
Comenzamos por lo inmediato, la crisis política y luego, pasaremos al tema de fondo.
1) Los partidos haredíes que son parte de la coalición de gobierno, presionan desde hace tiempo a Netanyahu afirmando que él les prometió durante la campaña electoral que promulgaría una ley que confirmara la exención de los jóvenes ultraortodoxos del servicio militar obligatorio , y que hasta ahora no lo ha cumplido.
2) La guerra y más que nada las presiones del jefe de la comisión de Seguridad de la Kneset, Parlamento, Yuli Edelstein (del propio partido Likud de gobierno) , opuesto a la ley tal cual había sido propuesta y convencido de que debe haber sanciones duras para quien no se enliste, no hicieron posible hasta ahora la legislación que Netanyahu quería. En cierta medida, también la presión pública categóricamente opuesta a la ley, que colocó a varios diputados del Likud en una situación muy incómoda. Pues ahora los partidos ultraortodoxos, siguiendo las indicaciones de sus rabinos que son de hecho quienes les indican cómo votar, dijeron “no va más”.
3) Estos partidos ya habían anunciado que si es necesario votarán a favor de disolver la Kneset e ir a elecciones, lo cual preocupa a otros miembros de la coalición, tanto el propio Likud como el partido Sionismo Religioso de Betzalel Smotrich. En parte, porque sostiene que es irresponsable ir a elecciones en medio de la guerra, y además, cabe suponer que porque todas las encuestas le vaticinan que no saldrá electo.
4) Los partidos de oposición ya anunciaron que este miércoles colocan en el orden del día una propuesta de ley para disolución de la Kneset. Esta puede demorarse porque el Likud se lanzó a presentar muchos proyectos de ley con el objetivo de prolongar la agenda.
5) Un elemento muy importante es que el partido ultraortodoxo SHAS que estaba decidido a actuar igual que los demás haredíes, trata ahora de buscar alguna fórmula que postergue toda esta situación. No ha dicho aún la última palabra. Para disolver el Parlamento, en el que la coalición tiene 68 de los 120 diputados, se necesita que todos los partidos haredíes voten a favor. Si SHAS da marcha atrás, ello no se concreta.
6) Si se aprueba en la primera votación la disolución de la Kneset, eso es sólo el comienzo. Se necesitarían otras tres votaciones, como en leyes regulares, para que quede confirmada. Y en ese caso, si en efecto se disuelve la Kneset, en el plazo de cinco meses como máximo, hay que ir a elecciones. O sea, si eso se vota en junio, a más tardar en noviembre hay que ir a las urnas.
Pasemos ahora al trasfondo, un tema clave en la sociedad israelí: la polémica sobre el reclutamiento de los ultraortodoxos.
1) Por ley, los jóvenes que cumplen 18 años tienen la obligación de hacer servicio militar obligatorio. Si bien es creciente el fenómeno de jóvenes que con distintas excusas lo esquivan, el problema especial con el sector haredi es que están exentos en bloque.
2) El problema no comenzó con el gobierno actual. En los primeros años del Estado, David Ben Gurion aceptó la exhortación de grandes rabinos a eximir del servicio militar a una pequeña cantidad de jóvenes estudiantes destacados en el estudio de la Torá, para que puedan abocarse a ello. Pocos años antes había sido la Shoá, en la que los nazis destruyeron el mundo de las yeshivot, los institutos superiores de estudios rabínicos, al asesinar la tercera parte de la judeidad europea. Ben Gurion lo aceptó y determinó que 400 estudiantes de yeshivá recibirían “ptor”, exención del servicio militar.
3) Pero a partir de la segunda mitad de los años 70 , desde la asunción de Menajem Begin como Primer Ministro, los límites se perdieron y la exenció pasó a ser al por mayor. En parte, porque quería coalición con los partidos haredíes que supieron presionar al respecto. Y en parte, por dar gran importancia a estudio de la Torá. Pero Begin no previo la dimensión que cobraría el tema.
4) Durante décadas, en todos los gobiernos desde entonces-no sólo del Likud sino también del laborismo- con solo presentarse ante la oficina de reclutamiento y decir que se dedica al estudio de la Torá, los jóvenes haredim quedaban exentos, inclusive si no era cierto que estaban en una yeshiva.
5) Hace ya varios años que no están en vigencia los tiempos dados por la Suprema Corte de Justicia para hallar soluciones al tema del reclutamiento, que siempre despertó serias discrepancias ya que la situación reinante no respeta el principio de igualdad ante la ley. El problema a ojos de la enorme mayoría de la población, también de un alto porcentaje de los religiosos no ultraortodoxos, es que lo que siempre fue una discusión sobre valores, sobre igualdad en la repartición de la carga ante la ley, se convirtió a raíz de la cruenta guerra desatada por la masacre del 7 de octubre del 2023, que ha cobrado la vida de más de 860 soldados , en una necesidad nacional.
6) El cambio entre los ultraortodoxos ha comenzado ya tiempo atrás en el seno de la población, de modo muy gradual, pero entre los rabinos que indican a los partidos cómo votar, es prácticamente nulo. Y en esas comunidades, hay una seria dificultad para actuar contrariamente a esas indicaciones, aunque sean nocivas para la población. Hay soldados del sector haredi, pero los números son muy pequeños.Y lejos están de los aproximadamente 70 mil que por edad podrían estar ahora entrando al servicio militar.
7) El problema, que no es nuevo, antagoniza a la población y desata muy serias críticas a los haredim. Las escenas protagonizadas por sus sectores más extremistas, de hombres chocando con la policía y gritando “preferimos morir y no reclutarnos”, son muy problemáticas, por decirlo delicadamente.
A modo de conclusión
El tema del no reclutamiento en masa debe ser resuelto. Por lo que significa en términos de la vida en sociedad en un país con tantos desafíos como Israel, y por las necesidades actuales.
La disolución de la Kneset lo postergaría, no lo resolvería ahora. Y si se forma eventualmente otro gobierno distinto, nada está garantizado, pero es más probable.
De todos modos, lo claro es que para sanar a la sociedad israelí es imperioso que el sector haredí comprenda que algo tiene que cambiar. No es cierto que se les quiere imponer ni dejar la religión ni dejar el estudio de la Torá. Pero no viven en un mundo aparte y es clave que comprendan el desafío.
Quienes realmente están convencidos de que estudiando la Torá salvan a Israel, que es parte del argumento oficial, deben hallar la forma de hacerlo sin dejar de participar en el esfuerzo nacional por defender al país.
El Comandante en Jefe de las Fuerzas de Defensa de Israel Teniente General Eyal Zamir declaró justamente este miércoles que es necesario tener un amplio margen de seguridad porque el país lo necesita.
Son muchos los rabinos ortodoxos, aunque no del sector haredí, que critican lo que ha estado ocurriendo hasta ahora.
Estudiar la Torá es sin duda un punto clave para la vida judía. Combinarla con la defensa de Israel, la tierra y el pueblo, es un verdadero privilegio. Además, Israel lo necesita.
Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(11 de Junio de 2025)
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