Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

Rashida, el boicot y la abuela


Que no le dejan venir, que sí puede, que no quiere….

Se ha tornado un poco difícil hacer el seguimiento del planeado viaje de la congresista demócrata Rashida Tlaib (pronunciado Talib) a Israel. Primero Israel les negó tanto a ella como a Ilhan Omar el permiso de venir por sus llamados a boicotear a Israel. No por ser musulmanas, como alegó Omar, ni por ser pro palestinas, sino por apoyar activamente al BDS, con lo cual defienden la idea que a Israel hay que boicotearlo, lo cual está lógicamente prohibido por ley en Israel.

Luego, Rashida Tlaib envió una carta al Ministro del Interior de Israel Arye Deri, en papel membrete del Congreso, pidiendo permiso para entrar al país a fin de pasar a Cisjordania y poder visitar a su nonagenaria abuela en la aldea palestina Beit Ur Al-Fuqa, explicando que esta podría ser la última oportunidad para verla.  Tlaib se comprometió por escrito a respetar “cualquier restricción” y a “no promover boicots contra Israel durante mi visita”.

Aquí está la carta, en la que se ve claramente el texto.

La carta enviada por Rashida Tlaib al Ministro del Interior de Israel
Esta es la traducción: 

 

“Honorable Aryeh Deri

Ministro del Interior

 

 

Ministro Deri:

Quisiera solicitar permiso de entrada a Israel a fin de visitar a mis parientes, específicamente a mi abuela que está en sus 90 y vive en Beit Ur el-Fuqa. Esta podría ser mi última oportunidad para verla. Respetaré cualquier restricción y no promoveré boicots contra Israel durante mi visita.

Gracias

Representante Rashida Tlaib

13° Distrito Congresual de Michigan

 

 

La solicitud fue aprobada, comentando diversos ministros israelíes que si el propósito de la visita no es actuar contra Israel, lo digno, es autorizarla. Eso dejó en claro que la negativa anterior no había sido por lo que piensan Tlaib y Omar sino por la agenda que iban a traer consigo, incitadora contra Israel. Ningún país normal tiene que aceptar que alguien pretenda entrar a sus fronteras y desde allí, demonizarlo.

En resumen, el permiso fue concedido.

Pero este viernes Tlaib anunció que no vendrá, calificando de “opresión racista” las restricciones de Israel y hasta agregando que su abuela tampoco querría que ella acepte “condiciones de ese tipo”.

Las “condiciones” eran que no venga a incitar contra Israel y llamar a boicotearlo. ¿Se puede esperar que cualquier país del mundo acepte algo así en su contra?

El Ministro del Interior de Israel resumió el tema de modo contundente : “Rashida Tlaib me envió ayer una carta pidiendo venir para visitar a su abuela de 90 años, diciendo que esta  ´podría ser la última oportunidad de verla´. Ahora ella tuiteó que no vendrá. Yo aprobé su solicitud como gesto de buena voluntad por consideraciones humanitarias, pero resultó ser sólo un pedido provocativo, destinado a atacar al Estado de Israel. Aparentemente, su odio por Israel es mayor que su amor a su abuela”.

 

Para terminar, incluyo aquí algunos fragmentos del editorial anterior, en el que comentaba que la primera decisión de Israel, de no permitir la entrada de las dos Congresistas, no había sido muy inteligente políticamente, por más que sea comprensible.

Se nos ocurre una situación en la que podía salir el Primer Ministro Netanyahu ante cámaras a decir públicamente: “Daremos la bienvenida a Omar y Talib, porque fueron electas democráticamente al  Congreso de un país amigo. Las discrepancias que nos separan son claras. Su viaje es una oportunidad para que vean la verdad de Israel. Las invitamos públicamente a que recorran el país, a que vean el espacio público compartido entre israelíes y árabes. Que hablen con la gente. Que oigan con sus propios oídos y escuchen con sus propios ojos”.

Que sean ellas las que queden en evidencia, si rechazan una invitación así.

Que sean ellas las que digan “no” a un llamado de este tipo.

