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MiSinai

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No. 61
Ree
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LA BUENA VIDA

Por Yossy Goldman

¿Una vida moral equivale a tener buena fortuna? ¿Las cosas siempre van bien si uno es una persona “religiosa”?

“Mira, hoy presento ante ustedes la bendición y la maldición. La bendición, si obedecen los mandamientos de Hashem, su Elokim que yo les ordeno hoy. Y la maldición, si no obedecen los mandamientos de Hashem, su Elokim, y se apartan del sendero -que yo les prescribo hoy- siguiendo a ídolos de otros...” (Devarim 11:26-28)

¿Se identifica con estas palabras de los versículos de apertura de la parashá de esta semana? ¿Todas las personas justas son bendecidas y todos los ateos maldecidos? ¿Realmente funciona de esta forma en el mundo real?

La verdad es que, como el Talmud declara categóricamente, “la recompensa por las mitzvot no está en este mundo”. La recompensa máxima está reservada para el mundo por venir. ¿Qué es, entonces, lo que la Torá nos está diciendo aquí?

Una respuesta es que nos está enseñando que vivir una vida divina es en sí mismo una bendición. Y que llevar una vida donde el sistema de valores de D-os es irrelevante es en sí mismo una maldición. La virtud es su recompensa y “la recompensa por una mitzvá está en la mitzvá misma”.

Quizás hubo un tiempo en el que necesitábamos fé para creer en esto. Hoy en día, honestamente pienso que es evidente. En nuestra generación, vemos empíricamente que una vida dedicada a los valores de la Torá es bendecida y, tristemente, otros estilos de vida traen lo opuesto de la bendición tras de sí.

Examinemos algunas áreas de la sociedad de hoy y veamos si podemos discernir alguna verdad en estos versículos.

Divorcio: Ya hace un tiempo que la comunidad judía ha alcanzado la paridad con el resto del mundo en estadísticas de divorcio. Nosotros también hemos pasado la tasa de uno de tres y actualmente uno de cada dos matrimonios terminan en divorcio.

Sin embargo, si miramos a la comunidad observante de Torá, a pesar de que hay más divorcios que nunca antes, el porcentaje está aún por debajo del 10%. Los cínicos pueden argumentar que esto es porque entre la gente religiosa aún existe un cierto estigma y por lo tanto reluctancia a divorciarse, por lo que mucha gente permanece en matrimonios infelices. Puede ser cierto, en cierta medida, pero estoy convencido que hay muchos factores positivos que contribuyen a un mayor éxito en el matrimonio entre las parejas observantes. Por nombrar algunos: la gente religiosa comparte valores y aspiraciones comunes. Muchas de las cosas que otros discuten no soy puntos de diferencia entre individuos observantes. La gente religiosa está lejos de ser perfecta, pero estadísticamente son más fieles con sus cónyuges que la gente no religiosa. El Shalom bait (vida de hogar armoniosa) es un imperativo religioso; una vida familiar feliz es una necesidad social en las comunidades religiosas. Y luego hay mitzvot que ayudan de manera concreta. Cuidar Shabat es una mitzvá que fomenta el tiempo familiar y la unión en formas que necesitarian esfuerzos heroicos alcanzar de otra forma. Y, por supuesto, la mikve es una mitzvá que impacta directamente en los matrimonios, mejorando la relación íntima inconmensurablemente.

Crímenes Violentos: Primero las malas noticias: desafortunadamente no es que no se haya escuchado de judíos que hayan estado involucrados en crímenes de cuello blanco. El fraude y la estafa no son cosas de las que estemos orgullosos. Además, hoy en día, aún crímenes violentos son perpetrados por personas judías de una forma que siempre fue extraña a nuestro pueblo. La violencia vial ahora sucede de manera regular en Israel. Y han habido algunos casos muy publicitados de violencia de judíos contra judíos en los Estados Unidos.

Pero en la comunidad religiosa, a pesar de que los crímenes de cuello blanco no son desconocidos, el crimen violento es algo raro. De hecho, cuando Igal Amir asesinó al Primer Ministro Itzjak Rabin, causó tanta conmoción en el mundo no solo porque él era un judío sino precisamente ¡porque era un judío que usaba kipá!

Quizás en otras religiones, el fundamentalismo religioso produce violencia. Con los judíos es lo opuesto. (Ok, una vez escuché el caso de un hombre en el shul al que no le dieron una aliá ¡y le pegó al gabai! Pero debe admitir que es una excepción).

Males Sociales: A pesar de que el alcoholismo, el abuso de droga y el SIDA no son desconocidos, son ciertamente una excepción en los círculos religiosos. En la comunidad más amplia estos azotes de nuestra generación están afectando a grandes números de judíos. Estamos, después de todo, totalmente integrados en el tejido de nuestra sociedad. Nuestro grado de susceptibilidad depende casi completamente de las elecciones que hagamos en las escuelas y en los ambientes sociales.

Por favor, no piense que soy presumido y condescendiente cuando hablo de esta forma sobre la superioridad del estilo de vida observante de la Torá. Obviamente que no hay garantías. Cada persona enfrenta las mismas elecciones y desafíos en la vida. Elecciones trágicas, D-os libre, pueden ser hechas por cualquiera en cualquier lugar. Pero si somos objetivos no podemos dejar de lado la evidencia tangible de que nuestra parashá tiene razón: que la forma de vida de D-os no es solo un camino al paraíso en el más allá, sino que es en sí mismo una bendición para nosotros aquí y ahora.

