Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

La preocupante advertencia del Presidente de Israel


La diferencia entre la discrepancia y la incitación

Este domingo 1° de setiembre, como todos los años al comenzar el año lectivo, el Presidente de Israel Reuven Rivlin fue a saludar a alumnos en su primer día de clases. Lo mismo hacen siempre el Primer Ministro, el Ministro de Educación, los alcaldes. Rivlin eligió ir a la yeshiva Mahanaim en  Gush Etzion, en la que estudiaba Dvir Sorek (z”l), el jovencito asesinado hace unas semanas por terroristas palestinos.

Rivlin en la yeshiva Mahanaim en Gush Etzion (Foto: Mark Neiman, GPO)
Rivlin en la yeshiva Mahanaim en Gush Etzion (Foto: Mark Neiman, GPO)

 

Y nada mejor que un encuentro con jóvenes, para transmitir un mensaje clave para una vida cívica sana y normal en democracia: no dejarse llevar por mensajes incitadores, no permitir que lo álgido de la discusión pública, especialmente de cara a las elecciones del 17 de setiembre, ensombrezcan el diálogo, el intercambio de opiniones, las legítimas discrepancias. No permitir que la incitación, de ningún lado, sea la que imponga el tono.

Esta es la cita exacta del Presidente Rivlin, parte de sus palabras ante los jóvenes, después de elevar la memoria de Dvir, su singular personalidad y su legado:

“Dvir nos legó otra responsabilidad, otro testamento: un compromiso para con  el contacto entre las distintas tribus y corrientes dentro de la sociedad israelí. Al aproximarse las elecciones, cuando las pasiones aumentan y el discurso se agudiza, les imploro que no crean a la incitación y los ataques personales. No escuchen las voces que están ansiosas por radicalizar el discurso, ni a la derecha ni a la izquierda. Tomen responsabilidad por nuestro ´juntos´ porque ese ´juntos es la única garantía de nuestra fortaleza y es la mejor garantía para nuestra seguridad.”.

Rivlin no  mencionó a nadie en especial y cabe suponer que mientras hablaba, por su cabeza pasaban diversos ejemplos, tanto de la derecha como de la izquierda. En ambos campos se cometen errores y se peca de intolerancia.

Pero yo sí puedo dar un nombre concreto y hacerme responsable de mi opinión: Biniamin Netanyahu. ¿Por qué? Porque como Primer Ministro de Israel tiene sobre sus hombros una responsabilidad que no ostenta nadie más que él. Y aún si se siente juzgado injustamente antes de su verdadero juicio por sospechas de corrupción- y ojalá sea absuelto y quede claro que todo fue una gran equivocación- sigue cargando con la responsabilidad que deriva de su cargo. Atacar frontalmente a todo aquel que lo critica, incluyendo canales de televisión y periodistas que lo que hacen es cumplir con su deber, no lo dignifica, por decirlo delicadamente.

La nueva etapa en el show del horror fue lanzada el viernes por Netanyahu desde su página de Facebook, una de sus plataformas preferidas para transmitir mensajes

No es la primera vez que lo hace. La víctima de turno es el cronista de asuntos jurídicos de “Hevrat Hajadashot” Gai Peleg, que en más de una ocasión y también hace pocos días, presentó en vivo fragmentos de protocolos de la investigación policial de Netanyahu.  El último ejemplo fueron las citas de Shlomo Filber, otrora Director General del Ministerio de Comunicaciones y  cercano colaborador de Netanyahu que se convirtió en “testigo de Estado”, cuyo testimonio es usado como una de las pruebas contra el Primer Ministro en uno de los casos bajo investigación, concretamente el de la compañía telefónica Bezek, llamado “expediente 4000”.

Las citas leídas por Gai Peleg, claro está, no dejan bien parado a Netanyahu. No es que Peleg realizó una investigación secreta y presentó sus propias conclusiones, sino que publicó de protocolos oficiales de la investigación.