Y lo principal, un pronunciamiento así, no habría sido meramente un golpe de buen efecto político, sino una invitación con fundamento. Hay tanto para mostrar…

Yo las llevaría ante todo a visitar los hospitales de todo el país, a ver la atención igualitaria que se presta a judíos y árabes, entre ellos también palestinos que no son ciudadanos de Israel sino que viven bajo gobierno de la Autoridad Palestina e inclusive de Hamas en la Franja de Gaza.

Las llevaría a hablar con el Dr. Basher Abu Jarad de Gaza, que desde hace años trae niños palestinos con problemas de corazón a operarse en el centro médico Wolfson en Holon, en el marco del proyecto humanitario “Salvar el corazón de un niño”. Que él les diga a ellas lo que me dijo a mí en incontables oportunidades, sobre el trato de Israel.

Las llevaría a hablar con el Padre Joseph Mata, arzobispo de la comunidad Greco-católica de la Galilea, cuyos fieles son árabes cristianos, para que cuente por qué decidió recientemente hacer una importante donación-en la que participaron por cierto miembros de su comunidad, ciudadanos árabes israelíes-al Hospital Rambam de Haifa, por haber constatado la abnegación de los médicos judíos y árabes a los pacientes todos, independientemente de su credo u origen.

Les contaría que desde las primeras elecciones en 1949, siempre hubo diputados árabes en el Parlamento israelí. Dicho sea de paso, también algunos en partidos sionistas.

Les presentaría a Joseph Haddad, árabe cristiano israelí, Director de la organización “Arevim ze la ze”, que diserta en el exterior contando la verdad de la vida de los árabes israelíes, tan distinta de lo que se presenta en los medios a menudo. Dicho sea de paso, él  concordó con la decisión de prohibirles la entrada a Israel, considerando que son enemigas. Pero sobre por qué defiende a Israel, tiene mucho que contar.

También les contaría sobre los oficiales no judíos en las Fuerzas de Defensa de Israel.

Y sobre los numerosos jugadores árabes en el seleccionado nacional de fútbol.Hasta el Capitán Bibars Natcho –no árabe sino circasiano- es musulmán.

Y sobre árabes israelíes que por su ideología fundamentalista islámica se incorporaron al Estado islámico en Siria y ahora ruegan a Netanyahu que los deje volver, diciendo que en ningún lado los musulmanes viven mejor que en el Estado judío.

Y sobre los jueces árabes en el sistema judicial israelí, uno de los cuales, Atef Ilabuni, del Tribunal de Distrito de Nazaret,  estuvo estos días muy ocupado al ser quien tuvo que decidir si autorizar un espectáculo público en Afula para el público ultraortodoxo judío, con separación entre hombres y mujeres.

Aunque no creo que tendrían tiempo, las invitaría a tomar un café en el centro comercial Malha de Jerusalem, a 10 minutos de mi casa, para que vean la gran cantidad de familias árabes, incluyendo por cierto las mujeres con hijab igual que Omar, paseando con naturalidad en medio de la mayoría judía.

Y también las llevaría a conocer a civiles que perdieron hijos, hermanos o padres en atentados terroristas, para que entiendan que Israel no tiene manía de seguridad ni complejo de persecución, sino una auténtica necesidad de cuidar a su gente.

Y no estaría mal pedirles que exhorten a la Autoridad Palestina-ya que dicen que les preocupa la situación de los palestinos- a sentarse a negociar con Israel. Les explicaría por qué la incitación al odio y la glorificación de terroristas que mataron israelíes, hace mal no sólo a los israelíes sino a los propios palestinos.

Y tanto más…

No, no les diría que Israel es perfecto e infalible. Ni de lejos. Pero sí que es el país de Oriente Medio en el que los musulmanes viven con total libertad. Eso lo podrían ver ellas con sus propios ojos.

Sé que todo esto suena muy ingenuo.

Pero creo que valía la pena intentar.

Sea como sea, Israel autorizó el pedido especial de Tlaib por razones humanitarias, pero ella decidió al final no venir.

Se lo pierde.

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(16 de Agosto de 2019)

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