Prohibirles la entrada a Israel es legal y en parte, hasta lógico. Pero no inteligente.
Para quien no leyó diarios ni escuchó noticias este jueves 15, un pequeño resumen: Israel decidió no permitir la entrada a dos congresistas norteamericanas del partido Demócrata, Ilhan Omar y Rashida Tlaib, por su abierto apoyo al movimiento BDS que llama a boicotear a Israel. Originalmente el Primer Ministro Biniamin Netanyahu había decidido que sí pero después se retractó.
El cambio-novedad de este viernes al mediodía- es respecto a un pedido especial, separado, presentado anoche por Rashida Tlaib, como petición humanitaria, que se le permita llegar para visitar a su abuela palestina que tiene ya más de 90 años, diciendo que “pueda ser ésta la última oportunidad de verla”. En su pedido, se comprometió a respetar las limitaciones legales y a no llamar durante su estadía a ningún boicot contra Israel. El Ministro del Interior Arye Deri, con el aval del Primer Ministro Netanyahu y del Ministro de Segurida interna Gilad Erdan, aprobó el pedido.
Sobre la prohibición original, decidida evidentemente por la influencia de Trump, el análisis es ambivalente.
No hay duda que Ilhan Omar y Rashida Tlaib se manifiestan en forma venenosa contra Israel. El tema no es una legítima discrepancia con tal o cual política sino distintos pronunciamientos, algunos de ellos de carácter antisemita, que demonizan al Estado judío y lo presentan como ilegítimo. Desde hace dos años existe además en Israel una ley contra el BDS, un movimiento que no reconoce la existencia misma de Israel, la cual determina que se puede prohibir la entrada al país a quien los apoya y puede promover actividades en su favor.
Hasta aquí la lógica, los argumentos a favor de la prohibición, que son pueden ser vistos desde un punto de vista legal pero también, digamos, emocional. A nadie le gusta permitir la entrada a su casa de elementos declaradamente hostiles. Israel no tiene por qué ser la excepción.
Pero la moneda tiene dos caras, también en este caso.
Esta situación nos recuerda una frase muy conocida en Israel en temas de tránsito, de cómo se maneja cuando uno sale con el coche. Para evitar accidentes, hay que ser inteligente, no sólo tener la razón.
Prohibir la entrada era dar a estas dos enemigas de Israel el micrófono pronto para presentarse como víctimas y alegar que lo sucedido confirmar sus opiniones sobre Israel. Claro que no precisan excusas para demonizar a Israel. Lo hacen continuamente. Pero Israel podría haber sido más inteligente.
Además, esto agudiza el creciente alejamiento entre Israel y el Partido Demócrata, que empezó antes de la elección de estas y otros legisladores especialmente críticos de Israel como Alejandra Ocasio Cortez y Bernie Sanders. El apoyo de Trump a Israel tiene mucho valor político, como es natural, pero Israel debería lograr manejarlo sin que eso signifique un alejamiento de la tradicional política norteamericana de amistad bipartidista con el Estado judío.
Decíamos que Israel debería haber sido más inteligente, y se nos ocurre una situación en la que podía salir Netanyahu ante cámaras a decir públicamente: “Daremos la bienvenida a Omar y Talib, porque fueron electas democráticamente al Congreso de un país amigo. Las discrepancias que nos separan son claras. Su viaje es una oportunidad para que vean la verdad de Israel. Las invitamos públicamente a que recorran el país, a que vean el espacio público compartido entre israelíes y árabes. Que hablen con la gente. Que oigan con sus propios oídos y escuchen con sus propios ojos”.
Que sean ellas las que queden en evidencia, si rechazan una invitación así.
Que sean ellas las que digan “no” a un llamado de este tipo.