Pues Netanyahu lo llamó de “títere” de quienes toman las decisiones en el canal en el que trabaja, al que exhortó explícitamente desde su página en Facebook a boicotear y no mirar más. Un Primer Ministro que exhorta a la población a boicotear a un canal de televisión, que dicho sea de paso es el de mayor rating del país, no es propio de una democracia vibrante como Israel.

Quien más epítetos negativos ha escrito sobre Gai Peleg ha sido Yair, el hijo de Netanyahu, de bajísimo estilo y lenguaje, muy activo en las redes, y por más que se diga que él “ya es grande” y escribe lo que quiere, que no precisa pedirle permiso al padre, su papel es clave hoy en día en la lucha pública del Primer Ministro.

Pero el tema no es insultar directamente a Gai Peleg, sino lo que Netanyahu sugirió, que el canal 12 produce intencionalmente una serie “antisemita” que “miente sobre Israel”. La referencia oficial es a la transmisión de la serie “Hanearim”, que en inglés se llama “Our boys”, producida por Keshet, uno de los componentes del canal en cuestión, dedicada al tema del secuestro y asesinato de tres jovencitos israelíes en el verano del 2014 y la venganza de unos israelíes que secuestraron y asesinaron al jovencito árabe Muhamad Abu Hdir en Jerusalem. Aclaro que no he visto aún la serie, he leído comentarios diversos y que así como tengo claro que todo asesinato de civiles es inaceptable y condenable, también tengo claro que esa no es la norma del lado israelí, mientras que sí lo es del lado del terrorismo palestino.

De más está decir que Netanyahu tiene todo el derecho del mundo a criticar la serie. Entre eso y sugerir que el canal en cuestión la produjo para demonizar a Israel, hay una gran diferencia.

Netanyahu es un hombre muy inteligente. A nadie se le escapa el vínculo entre ambas cosas que él quiso dejar fijado en la mente de la población, entre los reportes de Gai Peleg y otros en tono crítico, y el tema de la serie. Seguro que a él no se le escapa. El hecho es que del canal revelaron que han tenido que colocarle guardaespaldas a Gai Peleg por amenazas que ha recibido. Las amenazas, claro está, no vienen de Netanyahu, pero la inspiración a quienes crean que el periodista que lo critica debe sentirse coartado casi como enemigo del pueblo, sí.

“ No me sorprende que Keshet presente con mentiras una imagen oscura de Israel porque yo estoy acostumbrado a que Keshet lo hace conmigo todos los días”, escribió Netanyahu. El vínculo entre su rechazo de la forma en que se informa sobre él y sus sospechas, y la serie en cuestión, es evidente. Y resulta patética la sugerencia de Netanyahu: “No miren a Keshet. Ellos ganan del rating…no miren porque ellos han optado por ensuciar nuestra imagen en el mundo con mentiras sobre el Estado de Israel”.

Netanyahu tiene todo el derecho del mundo de rebatir argumentos en su contra. Y de insistir acerca de su inocencia. Está lejos de una situación en la que sea legítimo presentarse como perseguido por los medios. Sí, numerosos periodistas son muy críticos de él. Hay también quienes no lo son, inclusive en los canales centrales. Ni que hablar del diario “Israel Hayom” considerado sumamente favorable a él, lo cual por supuesto es más que legítimo. No es cierto lo que suele dar a entender que los medios no cubren lo que hace para no mostrar sus logros. No sólo que sus actividades son ampliamente cubiertas sino que cuando él decidió ir a hablar a la televisión, antes de las elecciones de abril-por razones obvias  y lógicas- absolutamente todos lo recibieron con los brazos abiertos, dispuestos a escuchar todo lo que tenía para decir, no sólo a hacerle duras preguntas.

Pero Netanyahu considera que presentarse como víctima de la prensa, la procuraduría, la policía y demás, le resultará más rentable políticamente. Eso va de la mano de presentar a quienes lo critican, como “izquierda”-que de su boca se ha convertido en un insulto, como traidores y enemigos.

El problema es que en el medio, está el país, la ciudadanía, el Estado, mucho más importantes que el destino político de Netanyahu.

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(1 de Septiembre de 2019)

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