Janet Rudman

Janet Rudman

Me gusta leer y escribir. Encontré en la lectura y la escritura una forma de canalizar mi esencia. Leo con la misma pasión con la que tomo café. Me gusta escribir sobre historias mínimas. He trabajado en varios proyectos editoriales uruguayos que construían identidad judía: Kesher, TuMeser, Jai y ahora formo parte del staff de SemanariohebreoJai.

Columna de opinión

El café y la revolución

Amo el café. Lo tomo a la mañana, a la tarde y a la noche. Mi alma y mi cuerpo disfrutan de su compañía. 

Yo  tenía síndrome de abstinencia de café y de celular.  ¿Quién dijo que la vida es maravillosa sin wifi? Para mí sin café ni twitter,  no sé cómo se llama eso que otros definen  existencia. Para mí el café es como la vida. Moriré el día en  que el café no forme parte de ella.  Soy café en un cuerpo de mujer.Me gusta el instantáneo, el de filtro, el Nespresso,  aún sin George Clooney, no porque él  no me guste, me fascina.

 Sin un café no termino de despertarme.  Ese día había dormido una ligera siesta y tenía muchas ganas de ir a darme un chapuzón a la playa. Estaba en Varadero en un hotel, sin vista a la playa y con lentitud en el servicio del café. El café, a disposición en la recepción era intomable.

No sé qué significa all inclusive.  Lo que incluye es un extra en propinas, no por voluntad, sino para recibir lo imprescindible.  Decidí quedarme en el mostrador sin moverme, sin dejar a otra gente llegar, sin dejar a los mozos hacer su trabajo. Yo necesitaba un café. Y cuando yo necesito un café, el mundo se entera.

Me ha costado conseguir cafés en muchos lugares de mi ciudad y en algunas otras ciudades también.  Excelente por ejemplo el café del Malba de Buenos Aires, el del MOMA de Nueva York y el de Museo Thyssen de Madrid.

El mozo era un señor cercano a los 60, prolijo con la piel curtida por el sol. Hacía su trabajo con precisión,  que para mis niveles de ansiedad era lento. Era una tarde de cielo azul y mar tibio, después de insistir varias veces, el mozo me contestó: “El café es como la revolución, tarda pero llega inexorablemente”.  Me callé la boca y le dije que esperaba el café pero le regalaba la revolución.  

Janet Rudman
(27 de Agosto de 2020 a las 18:50)

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