Ojalá la protesta del Embajador israelí en Panamá cambie la situación
El Dr. Reda Mansur (54) historiador, poeta y actual Embajador de Israel en Panamá, es uno de los varios israelíes miembros de la comunidad drusa que se desempeñan en el servicio exterior del Estado. Es un diplomático de carrera, sumamente apreciado a todo nivel, que ha dejado una excelente impresión en todos sus destinos anteriores y es muy reconocido dentro de la cancillería israelí.
El problema es que días atrás, cuando estaba por ingresar a la terminal 3 del aeropuerto internacional Ben Gurion con su esposa y sus dos hijas-para regresar a Panamá tras unas vacaciones de visita a la familia en Israel- se topó con una joven encargada de seguridad que además de maleducada, es una ignorante. Aclaramos que nos basamos, evidentemente, en el testimonio publicado por el Embajador, airado, en su página de Facebook, del que no tenemos motivos para dudar, aunque no hayamos presenciado el incidente.
El Embajador Mansur escribió una muy dura crítica a la forma en que la joven en cuestión se comportó, el tono que usó, el estilo y forma de hablar, que pueden ser más humillantes que un golpe.
Cuando preguntó de dónde vienen y el conductor dijo “Osafía”, ella de inmediato ordenó que el coche vaya a un costado, subió-todo según el relato del Embajador-con una postura tipo comandante de entrenamiento básico en el ejército hablando a jóvenes reclutas a los que tiene que enseñar disciplina-, exigió que saquen los pasaportes, hizo varias preguntas con tono desagradable y lanzó miradas tales a toda la familia, incluyendo a la hija chica del Embajador (que ya había dicho por cierto que estaba volando a Panamá, donde trabaja en la Embajada de Israel, demasiado modesto por cierto), que después la niña le preguntó a su padre por qué ella le había hablado tan feo si él contestaba todo el tiempo calmo y sonriente.
Cabe suponer que esta mujer no tenía ni idea de qué es Osafía. Simplemente le sonó a aldea árabe y pensó que tiene que suponer que puede haber allí una amenaza de seguridad. Podría conocer el nombre de una de las principales aldeas drusas de Israel , aún si no sabe lo que contó el Embajador: que Osafía es el lugar en el que se halla el mayor cementerio militar de la comunidad drusa, en el que están sepultados drusos caídos en la defensa del Estado de Israel, el suyo propio. Entre ellos, el abuelo de su esposa, que murió defendiendo a la comunidad judía, ya en 1938.
El Embajador Mansur, comprensiblemente molesto, enojado y airado por lo sucedido, criticó directamente al sistema de seguridad en el aeropuerto Ben Gurion, afirmando que los drusos son humillados desde hace años en revisaciones de seguridad. Y resumió: “Me dan ganas de vomitar”.
Su post en Facebook desató una impresionante tormenta en la que la única reacción reprobable fue la del portavoz de la Dirección de Aeropuertos que saltó como un resorte a defender a su funcionaria, sin averiguar nada con nadie, otra muestra de falta de seriedad. Pero salvo él, parece que el país entero se puso de pie para expresar solidaridad con el Embajador y condenar lo sucedido, también las propias autoridades del aeropuerto Ben Gurion.
“Siento que las autoridades de seguridad del aeropuerto quieren corregir la cosas”, contó el Embajador. “Las máximas autoridades del Estado y los encargados de la seguridad en Ben Gurion, comprenden que hay que revisar este tema y hacer todo para cambiarlo”.
Mansur contó que recibió numerosos comentarios y reacciones positivas. “Esto terminó siendo una ola impresionante que me ha abrazado. Recibir, en una hora, un llamado del Presidente del Estado, el Primer Ministro y el Canciller, no es algo que ocurre todos los días”, contó. “Me llama a apoyarme gente desde la frontera con Gaza hasta Kiriat Shmona, gente que estudió conmigo o hizo conmigo el servicio militar. Es impresionante y emocionante”.
