Mundo Judío

MiSinai

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No. 134
Beshalaj
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Horario de velas de Shabat en Montevideo, viernes 14/01  19.43
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RACIÓN PARA EL ALMA

Por Naftali Silberberg 

 

Esta es la orden que al respecto dio Hashem: "Recojan de allí [del maná] cada uno lo que necesite para comer, un ómer por persona, según el número de miembros, cada uno tomará de acuerdo a cuantas personas habiten con él en su tienda" (Shemot 16:16)

La historia del maná parece revelar el lado "políticamente correcto" de D-os. Cada Judío, hombre o mujer, anciano o niño, grande o pequeño, recibía exactamente la misma porción de maná: un ómer [una medida de peso antigua] de alimento celestial. No es necesario consultar a un nutricionista para darse cuenta que diferentes personas tienen necesidades dietéticas distintas de acuerdo a su edad, masa corporal, sexo, metabolismo u otros factores. La distribución de porciones iguales de comida para todos ¿es la forma en que D-os demuestra la importancia de la igualdad absoluta entre toda la humanidad, aunque vaya contra el sentido común? O ¿hay un significado mas profundo para el racionamiento estricto del maná?

El Judaísmo es de hecho un fuerte proponente de roles distintos para las diferentes personas. D-os no nos creó a todos iguales, sino que Creó muchos tipos de personas, cada uno conformado perfectamente para ejecutar su misión divina en este mundo. Sin embargo, hay un poderoso factor común que todos los judíos comparten: un alma divina. Aunque esta alma se exprese en forma diferente según las personas, el núcleo divino de cada alma judía es idéntico. Por lo tanto, aquellas cualidades que emanan de la esencia misma del alma judía son exactamente iguales en cada miembro del pueblo Judío. El maná representaba una de esas cualidades: fe y confianza incondicional en D-os, y por lo tanto se asignaba en forma igual a cada judío, sin tener en cuenta sus necesidades nutricionales físicas.

Nuestros sabios explican que mas allá de los beneficios obvios de tener comida gratis por cuarenta años, el maná les presentaba a los judíos la oportunidad diaria de afinar su "habilidad" para confiar. Guardar los restos de maná en el freezer para el otro día no estaba permitido. Cada noche los Israelitas se encontraban mirando a una heladera y despensas vacías; y a grandes extensiones áridas de arena desértica fuera de sus casas. Su única fuente de esperanza era su fe en la bondad del Todopoderoso, confianza en que D-os iba a enviarles una vez más el sustento del cielo.

Por cuarenta años, la lista de compras de los judíos consistió de... confianza en D-os. Su ahorro jubilatorio fué... confianza en D-os. Su póliza de seguro fué... confianza en D-os.

Por cuarenta años, la fe característica del alma fue ejercitada y pulida cada día. El alma judía siempre tuvo esta fe, es un elemento básico del alma divina, pero la experiencia del maná puso esta cualidad al frente. Esta fe luego fue transmitida a las generaciones futuras, proveyéndonos con la habilidad de confiar en D-os no importa cuan vacío pueda estar nuestro armario o nuestra cuenta del banco.

 

SILENCIANDO LAS DUDAS INTERNAS

"Vino Amalek y peleó contra Israel en Refidim." (Shemot 17:8)

El ataque físico de la nación de Amalek fue la manifestación externa del ataque espiritual del Amalek interno del pueblo, su duda con respecto al cuidado e intervención de D-os en sus vidas.

Este Amalek interno continúa asediándonos hoy en día, intentando sembrar dudas y enfriar nuestro fervor religioso. Reconoce que D-os existe pero intenta convencernos que D-os es demasiado grande como para preocuparse por los detalles de nuestra observancia judía. Una duda lleva a la otra y eventualmente nuestro Amalek interno nos convence que D-os no está involucrado para nada en la vida humana. Esto, a su vez, causa que abandonemos nuestra búsqueda de Divinidad y espiritualidad.

 

De este modo, así como el Éxodo de Egipto ocurre nuevamente en cada generación y en cada día, también lo hace la guerra con Amalek. Todos los días, debemos silenciar la voz de duda que busca detener nuestro progreso espiritual. Una vez que dejamos nuestro Egipto interno exitosamente y nos sobreponemos a nuestro Amalek interno, estamos prontos para recibir la Torá nuevamente y entrar en nuestra Tierra Prometida.

