Rosh Hashana

Guefilte fish para la vecina

Este cuento es ficción, pero está basado en la familia Skarbianski que vivía en el tercer piso en un apartamento en la calle Jaime Zudañez. Lo escribo en honor a Pablo Skarbianski Z"L" que falleció en la guerra de Yom Kipur. 

Yo tenía cuatro años y mi hermana doce. Vivíamos en planetas distintos. Ella era una adolescente tímida y remilgada, yo  era traviesa con la palabra.

Mi familia vivía en un apto en la calle Jaime Zudañez. Mis vecinos de arriba eran varones que jugaban al fútbol en el living. En carnaval rellenaban bombitas de agua con  orina y las arrojaban desde el tercer piso. Su mamá los rezongaba todo el día a los gritos. Ellos eran más grandes que yo, pero me dejaban correr tras ellos como un perrito faldero. ¡Cómo me hubiera gustado tener un hermano varón! Supongo que ese fue el motivo de mi preferencia por  los amigos varones en la adolescencia.

Ana, era la mamá, cocinaba como los dioses y con mi mamá se intercambiaban tuppers con respostería y comida. Los tuppers subían y bajaban las escaleras de esa vecindad a finales de los 60.

Un día, mi mamá me pidió que le llevara guefilte fisch que había sobrado, y murmuró entre dientes, “este pescado tiene ya tres días en la heladera y tu papá no lo va a comer. Ellos, que comen sin muchas pretensiones, seguro se lo comen”.

Yo subí la escalera corriendo, feliz de hacer el mandado para mi mamá. Le dije a Ana, mira el pescado que te manda mi mamá, “papá no lo quiere comer porque es viejo, pero seguro  ustedes se lo comen”.

Dos minutos tardó Ana en tocar el timbre en mi casa para relajar a mi mamá de pe a pa. Janetita dice “que nos mandas este guefilte fisch porque es viejo?, si es viejo, por qué no lo tiras a la basura?” Me ligué tremenda penitencia y la fama de ser el diario de Pocitos.

Ese Janetita resuena en mi memoria.  Primero hizo aliá a Israel el hijo mayor, luego la familia entera.  Los vecinos quedaron en un recuerdo de infancia congelado en el tiempo. 

Hace dos años vino el menor de los muchachos a Uruguay, me llamó al celular para vernos y al escuchar “Janetita”, se me cayó un lagrimón.

Extraño el mundo de los vecinos. Vivo en un edificio con cuarenta apartamentos y yo que suelo hablar hasta con las columnas, no sé nada de nadie, no me visualizo llevándole  una torta a nadie.

 

 

Janet Rudman
(15 Septiembre 2023 , 10:42)

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