La congelación del acuerdo de cooperación entre Uruguay y la Universidad Hebrea de Jerusalem a través de la Oficina de Innovación de Uruguay, es una victoria del extremismo. Por más que se aclare una y otra vez que es sólo congelamiento y no cancelación, por más que el Presidente de la República aclare que el acuerdo es bueno y que espera que se calmen las aguas y se lo pueda retomar, agregando que el problema es que ahora “no es buen momento”, el significado de todo esto es nefasto para Uruguay.
Pero no sólo por las oportunidades que se pierden en términos de innovación tecnológica que aportaría al país, sino por lo que significa que finalmente el Presidente Yamandú Orsi, que realmente trató durante meses de actuar con moderación y de frenar las presiones de los más radicales, haya sucumbido ante ellas. Es que es parte del ambiente general. Y eso es lo nefasto para el país.
Es lamentable-no sólo para Israel y quienes lo defienden sino también para la sociedad uruguaya- que se abra camino el discurso extremista que se presenta de hecho como políticamente correcto y amante de la paz pero en realidad es lo contrario. Es un discurso que logra embaucar con este invento de la bandera palestina como señal de libertad , mientras difunde mentiras. Es que hay mucha gente que no es extremista en su andar por la vida, pero que cae ante esta propaganda palestina llena de distorsiones y se suma convencida de que está defendiendo el bien. Sobre hambruna cuyas “pruebas” son fotos de niños enfermos presentados falsamente como víctimas de inanición. Sobre “periodistas” abnegados a su profesión que en realidad eran terroristas y por eso murieron. Y muchos ejemplos más.
Los que mandan a muchachos con un discurso a defender “la causa” de Gaza en los ómnibus de la capital-donde por suerte salta cada tanto algún joven que conoce las cosas, les retruca y descoloca- y los que tratan de llenar las calles de la ciudad de pintadas de horror contra Israel, pretenden que la sociedad uruguaya no sepa la verdad. Que no recuerde que el 7 de octubre, una horda de miles de salvajes armados hasta los dientes, irrumpió desde la Franja de Gaza hacia el territorio soberano de su vecino Israel, sin provocación ninguna, asesinó, violó y secuestró.
Quieren convencer a los uruguayos de que Israel es un monstruo. Y los organizadores de todo esto, que además-evidentemente- tienen muchísimo dinero, no tienen límites para esparcir sus mentiras por doquier. Ponen lemas revolucionarios e inventos de genocidios inexistentes en manos de músicos y artistas uruguayos reclutados para la causa. Es problemático si se prestan a sabiendas a una mentira porque son antisemitas, o por ignorancia, o inclusive si es porque los convencen de que el discurso pro palestino es el correcto. Que gente de cierto nivel cultural siga repitiendo la demonización de genocidio cuando en realidad la proporción entre civiles y combatientes muertos en esta guerra es mucho menor que en otras de las últimas décadas, inspira vergüenza ajena, no sólo furia. El problema es que haya "caído" ante la propaganda mentirosa también gente respetada en el ámbito de la cultura uruguaya que ahora aparece públicamente diciendo lo peor de Israel , sin entender que eso significa hoy en día defender a Hamas.
Quiero pensar que estas voces siguen siendo minoría en la sociedad uruguaya. No estoy segura. Pero los extremistas no se detienen, siguen esforzándose por envenenarlo todo. La sociedad civil uruguaya tiene que hacerles frente. No por Israel ni los judíos, sino por sí misma. Es que miramos las escenas de Europa y se congela la sangre. Y eso no puede llegar a pasar en Uruguay. En Uruguay debe entenderse con claridad, que demonizar a Israel y manifestar hoy con la bandera palestina y consignas sobre “genocidio” y “Free Palestine”, tiene un solo significado: ponerse del lado del terrorismo, del lado equivocado de la historia. Y eso nunca ayudará a los palestinos, que deben vivir libres de Hamas.
Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(19 de Agosto de 2025)
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