Fotos: Fuerzas de Defensa de Israel
Ruben Melamed y Matti Zwaig, son los dos amigos uruguayos que vivieron momentos dramáticos y preocupantes a raíz de los últimos ataques con misiles desde Irán. Están bien físicamente, pero naturalmente preocupados. En distintas circunstancias.
Ruben y su pareja se salvaron por poco en Bat Yam, cuando un misil impactó en el edificio de la esquina de donde viven, a escasos metros del suyo, matando a 4 personas y dejando a numerosas decenas de heridos. Cuando sonó la alarma, bajaron como siempre de su departamento al refugio del ediicio, que está un piso bajo tierra. Corrieron por las escaleras, entraron al refugio y aguardaron allí los diez minutos que siempre se indica se deben respetar…pero el problema es que con los misiles de Irán es otra cosa, y hay que aguardar una orden explícita del Frente de Retaguardia anunciando que se puede salir.
Ruben no tenía buena cobertura en el “miklát”, el refugio, y optó por subir a los diez minutos. Escasos cinco segundos después de entrar a su departamento, oyó un estruendo enorme que lo sacudió todo y causó daños también allí. Parte del techo con claraboya del espacio junto a las escaleras que acababa de cruzar para entrar a su casa, se desmoronó, por la fuerza de la onda expansiva de la explosión en el edificio de la esquina.
Ruben y su pareja bajaron a la calle. El lugar se llenó de inmediato de ambulancias y equipos de rescate. Ruido, nerviosismo, preocupación. No atinaron a documentar mucho. Volvieron a subir a su departamento, se hicieron rápidamente un bolso con algunas prendas, llevaron algo de dinero y cosas imprescindibles, avisaron a la Policía que se van, que no crean que están heridos o muertos en algún lado, y empezaron a caminar, en medio de la noche, hasta la casa de unos amigos en Yafo.
Casi al mismo tiempo, Matti Zwaig nos manda un mensaje, cuenta que no había pegado un ojo toda la noche de preocupación. Uno de los misiles iraníes había llegado también a la ciudad de Rejovot, incluyendo el Instituto Científico Weizmann, donde su hija mayor Alisa, de 40 años, está residiendo, en los dormitorios de los docentes.
Había bajado a dormir en el refugio con sus hijos de 2 y 8 años, Tom y Emily, para mayor seguridad. Cuando el estruendo la despertó, no sabía que en su casa, unos pisos más arriba, tendría las escaleras y ventanas todas rotas . Al mismo tiempo, en otro punto de esa zona, su cuñada Sofía había quedado atrapada en el refugio de su casa en Tel Aviv mientras el edificio se le había derrumbado encima. Y pocas horas antes, restos de un misil habían caído en el balcón de Marina, otra familiar en Karmiel, en el norte de Israel.
Los pocos segundos que pueden separar entre la vida y la muerte. El refugio que salva vida pero no impide la destrucción alrededor. El milagro de salvarse por poco. La desazón, la incertidumbre. En todo eso pensamos esta vez, con nombre y apellido.
A Ruben Melamed lo recordamos desde niño. Sus padres eran amigos de los míos y con él y su hermano mayor José coincidimos varias veces en vacaciones de verano inolvidables en el hotel Frank en Piriápolis en Uruguay. Luego nos cruzamos en Israel más de una vez. Y siempre le relucía la sonrisa amplia que desde niño lo caracterizaba. Escuchar su voz seria y preocupada esta noche, no fue fácil.
Tampoco a Matty, siempre lleno de energía, ideas y proyectos, y esta vez, con el corazón angustiado.
No es para menos. La angustia lo embarga todo, aún convencidos de que esta guerra es clave para la seguridad de Israel.