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La resistencia de los hazaras frente a los talibanes

Fuente: https://orientemedio.news/

Por Manuel Ferez Gil

En su libro “The Hazaras and the Afghan State. Rebellion, Exclusion and the Struggle for Recognition”, Niamatullah Ibrahimi analiza la intersección entre la formación del Estado afgano moderno y el impacto de dicho proceso en el pueblo hazara, una minoría étnica y religiosa poco conocida en América Latina. 

Identificables por su apariencia física asiática y sus características lingüísticas y culturales diferentes al resto de la población, sumado al hecho de ser shiitas en un Estado mayoritariamente sunita, los hazaras, quienes encarnan al “otro” interno, han sido objeto de limpieza étnica, esclavización, genocidio, marginación y persecución desde fines del siglo XIX. Ibrahimi en su obra señala que estudios demográficos e históricos apuntan a que la población hazara ha sido disminuida en 60% por dichas medidas genocidas. 

 
La relación entre el Estado afgano y los hazaras puede ser analizada en tres periodos coyunturales específicos. El primero sería el que comprende el establecimiento de la monarquía afgana en 1747 y la Guerra Hazara de 1891-1893 y que concluiría con la anexión del homeland hazara a un Afganistán en formación; el segundo abarca el periodo de consolidación estatal en el cual los hazaras fueron sistémica y estructuralmente excluidos (1901-1978) y el tercer periodo centrado en la crisis y fragmentación del Estado afgano y sus instituciones a partir de 1979. 

La reflexión sobre los hazara, sin olvidar a las otras 13 comunidades/minorías étnicas que componen Afganistán, nos invita a la reflexión sobre las contradicciones inherentes al establecimiento del Estado afgano, las fuerzas centrífugas y centrípetas que han hecho fracasar al Estado afgano sin olvidar la resistencia y lucha por el reconocimiento que los hazara, igual que otras minorías étnicas, religiosas y lingüísticas del Medio Oriente, Cáucaso y Asia, mantienen hasta nuestros días. 

El 8 de mayo de 2021 algunos medios de comunicación reportaron un atentado terrorista en la escuela Sayed Al-Shuhada ubicada en Dashte Barchi en el oeste de Kabul y un área predominantemente hazara. El ataque terrorista perpetrado por el Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL por sus siglas en inglés) dejó noventa asesinados, entre los cuales había varias niñas hazaras que asistían a estudiar a la escuela atacada. 

Meses después, el 20 de agosto, pocos días antes de la salida norteamericana de Afganistán, la BBC reportaba que el talibán, ese mismo grupo que es blanqueado y validado actualmente en algunos países, torturaba y masacraba a varios miembros de la comunidad hazara en la provincia de Ghazni. Estas agresiones han sido reportadas insistentemente por organizaciones como Amnistía Internacional lo que parece no incomodar a inmorales y pusilánimes “analistas internacionales” que hablan de una “transición pacífica” en Afganistán. 

Si bien es complicado establecer el número exacto de hazaras, así como del resto de los grupos minoritarios de Afganistán, el Minority Rights Group International calcula que componen entre el 8 y 9 por ciento de la población del país. Para dimensionar el genocidio al que han sido sometidos los hazaras por más de un siglo basta señalar que para inicios del siglo XIX conformaban más del 65% de la población ubicada en el territorio del actual Afganistán y que sólo en 1893 fue asesinada más de la mitad de la comunidad hazara.  

Con su homeland tradicional en el Hazarestan (Hazarajat) “la tierra de los hazara”, territorio montañoso ubicado en el centro del actual Afganistán, los hazaras iniciaron un proceso de exilio y emigración a fines del siglo XIX debido a la violencia pashtún lo que llevó a algunos de ellos a asentarse en el Turquestán, principalmente en las provincias de Badghis y Jowzjan, en donde coexisten con otros grupos étnicos. En el Hindu Kush se asentaron los hazara ismaelíes.

Los orígenes históricos de los hazara están envueltas en mitos y leyendas que son transmitidos hasta nuestros días. Una de las teorías más populares es que los actuales hazaras provienen de soldados mongoles que se asentaron en la zona durante el siglo XIII después del paso del gran conquistador Genghis Khan.

