Mundo Judío

MiSinai

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No. 94
Pésaj
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Horario de velas de Shabat en Montevideo, viernes 2/04  18.19
Demás localidades ver en  www.jabad.org.uy

PROHIBIDO EL PAN

Por Yanki Tauber

El pan es vida. Hay otros componentes en la dieta humana, y técnicamente podemos subsistir con otras comidas. Pero hay algo con respecto al pan que lo convierte en la comida prototípica, como una metáfora de todo lo que nutre nuestra existencia.

Pero durante ocho días y noches cada año, el hogar judío se transforma en una zona libre de pan. Durante la duración de la festividad de Pésaj, no pasa ni una miga por nuestros labios, y todo indicio de esta sustancia ofensiva se saca de nuestro dominio. En Pésaj, el pan es más treif que el cerdo.

Por supuesto que no es el pan en si lo que expulsamos de nuestras vidas, sino el jametz, o fermentado. Pésaj tiene su propia versión del pan: matzá. La matzá es un pan con todas las de la ley, hecha mezclando harina con agua y horneandola en un horno. La diferencia es que en vez de permitir que fermente y se eleve antes de hornear, la matzá se mezcla, amasa y hornea en un proceso rápido como el rayo que produce el pan chato y crocante que encontramos en la mesa del Seder. La matzá es pan sin cuerpo, sin lo esponjoso, sin el sabor. En una palabra, pan sin todas las cosas que hacen al pan “pan”.

La enseñanza jasídica explica que el pan fermentado representa el ego y el auto engrandecimiento, mientras que la matzá representa la humildad. Por lo tanto, la matzá es llamada “el pan de la fe” y “el pan de la curación”. La persona llena de sí misma, cuyo ser está hinchado de orgullo, no deja lugar para que una verdad superior entre en su vida. La hinchazón del ego se convierte en el terreno apropiado para cualquier enfermedad espiritual y material. Por otro lado, el alma humilde es un alma receptiva a la fe, y la humildad es la fuerza curadora que devuelve la salud espiritual de la persona y neutraliza los males de la vida material.

Sin embargo, nada es más esencial para una vida de sentido y productividad que el sentido de uno mismo y la auto significancia. El Talmud cuenta la historia de como los sabios de Israel, habiendo identificado al ego como la causa de todo mal, decidieron matar la inclinación egoísta en el corazón del hombre, hasta que se dieron cuenta que si tenían éxito en su intento, literalmente el mundo se detendría totalmente.

Por ello la naturaleza paradójica de nuestra relación con el pan fermentado. Por un lado, durante ocho días cada año es evadido, proscripto y erradicado. Pero durante el resto del año es consumido, aceptado e incluso celebrado.

Cuando el ego y el autointerés forman la base de nuestras vidas, entonces todo lo que se construya sobre esa fundación estará fallado, será insostenible, y en última instancia corromperá. La vida debe estar basada en el reconocimiento que existimos para servir a algo que es más grande que nosotros mismos. Una vez que esa fundación está en su lugar, debemos erigir sobre ella un edificio que incluya una apreciación de nuestra significancia, la confianza en nuestras habilidades, la convicción que podemos hacer una diferencia en nuestro mundo, y la alegría y satisfacción que viene con una vida de logro y sentido. La fundación puede ser chata como una modesta matzá, pero la estructura que se construye sobre esa fundación es robusta y gustosa como la hogaza del pan más rico.

Pésaj marca nuestro nacimiento como pueblo, la base misma de nuestra existencia. Como tal, es el festival de la matzá, una época para celebrar una humilde fe en nuestro Creador y nuestro compromiso para servirlo. Sobre esta fundación viene el resto del año, cuando el pan de la vida adquiere su cuerpo y consistencia, su sabor y entusiasmo.

 

PROVOCANDO LAS BENDICIONES DE D-OS

[D-os le dijo a Moisés] “Toma tu bastón y levanta tu brazo sobre el mar.” (Shemot 14:15)

La partición del Mar de Juncos fue un evento milagroso y sobrenatural. Pero tenía que haber una acción natural que “encendiera” el milagro: D-os le ordenó al pueblo que siga adelante y a Moisés que levante su bastón sobre las aguas. D-os siempre requiere primero de algún acto humano y recién luego hace los milagros.

Esto es debido a que las cosas que ocurren sin nuestra participación no nos afectan verdaderamente. Sólo cuando hacemos algún esfuerzo apreciamos el milagro de D-os. Lo mismo se aplica a todas las áreas de la vida. Pedir las bendiciones de D-os no es suficiente; debemos hacer algún esfuerzo que pueda servir como conducto para la bendición.

