En comunidad

La prematura muerte de Arie Laschover

Despidiendo a un ser humano poco común

Arie Laschover tenía 73 años cuando por una circunstancia aún desconocida, se precipitó este martes a tierra en un barranco mientras volaba como instructor de parapente, el deporte que amaba, su gran pasión. Y se fue cuando tenía aún mucho para dar, para enriquecer a su entorno y la sociedad en la que vivía.

Es que eso es lo primero que comentan aquellos a quienes preguntamos sobre él, para poder escribir esta nota en memoria de Arie, uno de los tres hijos del Gran Rabino de la Comunidad Israelita del Uruguay (Kehila) Aron Laschover: que era un ser humano bueno, siempre entregándose a los demás, siempre pensando a quién puede ayudar. Y con una profunda alegría de vivir.

“Arie vivía la vida plenamente, siempre pensando en los demás, ayudando a todo el mundo con un corazón de oro”, nos dice Lea Laschover Harnik, su hermana menor. “Tenía miles de amigos y miles de personas a las que ayudó. La casa de él, por él y por la esposa, siempre fue una casa abierta con un corazón enorme, con gente a la que recibían, sea porque alguien hizo aliá, porque uno no tiene familia…siempre hay alguien en su casa”.

Arie y su hermana Lea
Arie y su hermana Lea

 

Arie era el hijo del medio del rabino Aron Laschover, llegado a Uruguay en 1938 desde Polonia cuando tenía 33 años. Poco después se casó con una argentina que se mudó a Montevideo con él, y también fue una figura muy activa en la comunidad judía uruguaya. En 1940 aproximadamente, Laschover ya era el Gran Rabino de la Kehila, habiendo llegado a Uruguay ya con una reconocida trayectoria rabínica en su Polonia natal.

Vivió primero en Goes y luego se mudó al centro.

El rabino Aron Laschover y su esposa
El rabino Aron Laschover y su esposa

 

La familia toda pensaba radicarse en Israel, pero el propio Arie fue pionero cuando a los 16 ó 17 años, en 1964, viajó a Israel  en el marco de Aliat Hanoar, lo mismo que hizo Lea dos años después. Estudió en yeshivot y luego en la universidad . Fue de los primeros alumnos de la yeshiva de Bnei Akiva en Hedera, fundada por otro gran rabino que había pasado por Uruguay, el Rav Burshtin, según nos cuenta su amigo Yona Levental.

Arie conoció en Israel a Eva, una joven brasilera de la que se enamoró, viajaron a Brasil , se casaron y poco después volvieron juntos a Israel.

Arie y Eva al celebrar tiempo atrás 50 años de casados
Arie y Eva al celebrar tiempo atrás 50 años de casados

 

Los tres hijos de la pareja ya no son hoy religiosos, lo cual no afectó en absoluto la muy cercana relación personal  y gran amor por sus padres. “En el funeral hablaron los hijos y era notoria la idolatría por su padre”, nos contó Harold Wiener, cuya esposa Raquel, recientemente fallecida, era Laschover de soltera, prima de Arie y sus hermanos.

Raquel Laschover de Wiener (z"l), su primo Arie (z"l) y su esposa Eva, Harold Wiener y Jenny, hermana de Raquel. La alegría de compartir en familia, en el casamiento de uno de los hijos de los Wiener
Raquel Laschover de Wiener (z"l), su primo Arie (z"l) y su esposa Eva, Harold Wiener y Jenny, hermana de Raquel. La alegría de compartir en familia, en el casamiento de uno de los hijos de los Wiener

 

Y su descripción de la personalidad de Arie, lo explica todo.

“Era un ser extraordinario, realmente fuera de lo común. Tenía 73 años pero a veces parecía un niño, por su alegría de vivir”, cuenta Harold. “Arie disfrutaba de hacer algo bueno por la gente. Siempre de forma natural. Era una persona que siempre daba y daba, tenía una fe impresionante, era una fuente de inspiración”. Y agrega un resumen singular, siendo él, Harold, una persona secular: “Si yo pienso en el judío religioso que me inspira orgullo de mi propia condición judía, Arie es la persona. Aparte de nuestra relación familiar, Arie era un judío religioso del que uno estaba feliz de saberse hermano”.

Su hermana Lea cuenta sobre su vida y no logra hablar de él en pasado. “Arie y Eva tienen tres hijos, aunque de hecho él sentía que tenía cuatro, porque siempre cuidó a nuestra sobrina, la hija de nuestro hermano mayor Moishe, que hace muchos años está muy enfermo”, nos dice. “Por eso puedo decir que Arie tiene 12 nietos, no 9, porque también los nietos de Moishe le veían a él como a un abuelo”.