Implementar exitosamente este proceso de crecimiento espiritual a nivel individual acelerará su implementación colectiva, llevando al mundo a su Redención Mesiánica.

Sijot Kódesh 5739, vol. 2, págs. 144-145; Torá Or 84b-85b; Séfer HaMaamarim 5747-5751, págs. 101-105.

 

 

Éxodo (Shemot) 13:17 – 17:16

La cuarta sección del libro de Éxodo comienza con el momento después de que el Faraón “expulsa” (Beshalaj en Hebreo) a los judíos de Egipto. Los judíos viajan hacia el Monte Sinaí para recibir la Torá, pero son perseguidos por el Faraón y el ejército egipcio. D-os parte el Mar de Juncos, permitiendo a los judíos pasar a salvo y luego ahoga a los egipcios en él. Los judíos continúan hacia el Monte Sinaí, con D-os proveyéndoles milagrosamente de comida (maná) que caía del cielo y agua que manaba de una roca. Cuando están por llegar a su destino, los judíos son atacados por la nación de Amalek.

 

ENVOLTORIOS

Por Yanki Tauber

Tengo un amigo que no compra paltas: "El cincuenta por ciento del peso corresponde a la semilla," explica... Le encanta comprar manzanas, uvas y bananas, pero paltas y mangos, nunca. Los duraznos y los dátiles están en el límite - los comprará en ocasiones, pero con profundas dudas...

Mi amigo opina que el negocio de la fruta es una patraña. Los árboles necesitan producir; por eso es que tienen semillas. Pero los árboles no son “muy móviles”, y tienen el problema de cómo conseguir que sus semillas se planten a una distancia razonable. Una forma sería golpear ligeramente el hombro de un pájaro, un animal o un ser humano que pasa y decirle: "discúlpeme, señor, puede usted tomar por favor estas semillas y dejarlas caer a cierta distancia de aquí, preferiblemente en cierto lugar con buen suelo, sol y un abundante abastecimiento de agua?" Pero probablemente como respuesta, mascullarían algo acerca de una cita con el médico o alguna otra obligación y se alejarían rápidamente... Entonces, el árbol empaquetaría sus semillas en una pulpa colorida, sabrosa y alimenticia, y las comercializaría como "fruta"

“El hombre es un árbol del campo" (Devarim 20:19).

Las personas nos parecemos al árbol de numerosas maneras, entre otras: en nuestro incesante esfuerzo "ascendente", en nuestra necesidad de "raíces", en la manera en que nuestras vidas se bifurcan y se "ramifican" en diversas direcciones...

La principal semejanza con el árbol, es la manera en la que todo lo que somos y lo que hacemos, se centra en la “generación de la semilla”. El hombre es un ser espiritual, eso significa que no solamente nos reproducimos físicamente - dando a luz niños – sino también espiritualmente: nos extendemos sembrando nuestras ideas, sensaciones y convicciones en las mentes y los corazones de otros. Y aquí, dice el Rebe de Lubavitch, encontramos un paralelo interesante entre la manera que el árbol frutal envía sus semillas y la manera que diseminamos nuestros pensamientos y experiencias. El vehículo del árbol frutal para la reproducción consiste de dos componentes básicos:

1) La semilla, en la cual el árbol se condensa a sí mismo - sus características, su naturaleza, su misma esencia de árbol;

2) El "envoltorio" que lo hace atractivo y sabroso para sus consumidores.

Ambos son necesarios. Sin el “envase”, la semilla no conseguiría ir muy lejos, o lo haría con gran dificultad. Por otra parte, si un árbol produjera la fruta más deliciosa y más atractiva pero olvidara incluir una semilla, nada sucedería. No habría escasez de consumidores, sino ninguna progenie. Cuando buscamos "reproducirnos" espiritualmente, comunicando nuestros pensamientos y sensaciones a otros... empaquetamos también nuestras semillas. Las envolvemos en la sofisticación intelectual, las empapamos en salsa emocional, las vestimos en palabras e imágenes coloridas. Si no lo hiciéramos, nuestro mensaje no podría llegar muy lejos. Pero lo más importante que debemos recordar es que adentro, debe haber una "semilla" ¿Si la fruta de nuestra mente no tiene adentro un pedazo de nuestra alma, cuál es el punto?

 

MiSinaí es una publicación de Jabad Uruguay. Pereira de la luz 1130, Montevideo.
Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
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