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¿Ganó alguna guerra Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial?

Por Guillermo Lafferriere, para La Derecha Diario

Tras la caída de Kabul, y con la caída de Saigón y de Teherán en mente, muchos se han preguntado en los últimos días si la gran potencia estadounidense, que tiene el poderío militar más grande de la historia, realmente logró cumplir sus objetivos bélicos en los últimos 70 años.

Es muy común escuchar a quienes opinan que Estados Unidos luego de la Segunda Guerra Mundial no ha obtenido ninguna victoria militar. La idea de lo que leerán a continuación es poner esa percepción en un contexto más amplio, y posteriormente, observar cómo aplica esa mirada a otras dos naciones como Rusia y China, y lo que pasó a significar ganar una guerra luego de las dos grandes guerras.

Posterior a la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos llevó adelante diferentes acciones militares, de distinta envergadura que me atrevo a colocar en dos categorías diferentes, las que se llevaron a cabo durante la Guerra Fría y las que se iniciaron luego de la Caída del Muro de Berlín.

En el primer caso, hay dos que resaltan claramente, y que seguramente los lectores tienen en mente Corea (1950-1953) y Vietnam (1955-1975).  Analicemos un poco ambas.

En Corea, Estados Unidos y buena parte de la ONU, enfrentaron una guerra de tipo convencional en la península coreana, es decir combates que por sus características eran similares a los que se llevaban a cabo en Europa durante la Segunda Guerra. Fuerzas militares regulares combatiendo contra otras en un espacio geográfico tridimensional, y donde la población civil no era el objeto directo de las acciones.

En Corea, tras la intervención China, la única solución realista de alcanzar era la que se obtuvo: una línea de separación entre dos Coreas y un statu quo que se ha mantenido hasta hoy. La alternativa a ello hubiera sido una hecatombe nuclear, un umbral que sabemos, razonablemente, no quiso cruzarse.

Vietnam por su parte, es una larga guerra, que Estados Unidos con otras naciones aliadas, lleva adelante pero de características completamente diferentes a Corea. No era una guerra donde primaran las operaciones entre fuerzas regulares, sino una donde se combatía a una guerrilla que en modo sostenido, buscaba empeñarse de manera no sostenida y evitaba toda retención de terrenos.

Los planificadores de Estados Unidos mayormente equivocaron la comprensión del tipo de guerra que enfrentaban (hubo excepciones a esto, pero no llegaron a tener tiempo para implementar sus miradas o el apoyo sostenido para ellas) y ello llevó a la debacle que conocemos con el abandono del país y casi dos años después la caída de Saigón en 1975 en manos comunistas.

Simultáneamente, siempre en ese período de la Guerra Fría, se llevaba adelante la confrontación directa con la Unión Soviética en todo lo relativo a las armas nucleares en sus distintas plataformas (terrestres, submarinas, aéreas) y alcances (tácticas y estratégicas); y otra más encubierta en las guerras revolucionarias y contra revolucionarias en África y América Latina; todas en el marco del creciente desarrollo económico de Estados Unidos y Occidente en general respecto a una Unión Soviética que claramente mostraba la inviabilidad del sistema comunista que se hizo del poder en la Rusia de los zares en 1917.

A pesar de los traspiés en Vietnam y en América Latina, la Guerra Fría tuvo un claro ganador: Estados Unidos. Pero a pesar de lo que han dicho muchos historiados de la época, la historia no terminó allí. Luego de la Guerra Fría, comienzan intervenciones de Estados Unidos sin un objetivo claro ni una guerra geopolítica contra un imperio del mal, lo cual generó diversos resultados que, a pesar de una clara supremacía en el campo de batalla, parece haber dejado al país norteamericano en una situación de clara debilidad.

En la Primera Guerra del Golfo, en 1991, Estados Unidos muestra, junto a una gigantesca coalición, una capacidad de movilización de tropas impresionante y una fuerza militar profesional muy diferente a la que había salido de Vietnam. La campaña enfrenta un enemigo convencional, bien pertrechado, pero pésimamente conducido. Esto fue una victoria fulminante de Estados Unidos, pero no se logra el consenso para llevar a cabo un cambio de gobierno en Irak y Saddam Hussein se mantiene al frente del beligerante país.

