Este lunes 3 de febrero recibimos la triste noticia del fallecimiento de Efraim Golombek, nacido en el pueblo de Castillos en el departamento de Rocha y radicado en Israel en 1972, cuando tenía casi 27 años. En Castillos había trabajado en la enseñanza. En Israel cursó seminario de maestros, trabajó durante casi 30 años en contabilidad en la compañía del agua “Mekorot”, mientras su esposa se desempeñaba como maestra.
Entre 1998 y 2003, fue representante del partido de izquierda Meretz en el Consejo Municipal de Carmiel, donde vivió desde 1974.
Lo conocimos años atrás a raíz del atentado que constituyó un día de quiebre para toda la familia, aquel 9 de agosto que iba a ser motivo de gran alegría y se convirtió en tragedia.
Efraim y su esposa habían llegado desde su casa en Carmiel, en el norte, a Jerusalem, a encontrarse con su hijo Tzvika y con Naamán, su novia, en los últimos preparativos de su boda. El terrorismo tenía otros planes.
Era un día de vacaciones de verano en Israel. Aquel 9 de agosto de 1991, cerca de las 14.00 horas, la pizzería “Sbarro” de Jerusalem, en la concurrida esquina Iafo y King George, estaba atiborrada de gente. El terrorista lo sabía, por eso fue en ese momento a detonarse, llevando varios kilos de explosivos escondidos en una guitarra. Quien lo guió para hacerlo, quien preparó todo el terreno, la terrorista Ahlam el-Tamimi-que hoy vive en Jordania, habiendo sido liberada de prisión en el marco del intercambio por Guilad Shalit en el 2011- lo sabía. Estudió todo de antemano y llegó a la conclusión que a esa hora, tendría el mayor caudal posible de víctimas, especialmente mujeres y niños.
Fue uno de los peores atentados de aquellos años, en la segunda intifada palestina contra Israel. Cobró la vida de 15 civiles y dejó a más de 130 heridos.
“Hasta que el atentado nos tocó y nos cambió la vida”- nos dijo Efraim años atrás. “Nos movió todo 360 grados. Todo cambió”. Lo que no cambió es su deseo, que afirma es el deseo de toda una generación: “Dejar a nuestros hijos y nietos un Israel en paz y prosperidad para todos”. Así nos lo volvió a confirmar en agosto último cuando volvimos a hablar, al cumplirse 18 años del atentado en el que perdió a su hijo mayor.
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Efraim no olvidó jamás…imposible olvidar. Pero siguió adelante, siempre en Carmiel. Con su esposa, su hija de 42 años que es sicóloga y tres nietos: el mayor de 11 años, mellizas de 9 y la menor de 3.
Hoy, en su memoria, reproducimos una entrevista sobre el dolor del duelo y sobre las ganas de seguir viviendo.
P: Efraim ¿en qué cambia la vida al perder a un hijo como ustedes perdieron a Tzvika?
R: Ante todo, en la relación con la gente que nos rodea. Hoy salimos mucho menos que antes. A mi me gusta cantar, me gustaba bailar. Ibamos a “shirá betsibur”, cantos israelíes. Pero hoy ya casi no lo hacemos. Mi señora casi no sale.Si tenemos una fiesta o casamiento de alguien muy cercano, amigos o familias, sí. Si no, no vamos. También paseamos menos, aunque con el tiempo nos volvimos a abrir un poco. Es un proceso. Lentamente hacemos todo lo posible por volver a lo que fue, pero es imposible. Es como dijo mi hija: éramos cuatro, la casa sigue estando, pero ahora nos falta una pared. Ya no es la misma casa. Creo que los cimientos son fuertes y que por eso nosotros vamos a seguir, porque es lo que decidimos: seguir adelante. Tenemos la hija, tenemos nietos y creemos que eso es lo que tenemos que hacer.
P: Los nietos ocupan, supongo, un lugar clave en vuestras vidas...Años atrás me habías contado que viajan una vez por semana a Kfar Saba, donde vive vuestra hija, desde el norte.
R: Claro que sí. Para nosotros esas horas que estamos ahí, son salud neto, pura. Nos da fuerza y todo el entusiasmo y ánimo para poder seguir.
P: Creo que sería bueno honrar la memoria de Tzvika contando cómo era él, para que también otros lo conozcan.
