Mundo Judío

Recordando a Ela Weissberger, sobreviviente del coro de niños de Brundibar en Terezin, que visitó Uruguay

Este martes 30 de junio , la hoy ya fallecida Ela Weissberger estaría cumpliendo 90 años. En su memoria, compartimos la entrevista que le realizamos hace 5 años muy poco antes de su partida de Estados Unidos a Uruguay, viaje que la inspiraba una gran emoción. Sabía que cantaría en el SODRE recordando a los niños de Brundibar, sus  amigos de Terezin asesinados en la Shoá.

"Detrás de las montañas que rodeaban Terezin, estaba la esperanza", nos dijo.

La entrevista con Ela fue por teléfono. 

La escuchábamos y sentíamos una singular mezcla de alegría de saberla viva, de furia por conocer todo lo que tantos niños como ella pasaron durante la Shoá, de tristeza por tener claro que de 15.000 niños que había en el campamento de Terezin, sólo un centenar pudo sobrevivir.

Y por cierto, una emoción especial de saber cómo se la esperaba en Uruguay, que sería declarada Ciudadana Ilustre de Montevideo. Y que junto con niños uruguayos, en el Auditorio Nacional del Sodre, cantaría sobre el escenario la canción de la victoria de Brundibár... Y recordaría  a sus amigos asesinados, para que no terminen nunca de morir.

Con la entonces Intendente Ana Olivera

 

Ela, nacida en Checoslovaquia, tenía 11 años cuando llegó a Terezin. Allí participó en la ópera de niños Brundibár, que fue presentada decenas de veces en el campo de concentración. Finalmente, Ela se salvó, junto a su madre y su hermana. Tras un corto tiempo en Israel, se radicó en Estados Unidos.

 

Ela Weissberger estuvo varios días en Uruguay y pudo palpar de cerca a muchos de aquellos tocados por el  proyecto Brundibár en nuestro país, gracias a su imponente nervio motor, Eduardo Bartfeld, cuyo entusiasmo movilizó en su momento a autoridades de Educación y Cultura, a la Escuela Pedro Figari, diversas escuelas públicas, al Auditorio Nacional del Sodre y hasta a las campanas de la Catedral en la Plaza Matriz, que como dijo el arzobispo de Montevideo, cardenal Daniel Sturla  a los niños que participaron en el involucramiento popular por las calles cantando la canción final de Brundibár, "repican para ustedes".

Este es un resumen de aquella  conversación con Ela, poco antes de partir hacia Uruguay.

 

 

P: Ela, tanto he oído de usted semanas que me parece conocerla aunque jamás la he visto... Y creo que lo central es preguntarle qué le inspira este viaje que está por emprender a Uruguay, donde la están esperando con mucha emoción...

R: Para mí es impresionante. No te imaginas cuánto me honra hacer este viaje. Lo estoy esperando ansiosa. Quisiera destacar que lo que Eduardo Bartfeld y quienes le acompañan están haciendo por nosotros, los sobrevivientes, es impresionante. Somos pocos y estamos cerca de la muerte, pero no nos morimos mañana y hay que seguir.

P: Dios no permita Ela... Hasta los 120. Y usted verá aún muchos reconocimientos. Usted dice que se está haciendo con este proyecto mucho por los sobrevivientes, pero también ustedes, los que tuvieron la dicha de no morir en la Shoá, están haciendo mucho para honrar la memoria de las víctimas.

R: Creo que sí. Es cierto. Yo siento que lo que los sobrevivientes aún pueden hacer por la causa y recordar al millón y medio de judíos asesinados sin razón, sólo por ser judíos, es muy importante. Y siento que ahora puedo contar algo de lo que durante mucho tiempo no hablé porque me resultaba muy doloroso. Desde aquel 16 de octubre de 1944, cuando yo por última vez dije "adiós".

P: ¿A qué se refiere?

R: Ese día salió la Marcha de la Muerte. Yo estaba en mi cuarto, el número 28, con mis compañeras y por cosas circunstanciales, accidentales, no salí con ellas. Siempre pensé que las chicas volverían. De repente me di cuenta que en el piso se había caído algo que me pareció que era como un diario. Mi buena amiga Pollack se lo había olvidado. Lo levanté. Ella no lo llamaba "diario" sino que en checo le dio una palabra que significaba "todo". Allí había escrito poemas. Estudiaba hebreo así que también había alguna cosa en hebreo... Todo lo que le pasaba estaba en ese pequeño libro.

P: ¿Y esa amiga sobrevivió?

R: Afortunadamente sí. Ella logró volver de la Marcha de la Muerte a Terezin. Hoy vive en el kibutz Hajotrim, fundado por inmigrantes de Checoslovaquia. Y sé que ella dice siempre "mi amiga Ela salvó mi todo". La vi seis meses después, cuando volvió en el primer grupo, pero sumamente enferma, en muy mal estado. Cuando le mostré lo que le había guardado, no lo podía creer, porque ella escribía allí todo. Casi se desploma.

