Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

Uruguay e Israel, privilegiados


Entre urnas y banderas

Este domingo 27 de octubre, la ciudadanía uruguaya va a las urnas. En Israel ya se lo ha hecho este año, hasta demasiado: en abril y en setiembre. Aunque suene a broma la aclaración, la partida doble no es doble democracia sino un serio problema de estancamiento político. Pero eso es tema aparte.


Y ahora, nuevamente, en serio.
Privilegiados decíamos, porque tanto Uruguay como Israel son minorías en la comunidad de naciones, países en los que el pueblo puede votar libremente y elegir realmente a sus gobernantes. En la dinámica interna de las campañas electorales, las críticas a los adversarios, las discusiones, lo álgido a menudo de los debates de ideas o imágenes, puede hacer olvidar este hecho. Y es hasta bueno que ello ocurra porque muestra la normalidad del acto electoral, de la vida en democracia.


Pero en el momento de poner la papeleta, de elegir la lista preferida, de decidir definitivamente en qué nombre depositar la confianza, es bueno recordarlo. Porque no es sobreentendido. Porque muchos millones en el mundo no tienen este privilegio, que debería ser básico para todos.
Según la afiliación partidaria de cada uno, habrá quienes festejen y quienes se lamenten con el resultado. En Uruguay, parte de la población espera el cambio tras 15 años de gobiernos del Frente Amplio, así como en Israel parte esperaba el fin de la era Netanyahu. Las urnas dirán si a “parte de la población” tendríamos que agregar, en cualquier de los casos, la palabra “mayoría”.


En Israel, como es sabido, las elecciones ya se llevaron a cabo y fue electo el Parlamento, Knésset. Pero resta ver si en su sistema parlamentario, también habrá un Ejecutivo que pueda funcionar. Este miércoles por la noche, hora de Israel, el Presidente del Estado Reuven Rivlin encomendó al jefe de la oposición Beni Gantz intentar formar el nuevo gobierno, dos días después que el Primer Ministro Netanyahu devolviera el mandato al no lograr hacerlo en los 28 días que estaban a su disposición.


En ambos países hay serios desafíos con los que lidiar, distintos tipos de guerra. En ninguno está todo bien o todo mal. Junto a los logros de los gobiernos salientes, están las asignaturas pendientes.


¿Se puede comparar desafíos?
¿Inseguridad callejera, rapiñas y crisis económica en aumento, frente al riesgo de seguridad, amenazas regionales y crecientes diferencias socio-económicas? Cada pueblo vive lo suyo como el centro del mundo. Y es lógico.


A Israel deseamos un gobierno que sepa unir tras la muy divisiva campaña electoral, aunque por cierto no podrá tender puentes entre todas las diferencias. A Uruguay, que elija un gobierno que permita crecimiento, estabilidad y respuesta a todas las inquietudes y angustias de la población. Que todos tengan digna remuneración por si trabajo, que se pueda salir a la calle sin mirar si se acerca una moto sospechosa, que se reciba debida atención médica en cualquier punto del territorio nacional.


Más allá de estas generalidades, que nada tienen por cierto de original, esperamos que en política exterior, sea quien sea el electo, Uruguay vuelva a ser un ejemplo por sus decisiones en la arena internacional. Creemos que la política en el tema de Venezuela, no lo es.
Y en lo que nos toca el corazón como uruguayos judíos, esperamos que esa afirmación muy conocida según la cual la amistad con Israel es un tema de Estado en Uruguay, se mantenga y se cultive con intensidad, sin excepciones de votaciones problemáticas en las Naciones Unidas, que en alguna ocasión, no honraron esa tradición.


Deseamos para este domingo, una jornada electoral ejemplar que sea verdadera fiesta de democracia.

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(24 de Octubre de 2019)

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