La familia entera, Arie y Eva con sus hijos y nietos
La familia entera, Arie y Eva con sus hijos y nietos

 

Explica que también en esa situación particular se veía la grandeza humana de Arie. “Somos una familia chica pero muy unida, y todos ayudamos a Moishe, pero sin duda, el que más hacía era Arie”, dice su hermana.

Arie y su hermano mayor Moishe
Arie y su hermano mayor Moishe

 

El legado de su padre no se perdió al fallecer el Gran Rabino Laschover en 1977, tan solo unos pocos años después  de radicarse en Israel. “Arie siguió fielmente los pasos y las enseñanzas de papá, siempre estaba presente en su vida, en lo que hablaba y hacía”. Su amigo Yona Levental nos cuenta que había completado estudios rabínicos, aunque no ejercía como tal, pero era sumamente activo en su shil Israel HaTzair en Natania, donde vivía.

“Era el Presidente de su shil y en todas las fiestas, cuando hablaba, se sentía claramente que para él era muy importante siempre mantener viva la memoria de papá”, cuenta Lea.

Y era, junto a su amor por la Torá y su condición de judío observante, una figura multifacética. Hace algunas décadas se desempeñó un tiempo como enviado especial de la Agencia Judía a Argentina, en la época de la dictadura militar. Ayudó a salvar a numerosos judíos que corrían peligro y que optaron por radicarse en Israel.

“Tuvo un gran significado en la vida de muchísimas personas”, dice Lea, aclarando que “me eriza pensar que estoy  hablando de mi hermano en pasado, él que era tan lleno de vida, tan positivo, alguien que siempre miraba el lado positivo de la vida y de la gente…y que de repente, por un accidente estúpido como este, ya  no vuelve a casa…”.

Eso es lo que siempre temió Java (Eva), la esposa de Arie, quien le pidió varias veces que se dedique a otro deporte, que deje el parapente y la instrucción a esos vuelos que tanto le gustaba. Pero él reía y decía que nada le va a pasar y que no puede renunciar a esa sensación de volar como un pájaro, que tanto le apasionaba. “Siempre decía que hay que vivir hoy, que hay que disfrutar hoy…”, recuerda Lea.

“Este mundo era muy chico para él”, dice Harold, su primo.”Tenía tantas energías, tanta sabiduría, era tan potente desde el punto de vista intelectual..Era un placer conversar con él, era un orgullo del pueblo judío. Tal como se dijo al dársele sepultura, como él hay uno en una generación”.

Y detalla: “Era multidisciplinario, filósofo, podía hablar sobre Rashi y la Torá, pero también sobre política y mil otras cosas, absolutamente fantástico. Era un símbolo de lo lindo de Israel, una persona que sólo hacía el bien, voluntario en muchos marcos…un tipo muy especial”.

También sus amigos lo recuerdan así, con superlativos.

Entre ellos, Yona Levental y Daniel Limor, con quienes compartió años en Bnei Akiva en Uruguay.

“Tenía una sonrisa permanente, llena de amistad, con tanta simpatía”, recuerda Limor. “Tenía un enorme corazón lleno de voluntad de ayudar a quien lo necesite, y una cabeza llena de sabiduría y voluntad de seguir aprendiendo. Y era un marido, padre y abuelo ejemplar”.

“Un muchacho fuera de serie”, resume Yona, también destacando su entrega al prójimo. “Era una persona de jesed, de darse a los demás, de ayudar, y sin alarde de nada, sin andar contándolo a otros”.

Eso es también lo que nos dice Lázaro, amigo de la niñez, aunque aclara que ya de mayores se veían esporádicamente en encuentros con amigos comunes. “Nos conocimos de niños, del barrio. Creo que él vivía en Maldonado y Río Negro y yo en Soriano entre Río Negro y Paraguay. Estábamos todas las tardes juntos. Ya de grandes, en Israel, nos vimos relativamente poco, pero lo que sé es que aquel niño común y corriente, como todos, se convirtió en un ser humano que hacía todo para ayudar a los demás”.

Lea, la hermana, cuenta que Arie se mantenía en contacto con gente de Uruguay y también con el país, que se sentía uruguayo y había disfrutado mucho cuando hace unos años pudo viajar a Montevideo.

Arie Laschover ha dejado inevitablemente un gran vacío. Bendita sea su memoria.

Ana Jerozolimski
(29 Agosto 2019 , 22:51)

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