R: Tzvika era un estudiante brillante. Estaba cursando Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas en la Universidad Hebrea de Jerusalem. Pensaba terminar el Master y el Doctorado y quedarse en el mundo académico dando clases. Pensaba especializarse en el tema de dictaduras en América Latina. Viajó durante un año en Sudamérica y allí aprendió español ya que en casa hablábamos hebreo.
P: Pero aprovechaba el tiempo para muchas otras cosas también ¿verdad?
R: Así es. En sus 26 años hizo muchísimo. Trabajó con jóvenes en situación de riesgo en el marco de la Municipalidad de Jerusalem.Todos los años hay un acto allí, ya que se dio su nombre a una pieza en el instituto y nosotros donamos una beca en su nombre a un estudiante. En la escuela en la que él estudió en Karmiel hay una pieza a su nombre en la biblioteca. En nuestro barrio hay además un monumento muy grande en su memoria. El recuerdo está siempre en nosotros, en nuestra mente y en nuestro corazón.
P: ¿Alguna vez habían temido que algo sucediera?
R: Teníamos temores porque sabíamos que ya había habido atentados en Jerusalem, donde él estudiaba, en ómnibus y otros sitios, que era un lugar delicado. Apenas pasaba algo, mi mujer lo llamaba y le dejaba un mensaje “Tzvika, llamanos, avisanos que estás bien”. Pero yo no...No tuve esa corazonada de que algo malo iba a pasar. No lo sentí.
P: ¿En qué Israel van a crecer tus nietos?
R: Esa es la gran pregunta. Espero que vivan en un Israel en paz.
En otra entrevista, habíamos conversado con Efraim, un hombre de izquierda toda la vida, sobre las perspectivas de paz. A pesar de haber perdido a su hijo en un atentado, continuaba creyendo en la paz como única opción. Pero ya era más desconfiado.
“ Hablando en mi condición de ciudadano israelí que desea lo mejor para este país, creo que un acuerdo de paz sería lo ideal. No creo que acá, haciendo algo de forma unilateral, declarando la independencia de un estado palestino sin un acuerdo de paz, sea algo positivo. Entiendo que las dos partes no llegaron a la posibilidad de sentarse en una mesa de negociaciones, cada uno presentando sus puntos de vista. Y yo diría que las dos partes son culpables de eso. Pero una parte, más que la otra”, nos dijo.
Le preguntamos a qué se refiere.
“ Creo que esa parte son los palestinos. Es que no viene de ahora..Yo quedé totalmente defraudado en el 2000 con Arafat. Estaba segurísimo de que se llegaría a un acuerdo, pero en lugar de eso se fue a una intifada. Eso no tendría que haber sucedido. Si no se llegaba a un acuerdo, por lo menos existía la posibilidad de más encuentros para seguir intentando, pero Arafat evidentemente no quería firmar.Después , la intifada que duró varios años, terminó con las posibilidades de un acuerdo a tal punto que creo que la izquierda en Israel fue terminada por la posición palestina. La izquierda acá perdió su fuerza en el momento que los palestinos no apoyaron un acuerdo y una firma en las negociaciones. Lentamente los grandes dirigentes de la izquierda se fueron retirando de la política, gente que había intentado poner su granito de arena…y mi interpretación es que en ello influyó la posición palestina”.
Efraim Golombek tenía también sus críticas a Netanyahu, pero consideraba que no era tarde para llegar a la paz.
“Es cierto que desde el punto de vista familiar hubo un cambio de 180 grados, un cambio total en la vida familiar.Pero yo no cambié de ideología por haber perdido a mi hijo. Sigo pensando que un acuerdo de paz es la solución”.
Recordamos en especial lo que nos dijo en el 2011, cuando conversamos al cumplirse 10 años del atentado terrorista en el que Efraim y su esposa Sarit perdieron a Tzvika. Nos contaba sobre los nietos y el seguir viviendo en la nueva situación:
“ El varón, que es el mayorcito, sabe que tiene un tío que se llamaba Tzvika, pero ni ha preguntado dónde está. Y estamos preguntándonos entre nosotros cómo le vamos a contestar cuando lo pregunte. Tratamos de ser personas normales y de darles todo el cariño y el amor que ellos necesitan, como buenos abuelos. No quisiera que este conflicto pase a las próximas generaciones..pero no estoy seguro que estemos en buen camino. De todos modos, mi convicción al respecto no cambió cuando perdimos a Tzvika. También antes consideraba que la paz es la única opción”.
Bendita sea la memoria de este gran hombre, Efraim Golombek.