La Intervención de Somalia en 1993, en el marco de una operación de la ONU, y a pedido del Secretario General de la misma, tropas de Estados Unidos intervienen para asegurar cierto marco de estabilidad en el caos de la guerra civil somalí. En ese ámbito, y mientras las fuerzas estadounidenses tratan de capturar a un jefe de uno de los clanes locales, mueren 18 militares y casi 80 resultan heridos. Ello en un medio no convencional, con fuerzas que se mimetizaban entre la población civil. La reacción de Washington fue retirar sus fuerzas de la misión, lo cual fue un preludio del tipo de guerra que Estados Unidos tendría problemas para ganar en las próximas décadas.

La Invasión de Afganistán en 2001, que duró hasta 2021, fue una guerra contra un enemigo irregular; que se entendió así desde el principio; pero que se vio condenada al fracaso por la tolerancia a Pakistán mientras le daba santuario al Talibán, además del empecinamiento en una política de nation building inviable para una cultura tan atravesada por el islamismo. Somos testigos hoy del desenlace de esta intervención.

La Invasión a Irak en 2003, llamada también como la Segunda Guerra del Golfo, comenzó como una campaña regular de Estados Unidos y aliados, contra el mismo enemigo que operó de una manera más inteligente que en 1991, pero que fue aplastado por la capacidad de combinar maniobra y poder de fuego de Estados Unidos. Posteriormente, la campaña se transformó en operaciones contrainsurgentes y derivó en una guerra civil de diferentes intensidades que se mantiene en buena medida hasta hoy, aunque desde 2011, la invasión se convirtió en otro intento de nation building como el que se intentó y fracasó en Afganistán. Estados Unidos evidenció una capacidad militar abrumadora pero serias limitaciones en la fase contrainsurgente.

Pero no se puede hablar de éxito/fracaso sin mencionar a la competencia. Veamos ahora a Rusia. Este país, fue claramente uno de los más victoriosos en la Segunda Guerra Mundial.

La Unión Soviética en mí mirada al menos era una “construcción” con mando absoluto en Moscú, por lo cual usaré la palabra Rusia de aquí en más para referirme a la nación rusa. Desde el fin de la Segunda Guerra, y como Estados Unids, tuvo diferentes intervenciones directas para impedir levantamientos en Europa Oriental o soportando con asesores en Corea y Vietnam.

 
Sin embargo, guerras con un empañamiento relevante fueron:

 
La Guerra Fronteriza con China en 1969, donde Rusia demostró mayor capacidad para enfrentar a un enemigo convencional.

Su propia Invasión de Afganistán entre 1979 y 1989, donde Rusia ingresó al territorio afgano con un despliegue militar convencional abrumador, muy basado en blindados y su fuerza aérea táctica. Pero ese poder militar fue completamente inadecuado para enfrentar una fuerza irregular que elude acciones decisivas y no busca retener terrenos. Sus planificadores militares estuvieron 10 años evaluando opciones capaces de imponerse a sus enemigos pero fracasaron y finalmente abandonan el país.

La Guerra en Chechenia y Dagestan, que duró desde 1994 al 2009, contó con operaciones militares rusas que buscaban eliminar fuerzas separatistas, y en ellas se puede notar el estado caótico de las tropas rusas luego de la caída de la URSS y la evolución de las mismas fundamentalmente bajo el período de gobierno de Putin, convirtiéndose en fuerzas más profesionales y sofisticadas.

La Campaña en Georgia 2008 y la ocupación de Crimea de 2014: En ambas situaciones, Rusia enfrenta fuerzas convencionales. Su capacidad de despliegue abruma a lo que pueden oponerle tanto Georgia como Ucrania, y logra sin contratiempos sus objetivos en ambas ocasiones.

