Rosh Hashana

Las Plegarias de Rosh Hashaná

Por Eliezer Shemtov

Quien haya pasado el día de Rosh Hashaná en la sinagoga se habrá dado cuenta que se reza mucho...

¿A qué se debe tanto rezo? Y ¿qué es lo que se dice?

Rosh Hashaná es la “cabeza del año”, el día que, como la cabeza, afecta al resto del año. Es el día que conmemora la creación del hombre, la coronación de D-os como rey del universo y es el dia en el cual D-os juzga a toda la Creación para el año entrante.

La plegarias reflejan estas diversas dimensiones del día. Hay plegarias en las cuales expresamos la realeza de D-os. Hay plegarias en las cuales le pedimos a D-os que nos juzgue para bien. Hay plegarias en las cuales invocamos el hecho que es el aniversario de la creación del mundo y más específicamente el aniversario de la creación del hombre.

Mark Neyman GPO

 

Veamos algunas de ellas.

Avinu Malkeinu

La primera vez que encontramos la fórmula de Avinu Malkeinu, “Nuestro padre, nuestro rey”, es en una historia que cuenta el Talmud# sobre una sequía que hubo en Israel y luego que Rabi Akiva suplicara Avinu Malkeinu ein lanu mélej ela ata, o sea “Nuestro padre nuestro rey, no tenemos rey fuera de ti, Nuestro padre nuestro rey tennos misericordia por ti”, empezó a llover.   

En esta plegaria nos dirigimos a D-os como nuestro padre y rey. Un padre quiere ayudar a sus hijos pero no siempre puede, mientras que un rey puede ayudar aunque no siempre quiera. Invocamos las características de padre y rey confiados en que nuestros pedidos serán respondidos por dirigirnos a quien es a la vez nuestro padre y nuestro rey.

Hay una sutileza - no tan sutil - muy interesante en esta combinación de roles que se expresa poderosamente en la siguiente anécdota.

Fue durante la Guerra de Iom Kipur. Una brigada de soldados judíos se vio rodeada por una cantidad muy superior de soldados egipcios. Sintieron que sus horas estaban contadas. Uno de ellos pidió la palabra y exhortó a todos a mantener su fe en D-os. Nuestros sabios# nos enseñan que ‘aunque haya una espada filosa recostada sobre tu cuello, no hay que perder la fe en D-os,’ concluyó.

Uno de los soldados, que nunca había sido practicante, se le despertó la fe en ese momento y se dirigió a D-os, diciendo: “Si salgo de esto vivo, prometo colocarme los Tefilin todos los días.”

De repente, sin explicación, los egipcios retrocedieron y el grupo se salvó. Todos salieron ilesos menos el que hizo el trato con D-os. Perdió su brazo izquierdo.

No podía entender. Era como si D-os estaba burlándose de él, quitándole el brazo sobre el cual se colocan los Tefilin justamente luego de haberse comprometido a cumplir con el precepto.

Fue a ver a muchos rabinos en búsqueda de una respuesta, ninguna de las cuales lo tranquilizó. Finalmente llegó al Rebe de Lubavitch. Le contó su historia, pidiendo una explicación.

“Quizás es la manera de demostrarte que te quiere incondicionalmente,” dijo el Rebe. “Tal como un padre quiere a su hijo. No te salvó por lo que prometiste hacer, sino por quien eres: su hijo...”

En Rosh Hashaná expresamos nuestra subyugación al mandato divino no por miedo al rey, ya que es nuestro padre también, sino por la autoridad que tiene y el respeto que nos merece. 

Al dirigirnos a nuestro padre y nuestro rey, reafirmamos nuestra condición de hijo y de súbdito y la dedicación a cumplir con la voluntad Divina que ambas condiciones implican.

Unetane Tokef

 

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