Friedrich Perschak

Friedrich Perschak

Lector, muy lector.  Desde hace años participo de talleres de escritura y lectura.  Estudiar Tora me lleva de la mano a mi identidad judía. Desde que me acuerdo, he leído.  En un verano, cuando tenía 9 años, mi padre nos dio a mis hermanos y a mí, libros para leer en la hora de la siesta;  ese fue el verano de Stefan Zweig. Desde ese momento mi relación con la literatura nunca se rompió. Todos los libros son buenos para ser leídos, todo lo vivido para ser narrado y para ser visto en el cine. La comunicación literaria como mi forma de vida.

Columna de opinión

Acércate, Sara

Acércate, no tengas miedo, ven, trae tu último cántaro desde el pozo, no lo des a nadie, guardado, es tuyo, limpia con él tu cuerpo, tu cara, tus cabellos negros, purifícate que hoy te casas, tu tío espera, apúrate.

Ve, acompáñalo por los caminos de verdes pastos, tú debes estar con él, siempre fiel a él, haz lo que te ordene, no discutas cuando no lo debes hacer, solo sé tú junto a él.

Rompe tus ídolos, rompe con todo tu mundo, acompáñalo siempre, anda con él a donde él te lleve.

Ve para él.

Tu debes mentir por él, si él lo pide se tu hermana, cuando él lo diga, sé su esposa, para él y para todos, dale hijos, hazlo feliz.

Tú eres feliz, debes serlo.

Carga con tus cosas y con las de él, déjalo pensar, déjalo que se pierda por las noches del desierto, no te das cuanta que él esta creando, que está ocupado como para entenderte, tú sabes lo que tienes que hacer, ¿por qué no lo haces?

El espera un hijo, lo quiere, lo necesita, se lo prometieron, tú no se lo das, por qué haces eso, anda hazle un hijo, apúrate, no te das cuenta que el tiempo pasa.

Tú ahora eres hermosa, no permitas que el tiempo pase y se esfume tu belleza, no te conviertas en vieja, fea, sola y sin hijos.

Tu debes llamar a tu esclava, sé buena con ella, tú tienes que dársela a tu esposo, sólo ella podrá llenar tus días, ella si podrá hacer lo que no puedes, ella lo hará feliz, tú no.

No mires, no te pongas ansiosa, él la disfruta, a tí sólo te queda esperar en el silencio del desierto, la noche larga, oscura y sola te espera, te lo mereces.

Tú aguanta, ella tiene el vientre hinchado, tú no, ella es más importante que tú, si tu esclava ya es la dueña de todo, su hijo también lo será, tu ahora te convertiste en esclava, sí, en esclava de tí misma, en sierva de tu sin razón.

Haz esto, echa a esa esclava, pero quédate con su hijo, si ella no quiere irse, mátala. Pero eso no está bien y tú lo sabes, tú sabes todo.

No la mates, tú eres mas que la muerte, déjala sola, haz lo mismo que hizo él, mándala al calor del desierto, que se lleve a su hijo, ese niño llorón que tanto te molesta, déjala sola, quédate con él, con el que amas, quédate triunfante por fin.

Pero viste, ella no muere, él piensa en su hijo, claro lo extraña, necesita lo que tú nunca le diste.

Atiende a la visita, no ves que son importantes, no espíes lo que ellos conversan, si lo haces, que no se enteren, no, no te rías, ya lo hiciste, te gusta la noticia, aunque no lo puedas creer, serás lo que toda tu vida esperaste  ser.

Siéntate aquí, déjate ayudar por esas mujeres, siente la fría y dura roca, relájate  y paré, disfruta el sentirlo sobre tí, siente el placer que es darle de mamar, ponle su nombre, llámalo, hasle crecer, quiérelo. Es tuyo por fin.

Llama a su esclava que echaste un día, muéstraselo, compáralo, deja que su hijo junto con el tuyo sean hermanos, deja que tu familia sea una gran familia.

Tú eres la que lo va a educar, enséñale todo lo que debe saber, incúlcale el respeto a su padre, a su dios, a sus mayores.

No llores cuando a la mañana no lo encuentres, cuando tu hijo se haya ido en el silencio de la madrugada, caminando por días interminables junto a su padre en silencio, no te desesperes cuando te enteres que tu esposo, tu compañero de toda tu vida decide atarlo sobre una roca, no clames cuando su padre esté afilando su cuchillo con el que le va a hacer daño.

No llores cuando el padre lo circuncide, él sabe lo que debe hacer, es que no lo puedes entender.

Llama a tus damas de compañía, rodéate de ellas, incluso a tu esclava, ella estará contigo, te tomará de la mano cuando el dolor sea más fuerte que tus fuerzas, ella no tendrá rencor cuando llegue tu final.

Nunca te enterarás que tú fuiste la víctima, que tu moriste en lugar de tu hijo, es tanto que lo quieres, que preferiste cambiar tu vida por la de él y por las de todos nosotros.

Tú fuiste lo mejor que pudiste, tu fuiste como eras, pero ahora yo te perdono.

Friedrich Perschak
(15 de Septiembre de 2020 a las 16:47)

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