Israel

Cuando el crimen tiene cara y nombre de amigo

Vandalismo de extremistas  contra aldea Jish en la Galilea

Esta mañana, al mirar el celular y ver que había un mensaje de Gadi Gvariahu, fundador y director de la organización Tag Meir que brega por la paz y la convivencia pacífica entre todos los sectores de la ciudadanía israelí, así como también con los palestinos, pensé: “Malas noticias”. Gadi suele notificar celero cada vez que se registra un incidente de la organización diametralmente opuesta a la suya, Tag Mejir, que ataca propiedades en localidades no judías, dejando grafittis de odio, neumáticos pinchados y pintadas hostiles. Y así fue también esta vez.

Por tercera vez en 8 años, la localidad de  Jish en la Alta Galilea, al norte de Israel-conocida en hebreo como Gush Halav-fue escenario de un crimen de odio. Cerca de 190 vehículos amanecieron con los neumáticos pinchados y pintados con Estrellas de David. Los atacantes también dejaron grafittis con las frases “Judíos, a despertarse y dejar de asimilarse”, escritas en paredes de casas particulares y de una mezquita.

Y yo pensé en Shadi Khaloul. Orgulloso israelí, orgulloso cristiano que destaca las raíces arameas de su familia y toda su comunidad, al que conozco hace muchos años y entrevisté repetidamente. Por primera vez, ya ni recuerdo hace cuánto tiempo, lo grabé justamente en Jish, frente al hermosísimo paisaje del lugar, mientras él me mostraba un singular libro de oración antiquísimo en arameo con la misma pasión con la que hablaba de su servicio como oficial de  paracaidistas en las Fuerzas de Defensa de Israel.

Shadi Khaloul
Shadi Khaloul

 

Shadi vive en Jish con su familia. En el lugar hay hoy en día aproximadamente 3.000 habitantes, la mayoría cristianos (cerca de 1600) y el resto musulmanes. Hace unos minutos nos confirmó que hoy asciende a cerca del 30% la cantidad de habitantes de Jish que sirven o han servido en las fuerzas de seguridad, sea Tzahal o Policía-la mayoría cristianos- y de musulmanes que hacen servicio nacional voluntario, aportando también así, de otra forma, a la sociedad.

En todo sitio donde golpee el terrorismo y el extremismo irracional, se está cometiendo una injusticia. Es que la ley debe perseguir a terroristas responsables de atentados. Nadie tiene autoridad ni moral ni legal para atacar a nadie por tener tal o cual identidad. Sólo el Estado puede tomar medidas, y sólo por algo que se haya hecho, por algún crimen que se haya cometido, no por ser árabe , ni cristiano, ni musulmán.

En ningún sitio es legítimo este tipo de ataques. Y cuando oímos que uno así ocurrió en Jish, nos parece especialmente increíble.

Shadi simboliza la inclusión, la vida juntos, la defensa compartida del país. Es Capitán en la reserva, no hay carta que firme sin colocar su rango como principal identificación, ni tribuna que desaproveche sin destacar por qué Israel es el mejor hogar concebible para los cristianos que son hoy sus ciudadanos. Lo ha mostrado tanto con su servicio de defensa como creando años después la primera mejiná, curso preparatorio, para jóvenes que están por enrolarse, en la que judíos y cristianos cursan juntos. Kineret se llama, y es uno de sus grandes orgullos.

Pensar en Shadi este martes recibiendo la noticia de lo ocurrido junto a su casa, estruja el corazón. Pone cara y nombre a una locura.

El Primer Ministro Biniamin Netanyahu condenó el ataque. “Hallaremos a los violadores de la ley y los procesaremos”, aseguró. “No aceptaremos agresiones contra nuestros ciudadanos”.

La condena debe traducirse en hechos.

La visita de solidaridad a Jish
La visita de solidaridad a Jish. De espaldas, con kipá, Gadi Gvariahu, director de Tag Meir.
Al costado, a la derecha, de abrigo marrón, Shadi Khaloul.

 

Según la organización Tag Meir que condena absolutamente todos los ataques de este tipo y realiza visitas de solidaridad a los lugares vandalizados, sostiene que han sido 31 los casos de este tipo en el norte de Israel en los últimos 8 años. De ellos, como ya señalamos, 3 han sido en Jish. La mayoría de estos incidentes se registra en aldeas palestinas en Cisjordania, no en el territorio soberano de Israel.

“La gente que comete estos ataques, considera que habla en nombre de D´s y que defiende los valores judíos”, declaró Ruth Klein, coordinadora de Tag Meir. “Pero nosotros en Tag Meir recalcamos justamente lo contrario, que esto no representa al país ni al judaísmo sino que nos perjudica seriamente a todos”.

Tag Meir organizó, como siempre, una visita de solidaridad a Jish para condenar lo sucedido y expresar repudio al ataque. Aproximadamente 200 ciudadanos judíos se hicieron presentes este martes de tarde en Jish y manifestaron su solidaridad al jefe del Consejo local Elias Elias, junto con diferentes líderes religiosos, representantes de los seminarios pre-militares y de poblados judíos y no judíos vecinos.

El abrazo fue fuerte y sincero. Con la misma fuerza, hay que buscar a los responsables de estos crímenes de odio. Son un cáncer peligroso que busca atemorizar y dejar una sensación de inseguridad no sólo entre adversarios sino precisamente entre quienes creen en la convivencia en paz. Se los debe frenar. Ya. Sin demora.

 

Ana Jerozolimski
(11 Febrero 2020 , 19:49)

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