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Pensamiento judío, modernidad y secularización

Hola Maxi, un gusto saludarte nuevamente, esta vez en relación a otra propuesta de formación que hacés en la Universidad Hebraica de México. Contanos cómo surge este curso que se llama “Pensamiento judío, modernidad y secularización”.

Hola Janet, la verdad que es una alegría poder hablar de esto en este medio, y les agradezco infinitamente el apoyo a este tipo de propuestas. Efectivamente, recordarás que durante abril y mayo de este año estuve dictando un curso en la U. Hebraica de México, sobre Moisés desde tres perspectivas, y la verdad que salió muy bien. Hubo muchos más inscriptos de los que esperaba, y sus evaluaciones del mismo fueron muy positivas, así que me ofrecieron dar nuevamente un curso este semestre, con la libertad para elegir la temática que quiera. 

¿Podés hablar un poco de los contenidos de este nuevo curso, y explicar cómo llegaste a delinear específicamente esos temas? 

Por supuesto. Así como en el caso de Moisés, se trata de articular diferentes perspectivas sobre un tema complejo, que ha sacudido absolutamente al mundo occidental y al mundo judío en particular. Abrir el tema en distintas direcciones para explorar una época que puso todo patas arriba, en cuya estela seguimos viviendo. Hace un tiempo me encontré con una frase de Isaac Deutscher, el famoso niño prodigio de Chrzanów, que se convirtió en rabino a los 13 años para luego hacerse radicalmente ateo: “El hereje judío que trasciende al judaísmo forma parte de una tradición judía”. Esa paradoja me resultó llamativa, en especial porque la modernidad está repleta de judíos revolucionarios, críticos, vanguardistas e inclasificables, y muchos de ellos eran lo que Deutscher denominaba “judíos-no judíos”. Historia (una disciplina nueva para el pueblo judío), filosofía, política, nacionalismo, literatura, religión: por un lado todo comienza a perfilarse como un objeto de estudio académico y secular; por el otro, los nombres judíos comienzan a emerger en esas disciplinas, y algunos incluso comienzan a preguntarse por la relación de las mismas con las distintas aristas de la cultura judía. Así es como llegamos a una especie de genealogía del pensamiento judío atravesado por los procesos de secularización y modernización. Incluso cuando alguien tiene una identidad judía firmemente anclada en las mitzvot, el hecho de que se denomine o sea denominado ortodoxo, observante, tradicionalista, con todo el abanico intrínseco a cada una de esas líneas, es porque vivimos en un mundo secularizado. Si no, no habría necesidad de aclararlo. 

Retomando la pregunta muy sucintamente, el programa plantea como punto de partida el contraste entre el pensamiento de Maimónides y el de Spinoza, para situar ese salto cualitativo pero de límites difusos que denominamos “modernidad”; luego atravesamos esa época de luces y sombras denominada “Ilustración” (Haskalá),  trabajando a Mendelssohn y a Lessing; la siguiente escala es en el período de las luchas por la Emancipación en el contexto de los nacionalismos modernos seculares, lo que nos lleva al surgimiento del sionismo como una revolución secular sin precedentes; luego nos detenemos en dos pensadores modernos y seculares ambos, que han sido amigos y han renovado ampliamente sus campos de estudio: Hannah Arendt y Gershom Scholem, abordando la política y la historia de la religión, respectivamente. Hacia el final, me interesa trabajar a dos exponentes magistrales de la literatura judía moderna y secular como Heine y Kafka. 

Dicho así, parece un programa centrado en contenidos y transmisión de información. No es mi enfoque en absoluto. Los gigantes del pensamiento lo son gracias a que plantean preguntas difíciles, que cada época podrá leer de acuerdo a su propio horizonte, y promover esa experiencia de pensamiento y de discusión con gente de otras latitudes es mucho más interesante que simplemente transmitir datos sobre un autor o pensador.  

Me consta que tu estilo pasa mucho más por la reflexión y el cuestionamiento de los lugares comunes antes que por la transmisión de información erudita, más allá de que efectivamente manejes esa información.

¿Alguno de estos autores te ha marcado de modo especial?

Bueno, es una pregunta difícil, ya que todos de alguna manera han sido fundamentales en distintos momentos de mi vida. Al tener la libertad de diseñar un curso con los contenidos que a mí me interesen, prioricé aquellos autores con los que he tenido una relación especial, lo que tampoco quiere decir puro amor o admiración. Incomodidad o rechazo también son parte de la experiencia de ir conociendo una obra. “Enamorodiamento” es un neologismo lacaniano que podría aplicarse a la relación con ciertos autores o textos, ya que señala esa pequeña distancia entre ambos afectos. 

En ese punto creo que es interesante señalar que lo primero que se transmite, antes que un contenido, es una cierta relación subjetiva y afectiva con un determinado autor. Si lo que se está hablando deja indiferente al expositor o le resulta ajeno, se percibe inmediatamente. Esa alienación con respecto a lo que un autor plantea provoca bostezos en los oyentes, porque hay algo que sencillamente no los roza, no los implica. 

Ok, entiendo que todos han sido importantes en tu vida. ¿Cuál sería el último que te ha influido?

Diría que Kafka. Franz Kafka es un continente que a medida que lo descubro me resulta cada vez más incógnito. Cuando lo había leído de adolescente me aburrió terriblemente, pero creo que ciertas lecturas requieren una disposición anímica particular. En este momento acabo de terminar de leer “El castillo” y me pareció sublime, con un clima de extrañeza y desarraigo logrado de manera sutilmente brutal. Desde la óptica con que lo estoy leyendo, en Kafka se dan cita todas las paradojas de la condición judía moderna, sin jamás mencionar explícitamente la condición judía de sus personajes. 

Finalmente, ¿alguna reflexión sobre estas oportunidades generadas gracias a la pandemia?

Sí, gracias por la pregunta. Creo que la pandemia ha generado problemas en una cantidad de aspectos. Lo veo en mi consulta psicológica constantemente. El argumento de que toda crisis es una oportunidad es un poco trillado, la verdad que para mucha gente las crisis generan detención, angustia y desesperación, y achacarles que si no ven la oportunidad es por su propia responsabilidad es bastante cruel, que suele ser el discurso de la auto-ayuda (“¡Tú puedes! Y si no puedes, algo mal habrá en ti, porque todos pueden si quieren”). Me cuesta mucho hablar en términos generales sobre una cuestión tan singular como esta. Yo me siento muy agradecido de que golpeé algunas puertas, y algunas de ellas se entornaron y luego se abrieron, mientras que muchas otras se mantuvieron cerradas o en silencio. No creo que todo el mundo debería ser un emprendedor y que todo el mundo debería estar proponiendo cosas constantemente, por el hecho de que a mucha gente eso no le atrae en lo más mínimo. Si la pandemia generó que algunos se vuelvan creativos y propongan cosas, me parece genial, pero eso no significa que los que no lo hicieron tengan algo malo o inhabilitante, o que no han sabido aprovechar las oportunidades que brindan las crisis. En todo caso, la pandemia modificó muchas cosas en la vida de cada uno, y creo que como colectivo haríamos bien en disminuir un poco los mandatos de “lo que deberías hacer”, aceptar que los judíos somos muy diversos, y sí alentar a los que proponen cosas y a otros que aún no lo han hecho a que las hagan, pero cuidando de no disminuir a aquellos cuyos intereses van por otros carriles. 

Janet Rudman
(07 Octubre 2021 , 09:26)

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