Hitvaaduiot 5742, vol. 2, págs. 561-562.

SABIOS DE ISRAEL

RABÍ IEJEZKEL LANDAU (EL "NODÁ BIIEHUDÁ") (1713 – 1793)

Rabí Iejezkel Landau, quien ingresó a la inmortalidad merced su obra cumbre, el Nodá BiIehudá, nació en una pequeña ciudad polaca, Opatov.

Ya antes de su Bar Mitzvá, Iejezkel había logrado la admiración de los más eminentes Sabios judíos, y sus conocimientos crecían a pasos agigantados.

A los 14 años Iejezkel fue enviado a la ciudad de Brodi, por aquel entonces un poderoso centro judaico. Allí se sumergió en el vasto mar del Talmud y la Halajá -Ley Judía-, intercambiando opiniones en esas disciplinas con los Rabinos conductores de la judeidad europea.

Rabí Iejezkel no había cumplido los 20 años cuando fue nombrado Rosh Av Beit Din -Jefe del Tribunal Rabínico- de la ciudad de Brodi. Este era un honor que en muy raras ocasiones era conferido a un sabio tan joven. Rabí Iejezkel ocupó este cargo, bajo el título de Daián -Juez-, durante once años.

Sus dictámenes fueron aceptados sin discusión y su palabra era autoridad máxima, reconocida unánimemente por toda la judería.

Las preguntas que le fueran formuladas, junto a sus respuestas, son aquellas que dieron cuerpo a su extraordinaria Responsa conocida bajo el nombre de Nodá BiIehudá, nombre con el que en el ambiente de las Ieshivot se conoce también a su autor.

De Brodi, Rabí Iejezkel fue llamado a ocupar el cargo de Rabino de la ciudad de Yampol (en el año 1745).

Rabí Iejezkel Landau falleció en el año 1793, a los 80 años. Su muerte fue una pérdida irreparable no sólo para la judería de Praga -para quienes fue Rabino, maestro y guía espiritual- sino también para toda la judeidad europea

LOS ÚLTIMOS DÍAS DE PÉSAJ

Habían pasado seis días desde que dejamos a nuestros capataces egipcios, pero nuestra liberación aún no estaba completa. No lo estuvo hasta la séptima noche, en que el Mar de Juncos se dividió ante nosotros y luego volvió a cerrarse en forma súbita para aniquilar totalmente a nuestros perseguidores egipcios. Recién entonces, nos libramos por siempre de nuestras cadenas.

Ese sabor de libertad total es lo que revivimos la séptima y la octava noche de Pesaj.

Observancias de la festividad

Se encienden velas festivas ambas noches y hacemos kidush y celebramos con comidas festivas ambas noches y ambos días. No vamos al trabajo, no conducimos, escribimos ni encendemos o apagamos artefactos eléctricos. Está permitido cocinar y transportar objetos afuera (excepto en Shabat).

Primera noche:

La división del mar no fue solamente una escena espectacular, fue una visión clara de un orden cósmico mucho más profundo. Muchos reviven esta experiencia quedándose despiertos toda la noche con amigos, estudiando la Torá y absorbiendo la santidad de esta fecha tan especial.

Primer día:

Leemos la historia del Mar de Juncos en la Torá y la canción de alabanza, que entonamos después. Cuando se lee la canción, todos se ponen de pie.

Segunda noche:

Aquellos que tienen un padre fallecido encienden una vela de iortzait de 24 horas de duración antes de que oscurezca. (Si el primer día es Shabat, entonces se la enciende después de que oscurezca). Se la enciende a partir de una llama ya existente.

Segundo día:

Se recita Izkor en el servicio de la mañana.

El último día de Pésaj, se pone especial hincapié en el tema de la liberación final, la que todavía tiene que llegar (hasta el momento de la publicación de este artículo). La haftará es una clásica profecía de aquella era. Para celebrar, el Baal Shem Tov hacía una comida festiva a la que llamaba El Banquete del Mashíaj. Por lo general, suele comenzar poco antes de la puesta del sol.

Lleva un poco de tiempo volver a adquirir el jametz que se vendió para Pesaj. Espera una hora más después de la salida de las estrellas para consumir jametz.

MiSinaí es una publicación de Jabad Uruguay. Pereira de la luz 1130, Montevideo.
Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
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