Encontrando la Dulzura Oculta - ¿De Quién Somos Esclavos? - ¡Son Todos Malvados! - Las Festividades
No. 308
Horario de velas en Montevideo
22 de mayo 17.27
Behar-Bejukotái
ENCONTRANDO LA DULZURA OCULTA
Por Menajem Feldman
Al final del tercer libro de los Cinco Libros de Moisés, la Torá describe las bendiciones que recibiremos si cumplimos las mitzvot:
“Si siguen Mis estatutos, observan Mis mandamientos y los cumplen, les daré lluvias a su tiempo, la tierra rendirá su producción y el árbol del campo dará su fruto.” (Vaikra 26:3-4)
La Torá continúa con una reprimenda, describiendo el doloroso y trágico exilio que ocurrirá si abandonamos la Torá.
La filosofía jasídica enseña que toda la negatividad y oscuridad del mundo es una cáscara que cubre y oculta la chispa de bondad que yace en el núcleo de la experiencia o fenómeno. Si esto es cierto en lo mundano, sin duda lo es en cada versículo de la Torá. Por lo tanto, la reprimenda, que literalmente describe terribles maldiciones, contiene un significado oculto más profundo. Bajo la superficie, las maldiciones en realidad contienen bendiciones ocultas, bendiciones tan intensas que la única manera en que pueden descender a esta tierra, sin ser obstruidas por las fuerzas del juicio, es bajo la apariencia de una maldición.
Un ejemplo de este principio es el siguiente versículo:
“Cada hombre tropezará con su hermano, [huyendo] como si huyera de la espada, pero sin perseguidor. No podrán hacer frente a sus enemigos.” (Vaikra 26:37)
Rashi se refiere a las palabras “Cada hombre tropezará con su hermano” y explica: Una persona tropezará por el pecado de otra, porque todos los judíos son garantes unos de otros.
Rashi nos dice que, además de la simple lectura, tropezaremos con nuestro hermano en el sentido físico, la maldición tiene un significado más profundo: seremos responsables y rendiremos cuentas por los pecados de los demás, porque somos garantes unos de otros.
La palabra hebrea para “garante” (arev), tiene dos significados adicionales: “mixto” y “agradable”. Estas tres palabras, aparentemente inconexas, “garante”, “mixto” y “agradable”, están, tras un análisis más detenido, profundamente conectadas. ¿Por qué cada judío es un “garante”, responsable de todos los demás judíos? Porque estamos integrados, “mixtos”, unos con otros. Así como las diferentes partes de un cuerpo conforman un solo organismo, y el bienestar de una extremidad afecta a todas las demás, también todos los judíos son partes específicas de una sola alma colectiva y están integrados entre sí.
El exilio es terrible, pero hay una bendición oculta. Mientras vivíamos tranquilos en Israel, no apreciábamos necesariamente nuestra interdependencia y conexión. Sin embargo, bajo la trágica circunstancia del exilio, nos damos cuenta de que somos garantes unos de otros porque formamos parte de un todo.
Este reconocimiento de que somos verdaderamente uno es “agradable”: es la bendición que se esconde tras la maldición. Y es este reconocimiento el que en última instancia servirá como curación espiritual del exilio, permitiéndonos experimentar la dulzura del retorno a nuestra tierra.
¿DE QUIÉN SOMOS ESCLAVOS?
[D-os le instruyó a Moisés que le diga al pueblo judío, “Los parientes del esclavo deben redimirlo] porque los Israelitas son Mis siervos, a quienes he sacado de Egipto.” (Vaikra 25:55)
Algunos de nosotros estamos tan absorbidos por el trabajo durante los seis días de la semana que parece que nos hubiéramos vuelto esclavos de él. Incluso en Shabat - el “séptimo año” semanal en el que se supone que debemos “salir libres” - es difícil liberarnos por lo absorbidos que estamos por el trabajo.
La Torá nos enseña que esta no es la forma correcta de vivir. Fuimos creados para servir a D-os: para estudiar Su Torá y cumplir con Sus mandamientos. Dado que D-os nos creó con este propósito, es seguro que nos proveyó de la capacidad de cumplirlo. Incluso cuando trabajamos durante la semana, no debemos considerarnos esclavos de nuestro trabajo; sino que debemos trabajar para usar los frutos de nuestra labor para propósitos sagrados. Y en Shabat debemos elevarnos completamente por encima de cualquier asociación con nuestras vidas mundanas.
Al liberarnos así de nuestra esclavitud personal, aceleramos la Redención general, cuando todo el mundo será libre para dedicarse a la espiritualidad y la Divinidad sin obstáculos.
Likutei Sijot, vol. 11, págs. 97-98.
Levítico (Vaikrá) 25:1 – 27:34
La novena sección del libro de Levítico abre con Moisés escuchando la voz de D-os al pie del monte (Behar en Hebreo), ordenándole transmitir al pueblo judío las leyes de los años sabáticos y de Jubileo.
La décima y última sección del libro de Levítico abre con D-os prometiéndole al pueblo judío que si siguen Sus estatutos (Bejukotai en Hebreo), serán recompensados con riqueza material y bienestar. Lo opuesto también es verdad: al abandonar las leyes de D-os, perderán Sus bendiciones. A continuación, D-os le instruye al pueblo judío con respecto a qué, cómo, y bajo qué circunstancias pueden hacer donaciones al Templo o a los sacerdotes.
