Cultura

Conversamos sobre Amos Oz con Ianai Silberstein

 

Ya hace tres años de su muerte y siempre es un buen momento para hablar de él. Gracias a la invitación de Ianai Silberstein y de la NCI a quienes agradezco, vamos a charlar sobre su obra y su legado. 

 Amos Oz murió  en un día fresco, con un viento simpático que  me despeinaba. Yo instagrameaba  un lobo marino cuando sonó el teléfono y la voz de Ianai Silberstein  me djo: "murió Amos Oz". La llamada duró treinta segundos. Yo empecé a leer a Amos Oz bajo la tutela de Ianai Silberstein cuando trabajaba en tumeser.com.  Publicamos allí muchos artículos sobre su obra y su manera de manera de ver la vida. De ahí en más, comencé a leerlo. 

Había escuchado hacía poco una conferencia suya viralizada y reflexioné sobre su postura política ante los palestinos. Siempre la  consideré un poco naif. Sentí que eran las palabras de un hombre maduro, ya no hablaba el “famoso pacifista”, sino un hombre cabal con los pies en la tierra.  No quería ser  parte de una minoría en el pueblo árabe. 

Ha sido galardonado con los más prestigiosos honores y distinciones, entre ellos el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2007, la Legión de Honor francesa, el Premio Goethe, el Franz Kafka o el Israel Prize. Su obra consta de más de veinte títulos, incluyendo novelas, colecciones de cuentos, libros para niños y ensayos, así como infinidad de artículos, y ha sido traducida a 42 idiomas incluyendo el árabe. 

Amoz Oz es un escritor con mayúsculas.  Siento que no se lo valora en su justa medida. En lo personal, homenajear a Amos Oz se lo hace leyendo. Leí Conocer a una mujer.  Nunca había sentido nombrarlo. Es fascinante. Su protagonista es Yoel Ravid. Es la historia de un espía del Mossad (aunque no se diga), luego de su viudez y mudanza con sus suegras y su hija. Cuenta las historias mínimas de un hombre que dedicó su vida a su país. Está presente  el recuerdo de su matrimonio y de todo aquello que no supo entender de su esposa porque había que salvar a Israel; el miedo por su hija; la constatación de que “más amor del permitido” puede ser destructivo. Se los recomiendo.

Yo leo en español y en inglés.  Las traducciones del hebreo al español de Raquel María Lozano son maravillosas.  Le agradezco profundamente una versión tan cuidada con un español neutro que me facilita la lectura.

Historia de Amor y Oscuridad es su gran libro. Es la historia de su vida enmarcada en una Jerusalem  histórica. La narración va hacia delante y hacia atrás en el tiempo y refleja más de cien años de historia familiar Tiene como protagonistas a cuatro generaciones de soñadores, poetas egocéntricos, reformadores del mundo y ovejas negras.. Amos Oz nos cuenta la historia de su infancia y adolescencia, una historia llena de aspiraciones poéticas y afán político: una novela que es un debe para quien quiere saber sobre historias de familia. 

Amos Oz me hizo conocer Jerusalem sin pisarla. Su madre es casi protagonista de  varias  de sus novelas: Mi querido Mijael y Judas. Leer la obra literaria de Amos Oz es casi un deber para un lector que disfrute las historias y su contexto. Disfruté muchísimo con las descripciones de la vida en el kibutz en Quizás en otro lugar.

 

 

“El mismo mar” es una historia contada por personajes diferente en  lugares distintos con un hilo conductor. Están interrelacionadas por sus historias y por sus sueños.

“Versos de vida y muerte”, es una novela que tenemos en el debe los que nos gusta la lectura vinculada con la escritura. 

Así comienza el libro. Con este comienzo solo puedo imaginar como sigue.

Leí esto en la revista Letras libres y no pude con mi genio. Lo comparto:

Imaginar es una forma de comprender. Al escuchar el fragmento de una conversación, una frase suelta, una risa o un gemido, podemos imaginar una historia. Al observar a un peatón, una cara, un gesto o una mirada, podemos imaginar una vida. Vemos, por ejemplo, a un hombre en la calle. Desplaza su peso de una pierna a otra, enrolla y desenrolla un periódico mientras espera cruzar la calle. Ese hombre, además de un periódico bajo el brazo, tiene una esposa. Tiene un departamento, un trabajo y hasta es autor de un libro. Como si la vida de ese hombre estuviera hecha de muros de cristal. Pero ¿por qué imaginamos historias, vidas? Tal vez porque imaginar es una forma de comprender, por ejemplo, a un desconocido. Imaginar es, sobre todo, una forma de comprender lo desconocido.

Imaginar es la ficción de todos los días. Es un receso de la vida real, uno que puede ser soleado o tormentoso. Aquí, una de sus características: la imaginación llega lejos, llega al extremo que quiere. Porque ir allá, volar inmóvil, es natural y necesario. Pero, por obvio que suene, una cosa es imaginar la vida de un hombre que cruza la calle y otra es llevarlo a la literatura. Versos de vida y muerte de Amos Oz (Jerusalén, 1939) lo hace.

De Fima, sostengo que es  una auténtica delicia. Leanlo y pasarán horas siguiendo al singular personaje Efraim Nomberg, Fima, su protagonista. Oz lo denomina un schlemiel, un perdedor, se parece a Woody Allen personaje, un perdedor con una capacidad verbal desmedida, en cuyas tiradas se mezclan ocurrencias de-satinadas con válidas apreciaciones intelectuales sobre la vida israelí. Su escasa habilidad para resolver los asuntos prácticos de la vida cotidiana redondea su personalidad.

Podría seguir eternamente hablando de libros y de Amos Oz. Si quieren saber de un escritor, no lean sobre él, compren  sus libros, revisen bibliotecas ajenas, vayan a la feria de Tristan Narvaja y miren las ofertas, compren libros electrónicos. Es tiempo de vacaciones y de buena lectura.

 

 

 

 

Janet Rudman
(17 Diciembre 2021 , 12:04)

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