Y lo principal, un pronunciamiento así, no habría sido meramente un golpe de buen efecto político, sino una invitación con fundamento. Hay tanto para mostrar…
Yo las llevaría ante todo a visitar los hospitales de todo el país, a ver la atención igualitaria que se presta a judíos y árabes, entre ellos también palestinos que no son ciudadanos de Israel sino que viven bajo gobierno de la Autoridad Palestina e inclusive de Hamas en la Franja de Gaza.
Las llevaría a hablar con el Dr. Basher Abu Jarad de Gaza, que desde hace años trae niños palestinos con problemas de corazón a operarse en el centro médico Wolfson en Holon, en el marco del proyecto humanitario “Salvar el corazón de un niño”. Que él les diga a ellas lo que me dijo a mí en incontables oportunidades, sobre el trato de Israel.
Las llevaría a hablar con el Padre Joseph Mata, arzobispo de la comunidad Greco-católica de la Galilea, cuyos fieles son árabes cristianos, para que cuente por qué decidió recientemente hacer una importante donación-en la que participaron por cierto miembros de su comunidad, ciudadanos árabes israelíes-al Hospital Rambam de Haifa, por haber constatado la abnegación de los médicos judíos y árabes a los pacientes todos, independientemente de su credo u origen.
Les contaría que desde las primeras elecciones en 1949, siempre hubo diputados árabes en el Parlamento israelí. Dicho sea de paso, también algunos en partidos sionistas.
Les presentaría a Joseph Haddad, árabe cristiano israelí, Director de la organización “Arevim ze la ze”, que diserta en el exterior contando la verdad de la vida de los árabes israelíes, tan distinta de lo que se presenta en los medios a menudo. Dicho sea de paso, él concordó con la decisión de prohibirles la entrada a Israel, considerando que son enemigas. Pero sobre por qué defiende a Israel, tiene mucho que contar.
También les contaría sobre los oficiales no judíos en las Fuerzas de Defensa de Israel.
Y sobre los numerosos jugadores árabes en el seleccionado nacional de fútbol.Hasta el Capitán Bibars Natcho –no árabe sino circasiano- es musulmán.
Y sobre árabes israelíes que por su ideología fundamentalista islámica se incorporaron al Estado islámico en Siria y ahora ruegan a Netanyahu que los deje volver, diciendo que en ningún lado los musulmanes viven mejor que en el Estado judío.
Y sobre los jueces árabes en el sistema judicial israelí, uno de los cuales, Atef Ilabuni, del Tribunal de Distrito de Nazaret, estuvo estos días muy ocupado al ser quien tuvo que decidir si autorizar un espectáculo público en Afula para el público ultraortodoxo judío, con separación entre hombres y mujeres.
Aunque no creo que tendrían tiempo, las invitaría a tomar un café en el centro comercial Malha de Jerusalem, a 10 minutos de mi casa, para que vean la gran cantidad de familias árabes, incluyendo por cierto las mujeres con hijab igual que Omar, paseando con naturalidad en medio de la mayoría judía.
Y también las llevaría a conocer a civiles que perdieron hijos, hermanos o padres en atentados terroristas, para que entiendan que Israel no tiene manía de seguridad ni complejo de persecución, sino una auténtica necesidad de cuidar a su gente.
Y no estaría mal pedirles que exhorten a la Autoridad Palestina-ya que dicen que les preocupa la situación de los palestinos- a sentarse a negociar con Israel. Les explicaría por qué la incitación al odio y la glorificación de terroristas que mataron israelíes, hace mal no sólo a los israelíes sino a los propios palestinos.
Y tanto más…
No, no les diría que Israel es perfecto e infalible. Ni de lejos. Pero sí que es el país de Oriente Medio en el que los musulmanes viven con total libertad. Eso lo podrían ver ellas con sus propios ojos.
Sé que todo esto suena muy ingenuo.
Pero creo que valía la pena intentar.
Quizás parte del daño político se evite gracias al permiso humanitario dado a Rashida Tlaib.
Veremos.
Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(16 de Agosto de 2019)
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