Rosh Hashana

Sucot. Celebremos la vida

Autor: José Luis Piczenik

 

En las últimas décadas el ser humano ha concluido que uno de los objetivos centrales de su existencia es alcanzar la felicidad. La felicidad es una sensación abstracta, subjetiva donde cada uno utiliza distintos métodos y caminos en procura de su logro.

Es tan generalizada la meta de obtener esta emoción, que las Naciones Unidas han llegado a conformar un “ranking” anual donde miden en más de 150 países dicho sentimiento. Resulta interesante observar que la muestra está compuesta por las declaraciones de los ciudadanos y engloba niveles de producto bruto interno, esperanza de vida, generosidad, apoyo social, libertad y corrupción en los Estados que participan.

Pasado el inicio del nuevo año judío y del día de la expiación, el calendario hebreo nos acerca una nueva conmemoración, la fiesta del tabernáculo o de las cabañas: Sucot.

Dejamos atrás las horas de balances y reflexiones para ingresar en una etapa de gestión y entrega. Durante los rezos de Sucot, se recita el libro “Eclesiastes” (Kohelet) también referido como Libro del Predicador o Asambleísta.

Este texto que se divide en dos partes es un canto a la vida, forma parte del viejo testamento y a pesar de su escasa extensión nos proporciona valores y conceptos morales que marcan una guía de actuación para todos los individuos de buena fe.

Si bien se desconoce su verdadero autor, si se coincide en que su escritor fue portador de una gran experiencia de vida, conocedor de las situaciones humanas y firme consejero basado en una ética que adorna sus opiniones y análisis.

El lector recibe a través del avance de su lectura, una reflexión sobre la existencia humana y un marco de cómo afrontar y vivir la vida. Actualmente donde las referencias de sapiencia y sabiduría escasean frente al dominio de la información vertiginosa y las verdades tecnológicas del desarrollo, el referido texto nos aporta un singular significado.

Los placeres materiales cotidianos, las dudas y certezas, los esfuerzos y sus limitantes, el trabajo, la vida y la muerte, todo esto se encuentra mencionado en el texto.

Su autor insiste en el disfrute de la cotidianeidad que muchas veces no advertimos, la serenidad con que debemos afrontar los malos momentos y el transcurrir de la vida. La visión puede parecer maniqueista sin embargo la búsqueda de Eclesiastes se centra en descubrir lo justo y equilibrado entendiendo que los delirios de grandeza y superioridad son solamente vanidad y por tanto deben ser objeto de desecho a lo largo de la vida.

“Anda, come con alegría tu pan y bebe de buen grado tu vino, que Dios está ya contento con tus obras. En toda sazón sean tus ropas blancas y no falte ungüento sobre tu cabeza. Vive la vida con la mujer que amas, todo el espacio de tu vana existencia ya que tal es tu parte en la vida y en las fatigas con que te afanas bajo el sol. Cualquier cosa que esté a tu alcance el hacerla, hazla según tus fuerzas, porque no existirá obra ni razones ni ciencia ni sabiduría a donde te encaminas” son algunos de los sabios consejos que nos pautan lo sencillo que resulta ser sujetos de bondad y mediante estos actos alcanzar la suprema felicidad.

Siete días habitamos en una Suca, una construcción de estructura frágil y vulnerable con escasos cimientos que nos simboliza que todo lo material se desvanece ante el menor movimiento y la gloria está dada por los momentos y sentimientos que suceden en ella. Allí conviviremos con nuestros afectos, nuestras amistades, nuestros enseres, comiendo, bebiendo y disfrutando del diario acontecer en un marco de alegría y festejo. La plenitud es alcanzable con algo simple de materiales naturales, desechables, al alcance permanente de la mano humana.

Pues en un mundo donde vivimos absorbidos permanentemente por la consecución de la felicidad, la lectura de este libro nos ubica sobre ella y nos guía sobre las rutas que nos permiten acceder a la misma naturalmente.

Todo pasará, pero nos queda el disfrute del presente. Toda criatura humana está en condiciones de brindar algo por y para el prójimo. Es la bondad el vehículo que nos transporta y nos acerca a la felicidad plena. Son estas algunas de las moralejas que se desprenden del enriquecido libro.

El rabino estadounidense Abraham Joshua Heschel expresaba el siguiente concepto “de joven admiraba a las personas inteligentes. Ahora que soy viejo admiro a los bondadosos”

Que la felicidad sea apreciar lo que tenemos, que es más que suficiente pues contamos con el milagro de la vida ¡¡¡

 

JAG SAMEAJ

 

 

 

 

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