P: Aquí hay algo que va más allá de una historia personal con una amiga ¿verdad?

R: Así es. Yo trato de decirles a los niños que deben escribir desde pequeños sus experiencias, porque tienen un mensaje para las otras generaciones. Hay muchas historias tristes de por medio, y no deben ser olvidadas.

 

P: ¿Recuerda cómo se sentía en Terezin, qué comprendía de lo que estaba pasando?

R: Recuerdo todo claramente. Yo ya tenía mi estrella amarilla porque éramos los primeros niños en Terezin, de la República Checa. Recuerdo cada día.

P: ¿Había algo en lo que podían hallar aliento? Los niños quizás son más hábiles que los mayores en buscarlo.

R: Yo suelo recordar mucho a la maestra de arte. Siento que vivía en mi cuerpo... Repito lo que ella nos decía y recuerdo cómo me ayudó a sobrevivir cada día, lo que nos decían ella y quienes trabajaban con nosotros en Brundibár. Ella nos llevaba a la ventana cantando una canción de niños y nos decía que Terezin está rodeado de montañas, que el sol está cuidando desde arriba de las montañas... Pero que lo más importante es que, del otro lado de las montañas, está la esperanza. Y ella tenía la esperanza de que sobreviviéramos.
Y lo repito porque eso realmente nos ayudó. Quiero que sepas que, cuando estábamos cantando en Brundibár, no teníamos que ponernos la estrella amarilla. Fue como un corto rato en el que éramos libres. Y yo tengo hasta ahora la estrella... La guardo como mi estrella de la suerte.

P: ¿Pero captaban que eso podía terminar en vuestra muerte?

R: Sentíamos, sí, que el final podía ser la muerte. Un amigo que sobrevivió suele decirme: "No podemos perdonarlos porque ellos sabían que lo que querían era vernos muertos". Debemos garantizar que las nuevas generaciones sepan que sólo un pequeño grupo sobrevivió. Cuando yo tenía 11 años mi principal preocupación era qué pasaría cuando ya no fuese una niña, si iba a llegar... Pero aquí estoy.

 

P: Y junto a la alegría de haber sobrevivido, ¿hay preocupación por sentir que el mundo no ha aprendido la lección, que hay demasiados problemas e intolerancia todavía?

R: Mira, te comento algo que le aclaré a Eduardo, antes del viaje a Uruguay. Hay un texto adaptado de Brundibár, que hizo Tony Kushner, que termina con el supuesto regreso de Hitler, quien regresa diciendo "Soy Brundibár, y estoy volviendo". Y me respetan, y aceptan que yo no puedo cantar con los niños la canción de Brundibár con esa versión. No estoy de acuerdo.

Hay que advertir contra los peligros de hoy, pero no usar la palabra Brundibár. No quiero que nadie pueda decir que Hitler vuelve, porque esa fue la peor época de la humanidad. Hoy en parte se repite, pero yo no puedo oír que "Hitler vuelve".

 

P: ¿Le parece importante que en toda esta gran movida en Uruguay estén participando tantos niños que no son judíos?

Ela en Montevideo, con escolares uruguayos

 

R: Lo he apreciado así desde el comienzo, justamente, apenas Eduardo empezó a construir todo esto. No sabía que todo sería aceptado de esta forma, cómo él lograría recorrer varios caminos y agregar tantas ramas al árbol. Me ha invitado la ministra de Educación y entiendo que los niños de Uruguay están recibiendo un gran mensaje educativo y esto me emociona mucho. Y sí, me importa mucho que haya niños no judíos que reciban el mensaje.

P: ¿Y qué mensaje quiere transmitirles?

R: Para responder te diría primero que yo era una niña que amaba a sus amigos. Recuerdo que cantaba canciones de una señora que fue enfermera, cuidaba a los niños, y que había escrito canciones en checo, una de las cuales era sobre los amigos. A mí me encantaba. Y cuando mis hijos estaban creciendo, les cantaba para que sepan qué importante es tener amigos, qué significativos son en nuestras vidas.
Cuando yo canto con los niños la canción de la victoria en Brundibár, siento que digo "tú y yo somos amigos", "tú y yo nos queremos, nos encontramos en Terezin, éramos amigos y nos necesitábamos, íbamos de la mano, tú y yo seguiremos siendo amigos, tú y yo no nos olvidaremos nunca". Y pido a la gente, por favor, recuerden también a mis amigos que ya no están. Porque esos niños, no eligieron la muerte. No se debe olvidar a todos aquellos que no querían morir...

 

P: ¿Qué más quisiera decir ahora a los niños que la verán en Uruguay?

R: Que me siento muy honrada de ser parte de todo esto. Haré todo lo que pueda para contar y preparar a las próximas generaciones, para que sepan que deben combatir el mal que hay en todo el mundo. Que Dios nos ayude.

 

Ana Jerozolimski
(30 Junio 2020 , 16:20)

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