¡TODOS SON MALVADOS!
Por Shaul Wertheimer
La tierra seca se agrietaba, las hojas de los árboles se marchitaban y los animales estaban resecos. No había llovido en meses y la zona sufría una grave sequía.
Los habitantes sinceros y temerosos de D-os de un pueblo decidieron declarar un día de ayuno comunitario y de reconciliación espiritual. (La tradición y la ley judías establecen que se debe declarar un ayuno comunitario en tiempos de sequía grave).
Pero nada parecía ayudar. Los productos seguían secándose, los animales morían y, aun así, no se veía ni una sola nube en el cielo.
La gente comenzó a preguntarse si esto era el fin, si estaban a punto de enfrentar el amargo final. Desesperados por guía e inspiración durante este momento difícil, invitaron a un conocido y respetado maguid (predicador) a su pueblo para compartir su sabiduría.
De pie en el centro de la sinagoga, con el rostro encendido, el maguid profirió palabras de furia y vitriolo contra la multitud. ¡Todos son malvados!, gritó. ¡Sus pecados los han separado de D-os! ¿De verdad creen que no hay Juez ni juicio? ¡Agradezcan estar sufriendo! ¡Que esto los lleve a regresar a Él con completo arrepentimiento!
Hombres, mujeres y niños escucharon las palabras del maguid y rompieron a llorar amargamente.
De repente, un joven vestido con ropas de campesino se levantó entre la multitud. "¿Qué tienes contra los judíos?", le preguntó al maguid. "Los judíos son buenos".
El maguid fulminó con la mirada al joven.
Sin inmutarse por la dura mirada del maguid, el joven se dirigió a los presentes en la sinagoga: "¡Mis compatriotas judíos! ¡Dejen de llorar! ¡Bailemos, y lloverá para cuando terminemos las oraciones de la tarde!".
Los sinceros habitantes reunidos en la sinagoga no sabían qué pensar de esto. ¿Quién era este hombre y de dónde venía? Pensaron. ¿Está loco? ¿Y cómo podemos ignorar las palabras del respetado maguid?
Como si percibiera sus preguntas, el joven comenzó a citar a los sabios para respaldar sus aparentemente descabelladas declaraciones. Sus sinceras palabras penetraron los corazones de todos, y comenzaron a bailar.
Y mientras danzaban, por fin el cielo se abrió y empezó a llover a cántaros.
Antes de partir, el misterioso joven colmó de bendiciones a los buenos habitantes del pueblo. La gente comprendió que no era un campesino cualquiera y que debía ser uno de los tzadikim (“justos”) ocultos de su generación.
Cuando la lluvia amainó, el hombre abandonó el pueblo y continuó su peregrinación. En cada pueblo que visitaba, encendía la chispa latente en el corazón de todos.
¿Quién era este joven de rostro radiante y ropa de campesino?
Su nombre era Israel, y más tarde sería conocido en el mundo como el Baal Shem Tov.
LAS FESTIVIDADES
“Y te regocijarás en tus festividades”, nos dice la Torá. “¡Muy simple: ponte contento!”. Pero ¿qué festividades? El calendario judío tiene cuatro festividades bíblicas: Pesaj, Shavuot, Sucot, y Sheminí Atzeret (Simjat Torá), cada una de las cuales posee un mensaje singular y reglas específicas. Sin embargo, todas las festividades tienen en común varias costumbres:
a. Las honramos vistiendo nuestra ropa más fina y preparando la jalá más deliciosa (o matzá, en Pesaj).
b. Disfrutamos de ellas sirviendo grandes banquetes, incluso, más que en Shabat. Se sirven dos comidas al día, una de noche y otra de día, se comienza con el kidush y la jalá y se continúa con carne (si te gusta) y demás exquisiteces.
c. Las celebramos dándoles golosinas a los niños. Asimismo, los maridos les compran ropa fina y joyas a sus esposas (cada uno de acuerdo con sus posibilidades). Y los hombres beben vino, tal como está escrito: “El vino alegra el corazón de los hombres”. También, hacemos todo lo posible por tener invitados y, en especial, invitados pobres o gente que sufre de otra clase de aflicciones.
d. Las mujeres y las niñas encienden velas para darle la bienvenida a la festividad y recitan plegarias especiales.
Restricciones Laborales
Casi todas las actividades que están prohibidas en Shabat también están prohibidas en las festividades: por ejemplo, está prohibido operar artefactos eléctricos, ir al trabajo, conducir, escribir o manipular dinero. Pero hay excepciones. A continuación, algunas de las actividades permitidas:
• La mayoría de las actividades necesarias para la preparación de la comida, como amasar, hornear y cocinar (en una cocina que quedó encendida desde antes del inicio de la festividad).
• Encender un fuego a partir de una llama ya existente.
• Transportar en el dominio público.
Nota:
Todo lo dicho se aplica a los dos primeros y los dos últimos días de Pesaj, ambos días de Shavuot, los primeros dos días de Sucot y los dos días de Sheminí Atzeret y Simjat Torá. Pero en los “días intermedios” de Pesaj y de Sucot se aplican reglas distintas, mucho menos restrictivas.
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