También hay muchas especulaciones y mitos sobre la razón por la cual los hazaras son en su mayoría parte del islam chiita duodecimano. Yahia Baiza, del Instituto de Estudios Ismaelies de Londres, establece en su artículo “The Hazaras of Afghanistan and their Shi´a Orientation”, que la orientación shi´a de los hazara es resultado de un largo proceso histórico y no producto de un único evento histórico. Más allá de las razones históricas que llevaron a los hazaras a abrazar la doctrina shi´a esta doble minoría étnico/religiosa ha sido objeto de políticas estatales de “conversión” al islam sunita como lo demuestra el reinado de Abd al Rahman Khan (1880-1901) quien estableció una “violencia institucional” anti hazara/shi´a que mutaría a una de desplazamiento y confiscación de tierras hazaras durante los años 1930 y 1940 en favor del asentamiento de población pastún. 

Estas políticas discriminatorias, asimilacionistas y marginadoras llevaron a hazaras a emigrar hacia Irán y Pakistán lo que marcaría el inicio de la creación de la diáspora hazara mientras en Afganistán las medidas administrativas ubicaron a los hazaras en medio de poblaciones pashtunes y tajicas. 

No sólo los hazaras se diferencian étnica y religiosamente del resto de la población de Afganistán (mayoritariamente pashtún y sunita), también el idioma hazara es distinto. El Hazaragi, un dialecto del Dari que a su vez es un dialecto del Farsi, es la lengua materna hazara y vehículo para la transmisión y mantenimiento de su memoria e identidad colectiva en donde la poesía y la música juegan un rol central al ser una sociedad que, por siglos, ha descansado en la oralidad. 

En el Afganistán moderno los hazaras han sido marginados social y económicamente por largos periodos de tiempo e incluso especialistas en Afganistán hablan de una discriminación estructural hacia ellos. Esta marginación ha cohesionado más a la comunidad hazara que mantiene una alta endogamia aunque, tanto Niamatullah Ibrahimi en su obra ya citada como los reportes de organismos internacionales hacen notar que los hazaras mantienen una postura más moderna respecto a los derechos de las mujeres quienes participan en la esfera pública y tienen niveles más altos de educación escolar que las mujeres pertenecientes a otras etnias. Uno de los efectos menos comentados en los medios de comunicación y en los análisis televisivos sobre Afganistán es que durante 2001 a 2020 el nivel educativo de las mujeres afganas en general y hazaras en particular se incrementó con la creación de escuelas para niñas. 

Si bien es cierto que ISIS y el Talibán han sido crueles y violentos con los hazaras sería un error atribuirles a estos grupos terroristas la marginación y discriminación sufrida por los hazaras pues esta minoría ha vivido siempre en una posición de subordinación por lo que el tema se ubica más en una dinámica fundacional afgana que en una situación coyuntural. 

Los hazaras no han sido pasivos ante su destino y constantemente se han rebelado contra sus opresores (como lo hacen ahora mismo ante nuestra indiferencia e ignorancia hacia ellos). Desde la época del ya mencionado Abd al Rahman Khan, quien declaró una jihad contra ellos por la cual cientos de hombres mujeres y niños fueron tomados como esclavos y sus tierras ancestrales ocupadas por tajicos, pastunes y uzbekos, pasando por la cruel guerra civil afgana de las décadas de 1960 y 1970 y las violentísimas políticas de “pastunización”  hasta la actual resistencia al blanqueado talibán y el tolerado ISIS, los hazaras se mantienen en pie de lucha y han encontrado en el vecino Irán un aliado.

Hoy los hazaras experimentan un regreso al pasado reciente pues esos mismos talibanes que en 1996 declararon una jihad contra ellos y destruyeron sus Budas gigantes de Bamyan, centrales para la identidad colectiva hazara, han tomado impunemente el poder en Kabul y amenazan con volver a someter a este pueblo indomable. Los hazaras formaron parte en su momento de la Alianza del Norte que derrotó al talibán en 2001. 

No es de extrañar que a fines de agosto de 2021 los hazara, principalmente sus jóvenes, comenzarán a engrosar las filas de la Brigada Fatemiyoun para presentar batalla y resistir, una vez más, a sus verdugos, el blanqueado talibán y al Estado Islámico. El reportero de FRONTLINE, Najibullah Quraishi ya advertía en julio de 2021 que Irán buscaría intervenir en Afganistán, en ese momento inminente y ahora concluido retiro norteamericano y los hazaras recibirán sin dudar el apoyo iraní para sobrevivir una vez más.  

La Brigada Fatemiyoun, formada en 2013 y compuesta principalmente por refugiados hazaras en Irán y por jóvenes hazaras residentes en Afganistán será una de las fuerzas armadas de resistencia al embate talibán y de defensa a los atentados de ISIS.

Los hazaras resisten una vez más la incertidumbre, el caos y la violencia que ha caracterizado la historia de Afganistán.

 

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