Podemos mencionar el a mi juicio muy eficiente empleo de las fuerzas aéreas tácticas rusas en Siria, que permitieron al régimen de Al Bashar sostenerse sobre bases mucho más firmes en su guerra civil, al tiempo que los rusos limitaron su involucramiento en esa guerra sin comprometerse decisivamente.

Veamos el caso de China. Luego de la guerra civil que finaliza con la toma del poder en 1949 de Mao y el partido Comunista, las fuerzas militares chinas intervienen en una guerra regular en Corea, logrando que su aliado Corea del Norte pueda evitar una derrota en manos de Estados Unidos y la ONU. Es de remarcar que las fuerzas chinas mostraran esa capacidad de combate a poco tiempo de haber finalizado su lucha civil y frente a un enemigo muy superior en poder de fuego.

Luego debió enfrentar la Guerra Fronteriza con India 1962, que fue otra de carácter regular en la que China se mostró superior a las fuerzas indias en esta breve confrontación fronteriza, en un terreno complicado.

En la Guerra Fronteriza con Rusia 1969, el Ejército chino no estaba en capacidad de enfrentar a un enemigo como Rusia. La guerra, muy breve, fue de carácter regular y resultó en una devastadora derrota en manos de China.

La Guerra con Vietnam en 1979, cuando China invade Vietnam y es repelida de manera muy eficiente por parte del Ejército vietnamita. Se da una guerra de carácter regular en el marco de un territorio muy poco apto para el empleo de medios blindados. Sin embargo, a través de la política logra instalar un gobierno aliado en Vietnam, y logra unificar el país tras la retirada de Estados Unidos.

Posteriormente a estas guerras, China no ha tenido experiencia de combate reciente.

Voy a dar mí mirada general sobre todo lo que hasta aquí he detallado. Tanto Estados Unidos como Rusia, han evidenciado posteriormente a la Segunda Guerra Mundial capacidades relevantes para llevar adelante guerras de tipo convencional, es decir contra enemigos constituidos por fuerzas regulares. Y la limitación a obtener una victoria ha sido como en el caso coreano, cuando lograrla significaba el riesgo de una confrontación nuclear contra otro actor con similares capacidades en ese campo.

Al mismo tiempo, ambas naciones demostraron su ineptitud para enfrentar las complejidades que la guerra no convencional o bien en un ambiente híbrido, es decir, donde actúan de manera simultánea fuerzas oponentes regulares e irregulares. No es que no hayan desarrollado doctrinas y manuales para ese tipo de guerras, pero en los hechos han fracasado.

¿Y qué podemos decir de China? Como dijo Kissinger, China es una manera de ver el mundo… Tiene una historia de miles de años. Sin embargo desde hace 42 años no desarrolla operaciones militares que le demanden un esfuerzo considerable, y eso es deliberado.

En ese lapso sus Fuerzas Armadas han asistido a una transformación copernicana. Dejaron atrás, muy atrás, el concepto de fuerza de masas, para optar por el de una fuerza más reducida, profesionalizada, con capacidades tecnológicas de primer orden, muy bien adiestradas; pero hasta el momento sin experiencia de combate…

Para ir cerrando y volviendo al título del trabajo. Estados Unidos sigue siendo a mi juicio, la potencia militar capaz de enfrentar cualquier enemigo regular del planeta con chances ciertas de poder salir victorioso de ese choque. El empleo de ese recurso, es una decisión política y la credibilidad de la apelación es de ese ámbito, no del militar. 

Rusia y China poseen fuerzas militares relevantes, y creo que con criterio, buscarán evitar políticas que las pongan en la situación de enfrentar fuerzas irregulares, pues tendrían las mismas dificultades que Washington para atender las demandas de ese tipo de guerras sin apelar a un uso indiscriminado del poder militar.

Las guerras del Siglo XXI, donde la hibridez se haga presente, impondrá severas limitaciones a la obtención de una victoria militar del tipo de las que era observable en la Segunda Guerra Mundial. Comprender esa situación es la tarea primordial de los políticos, de manera de no exigir al instrumento militar cosas que no puede brindar. Gigantesco desafío, que no tiene todavía una salida.

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