El Presidente Rivlin recalcó que lo que hay con la comunidad drusa israelí es una “alianza de vida”, que no se manifiesta solamente en guerra. Netanyahu dijo que la comunidad drusa es “muy querida y cercana a nuestros corazones y seguiremos haciendo todo lo necesario para fortalecer el vínculo de hermandad entre nosotros”.
La esperanza del Embajador, evidentemente, es que el desagradable incidente conduzca a un cambio .”Yo espero que esto ayude a cambiar la situación. Durante años, el tema del aeropuerto era muy problemático y podían separarte para una revisación también siendo oficial en Tzahal. Las cosas han mejorado y hoy el punto débil es el primer puesto de control en la entrada a la terminal. Cuando uno dice el nombre de una aldea, los guardias jóvenes ni conocen y casi automáticamente hay una revisación. Todos los drusos tienen algún recuerdo negativo de la revisación de seguridad en el aeropuerto. Es un tema doloroso, sea uno embajador o General”.
Israel es un país que lidia con complejos desafíos de seguridad, constantes. Es lógico y natural que haya exhaustivas revisaciones de seguridad. Nada justifica ni la insolencia ni la descortesía, que tampoco aportan nada a la seguridad.
No se puede generalizar. Sería injusto hacerlo. Hemos visto personalmente a ciudadanos árabes pasando la revisación de seguridad igual que nosotros, sin ningún inconveniente y sin ninguna humillación. También hay casos distintos sobre los que ciudadanos árabes cuentan cuando los protagonizan.
Todos los ciudadanos merecen ser tratados con respeto. Si alguien es una amenaza de seguridad, nadie espera que se lo acaricie.
Y claro que es imperioso entender con quién se habla. Lo primero que habría que hacer es llevar a todos esos jóvenes guardias a un curso sobre la multifacética ciudadanía israelí. Y por cierto, partiendo de este incidente puntual, entender que un ciudadano que representa a Israel en el exterior, debe ser respetado como tal.
Pero el tema no es solamente saber que los drusos hacen servicio militar y que hay numerosos beduinos y cada vez más árabes musulmanes y cristianos que lo hacen, sino que debe internalizarse un tema central: se puede ser firme en una revisación de seguridad, sin ser insolente. Hablar mal no aporta ni una pizca de seguridad al país.
Contradicciones, decíamos en el título, porque por un lado ocurrió un incidente tan desagradable al Embajador Reda Mansur, y por otro, tanto el Presidente como el Primer Ministro y muchos más lo llamaron a, como dijo él, a abrazarlo y decirle, de hecho, que todos somos partes del país.
Hay a veces guardias-los ha habido siempre- que no actúan debidamente. Y por otro lado, el Estado confía a los drusos responsabilidades a altísimo nivel, tanto en la vida civil como en las Fuerzas de Defensa de Israel. Eso no se hace con quienes no se considera parte.
Israel es una sociedad compleja, imperfecta por cierto como tanta otras. Seguimos convencidos de que las cosas que deben ser corregidas, no pueden hacer olvidar el espacio público compartido, la inserción cada vez mayor de la ciudadanía árabe y por cierto lo singular de la multifacética composición de la ciudadanía israelí.
No queremos olvidar, en medio de un desagradable incidente que no se debe repetir, que el Embajador Mansur representa a Israel en Panamá, que Walid Abu Haya, también druso, es el vice Embajador ante la Unión Europea, que Nizar Amer es el vice portavoz de la Cancillería y fue antes miembro de la misión diplomática de Israel ante las Naciones Unidas. Que el General Kamil Abu Rukun es el Coordinador de las Actividades en los Territorios . Que el Coronel Ala Abu Rukun es el Edecán del Presidente del Estado. Y que el Jefe del Cuerpo Médico de Tzahal es otro oficial druso, el Brigadier General Dr. Tarif Bader. Y tantos, tantos más.
Esto es posible sólo en un país en el que todos saben que el esfuerzo es compartido, tanto la mayoría judía como las minorías que lo componen.
Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(4 de Agosto de 2019)
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