Si queremos las bendiciones de este mundo para nuestras familias y para nosotros, deberíamos considerar seriamente el estilo de vida de la Torá. La elección es nuestra.

EL REBE ENSEÑA

VER Y CREER

[Dijo Moshé al pueblo judío en nombre de D-os:,] “Ved, hoy pongo ante vosotros la bendición y la maldición.” (Devarim 11:26)

Una maldición divina es en realidad una bendición que resulta demasiado grande como para revelarse en nuestro limitado mundo y debe, por lo tanto, “disfrazarse” de maldición. Nuestro desafío es verla desde esta perspectiva en lugar de caer en la trampa de enojarnos con D-os. Se infiere de esto que el dolor y la negatividad existen con el fin de darnos libre albedrío, y este existe a su vez para permitirnos ser merecedores de las recompensas por nuestras elecciones y que no nos sintamos indignos de las bendiciones que nos otorga D-os.

Cuando reconocemos que el mal existe exclusivamente para darnos la libertad de rechazarlo, la lucha contra él se vuelve mucho más sencilla.

Likutei Sijot, vol. 4, págs. 1339-1342.

PARASHÁ EN 30"

Deuteronomio (Devarim) 11:26 – 16:17

La cuarta sección del Deuteronomio continúa el segundo discurso de despedida de Moshé al pueblo judío. Moshé comienza urgiendo al pueblo a ver (reé, en hebreo) que D-os da a elegir entre una vida de bendiciones y otra de maldiciones, y que la elección depende de cada uno.

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EZRA HASOFER (SIGLO III AEC)

Era de familia de Cohanim, nieto de Saraia, el último Cohen Gadol del primer Bet Hamikdash. Dedicó toda su vida al estudio de la Ley. Al saber que los Judíos que aún vivían en Eretz Israel habían permanecido sin dirigentes, decidió emigrar de Babilonia donde se crió y se trasladó a la Tierra de sus antepasados. En el año 3413 (de la creación del mundo) obtuvo del Rey Artajerjes 3º de Persia, el permiso de emigrar a tierra de Iehuda y de nombrar a su albedrío jueces y dirigentes.

A su llegada a Jerusalén, convocó a todo el pueblo ante el Bet Hamikdash, les habló calurosamente y les dio a entender el gran mal que era unirse en casamiento con pueblos no judíos. El pueblo respondió como un solo hombre al llamamiento de Ezra, que con su elocuencia e influencia consiguió volver al pueblo al buen camino. Ezra fundó el gran Tribunal de los 120 Sabios llamado Keneset HaGuedolá. Esta gran Junta de Rabinos comentó y explicó la Ley y la enseñó a todo Israel. Ezra hizo copias de las Santas Escrituras e impuso la obligación de leer la Torá en público 3 veces por semana, para que el pueblo se enterara de su contenido.

El objetivo de Ezra era apartar a los judíos de los demás pueblos y convertirlos en un pueblo Santo. Ezra transmitió a los Sabios de la Keneset HaGuedolá, la Ley Oral recibida de los últimos profetas.

LA TZEDAKÁ

Dar no es solamente una cuestión de amabilidad. El mundo gira sobre su propio eje, las galaxias y las estrellas continúan moviéndose gracias a que damos. A decir verdad, nada de lo que poseemos es realmente nuestro, sino que Di-s nos lo da para que se lo podamos dar a los demás.

Dar es una mitzvá y una responsabilidad. Y como tal, tiene su propio conjunto de normas:

La obligación:

Vas caminando por la calle y alguien te pide comida. La mitzvá dice: tienes que darle algo. Si te pide dinero, te está permitido averiguar si esa persona es de fiar. ¿Tienes el bolsillo vacío? Demuéstrale empatía, dile algunas palabras de aliento. De ningún modo puedes mostrar indiferencia y seguir caminando.

La práctica judía estándar es dar para caridad por lo menos 10% de los ingresos netos. Hay muchos volúmenes escritos respecto a lo que se considera "ingresos netos" y respecto a en qué momento pueden deducirse del diez por ciento los gastos de matrícula y demás gastos de mitzvá. Consulta a tu rabino respecto a tus inquietudes específicas.

Dado que dar es una mitzvá, esto no solo ayuda a los demás, sino que también sirve para que tú mismo te eleves. Y es por eso que tenemos una pushka (alcancía de caridad) en un lugar prominente de la casa o de la oficina. Solamente, deja caer unas cuantas monedas en la pushka cada tanto, por lo menos una vez al día.

El que recibe:

Dales tzedaká (caridad) a las personas necesitadas, a las escuelas de Torá, a las instituciones judías o a las causas humanitarias. El familiar que se encuentra en un aprieto económico tiene precedencia sobre aquel que no es familiar tuyo. Del mismo modo, las organizaciones de caridad locales tienen precedencia sobre las de otros lugares. Y los fondos de caridad de Israel tienen precedencia sobre los fondos de caridad (no locales) de la diáspora.

El resultado final:

No hay ninguna otra mitzvá que evoque una reacción divina tan poderosa como la tzedaká. Y la verdad es que esto tiene sentido: tú ayudas a los demás y Di-s te ayuda a ti. Nuestros sabios enseñaron que la tzedaká trae expiación y protege contra los duros decretos celestiales.

MiSinaí es una publicación de Jabad Uruguay. Pereira de la luz 1130, Montevideo.
Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
Para recibir MiSinaí por email o por whatsapp, contactar por teléfono al 2628 6770 o por mail: [email protected].

 

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