Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

La Kneset no se dispersa pero el problema que más divide a la sociedad israelí no se resuelve


 

A último momento, como es propio de dramas políticos, la coalición de gobierno en Israel logró una postergación de la explosión con los partidos ultraortodoxos en relación al servicio militar obligatorio y la moción de dispersión del Parlamento (Kneset) presentada por la oposición no prosperó. Al haber sido rechazada en la votación, no puede volver a ser presentada durante medio año, lo cual permite un respiro en ese frente al Primer Ministro Biniamin Netanyahu.

Eso le resolvió a él un problema pero no al país.

Y es grave, porque la oposición de los rabinos que determinan la votación de los partidos del sector haredí al reclutamiento de los jóvenes ultraortodoxos, es hoy en día el tema que más divide a la sociedad israelí. Siempre fue un problema. Hoy es una catástrofe.

Recordemos de qué se trata.

Por ley, los jóvenes que cumplen 18 años tienen la obligación de hacer servicio militar obligatorio. Si bien es creciente el fenómeno de jóvenes (seculares) que con distintas excusas lo esquivan, el problema especial con el sector haredi es que están exentos en bloque. 

El problema no comenzó con el gobierno actual. En los primeros años del Estado, David Ben Gurion aceptó la exhortación de grandes rabinos a eximir del servicio militar a una pequeña cantidad de jóvenes estudiantes destacados en el estudio de la Torá, para que puedan abocarse a ello. Pocos años antes había sido la Shoá, en la que los nazis destruyeron el mundo de las yeshivot, los institutos superiores de estudios rabínicos, al asesinar la tercera parte de la judeidad europea. Ben Gurion aceptó el planteamiento de los rabinos y determinó que 400 estudiantes de yeshivá recibirían “ptor”, exención del servicio militar.

Pero a partir de la segunda mitad de los años 70 , desde la asunción de Menajem Begin como Primer Ministro, los límites se perdieron y la exención pasó a ser al por mayor. En parte, porque quería coalición con los partidos haredíes  que supieron presionar al respecto. Y en parte, por dar gran importancia al estudio de la Torá. Pero Begin no captó quizás en aquel momento la dimensión que cobraría el tema.

Durante décadas, en todos los gobiernos desde entonces-no sólo del Likud sino también del laborismo- con solo presentarse ante la oficina de reclutamiento y decir que se dedica al estudio de la Torá, los jóvenes haredim quedaban exentos, inclusive si no era cierto que estaban en una yeshiva.

Pero hace ya unos años que no están en vigencia los tiempos dados por la Suprema Corte de Justicia para hallar soluciones al tema del reclutamiento, que siempre despertó serias discrepancias ya que la situación reinante no respeta el principio de igualdad ante la ley. El problema a ojos de la enorme mayoría de la población, también de un alto porcentaje de los religiosos no ultraortodoxos, es que lo que siempre fue una discusión sobre valores, sobre igualdad en la repartición de la carga ante la ley, se convirtió a raíz de la cruenta guerra desatada por la masacre del 7 de octubre del 2023, que ha cobrado la vida de más de 860 soldados, en una necesidad nacional. El peso del servicio en la reserva es enorme. Hay soldados que ya han hecho más de 300 días de “miluim” y si hubiera más gente con la que compartir la responsabilidad, se podría maniobrar de otra forma.

El cambio entre los ultraortodoxos ha comenzado ya tiempo atrás en el seno de la población, de modo muy gradual, pero entre los rabinos que indican a los partidos cómo votar, es prácticamente nulo. Y en esas comunidades, hay una seria dificultad para actuar contrariamente a esas indicaciones, aunque sean nocivas para la población. Hay soldados del sector haredi, pero los números son muy pequeños. Y lejos están de los aproximadamente 70 mil que por edad podrían estar ahora entrando al servicio militar.

El problema, que no es nuevo, antagoniza a la población y desata muy serias críticas a los haredim. Las escenas protagonizadas por sus sectores más extremistas, de hombres chocando con la policía y gritando “preferimos morir y no reclutarnos”, son muy problemáticas, por decirlo delicadamente. Numerosos rabinos ortodoxo no haredím han dicho inclusive que rehusar enrolarse es violar preceptos de la Torá.

 

El tema del no reclutamiento en masa debe ser resuelto. Por lo que significa en términos de la vida en sociedad en un país con tantos desafíos como Israel, y por las necesidades actuales. 

Netanyahu tiene respiro por medio año, pero con ello no soluciona nada a nivel nacional sino sólo de su coalición.

De todos modos, lo claro es que para sanar a la sociedad israelí es imperioso que el sector haredí comprenda que algo tiene que cambiar. No es cierto que se les quiere imponer ni dejar la religión ni dejar el estudio de la Torá. Pero no viven en un mundo aparte y es clave que comprendan el desafío.

Quienes realmente están convencidos de que estudiando la Torá salvan a Israel, que es parte del argumento oficial, deben hallar la forma de hacerlo sin dejar de participar en el esfuerzo nacional por defender al país.

El Comandante en Jefe de las Fuerzas de Defensa de Israel Teniente General Eyal Zamir declaró justamente este miércoles que es necesario tener un amplio margen de seguridad porque el país lo necesita.

Estudiar la Torá es sin duda un punto clave para la vida judía. Combinarla con la defensa de Israel, la tierra y el pueblo, es un verdadero privilegio. Además, Israel lo necesita.

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(11 de Junio de 2025)

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