Mundo Judío

MiSinai

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No. 156
Nasó
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Horario de velas en Montevideo, Viernes  3/06  17;22

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HACIENDO FLORECER EL DESIERTO

Por Tali Loewenthal

A primera vista, el comienzo de la lectura de la Torá de Naso parece ocuparse de algo que solo era relevante en el antiguo pasado. Describe el trabajo de los Levitas durante el período de la travesía por el desierto. Antes de cada viaje el Santuario tenía que ser desmantelado por los Levitas y luego debían transportar sus secciones: las cortinas, los tablones de madera de cedro, etc., hasta llegar a su próxima parada. Entonces tenían que levantar el Santuario, mientras el resto del pueblo judío montaba su campamento alrededor.

Es interesante pensar que por miles de años hemos estado leyendo una y otra vez la historia del viaje en el desierto. Esto nos ayuda a comprender nuestra propia tarea en la vida.

Los sabios nos dicen que el propósito de la creación es que D-os pueda ser revelado y “morar” en este mundo físico. Pero esta idea tiene una dificultad.

La idea de que D-os está revelado en un mundo espiritual más elevado, en el Cielo, no es difícil. Un reino espiritual es por definición transparente a la divinidad. Brilla con la radiación sagrada de D-os. Pero la afirmación de que D-os debe ser revelado en el mundo físico en el que vivimos es muy extraña. Para empezar, nuestro mundo parece opaco a la divinidad. Mucha gente vive en el mundo y no piensa en D-os para nada. A veces suceden cosas desafortunadas o trágicas, y uno se puede preguntar: ¿por qué D-os dejó que pasara esto? Todo esto significa que en nuestro mundo, D-os está generalmente oculto.

El propósito de la Creación es que en vez de estar oculto, D-os debe ser revelado: aquí en este mundo físico, un mundo no de ángeles sino de seres humanos, autos, comercios y computadoras.

Ahora, vayamos un paso más. Para que D-os sea revelado en nuestro mundo, algo tiene que suceder antes. El mundo tiene que ser cambiado de una manera sutil, para que en vez de ocultar a D-os, Lo revele. 

¿Quien tiene que lograr este cambio en la existencia? Si, lo adivino bien. Nosotros, el Pueblo Judío, tenemos que cambiar el mundo. Tenemos que prepararlo para que sea una “morada” para D-os.

Los sabios nos dicen que esta es la historia interior de toda la Torá. La Torá describe como entramos en situaciones muy difíciles y luego, pasando esas situaciones de una manera judía, tenemos un efecto en la existencia como un todo. Este era el significado de nuestra esclavitud en Egipto; es también el significado de nuestro largo viaje a través del desierto.

Viajar a través del desierto vacío, y erigiendo el Santuario en cada lugar que parábamos, era una forma de preparar al mundo como un todo para recibir al Santuario máximo, el Templo de Jerusalem. Ahora, miles de años después, nuestro viaje a través del mundo durante nuestro largo exilio, estableciendo hogares judíos en Israel, Inglaterra, Estados Unidos, Australia, Hong Kong y por todas partes donde puedan haber los judíos, es preparar al mundo para que no solo Jerusalem sino todo el mundo esté lleno con la Gloria de D-os.

¿Cómo preparamos al mundo? Cumpliendo las mitzvot, incluyendo el estudio de Torá y la plegaria, en cualquier lugar que estemos. ¡Esto incluye el lugar al que vayamos de vacaciones! En cualquier lugar que estemos, en cada momento, logramos la transformación del mundo para que la Divinidad pueda ser revelada en cada aspecto de la vida para todos, cumpliendo así el propósito de la Creación.

LA TORÁ HACE QUE EL MUNDO VIVA

"La ofrenda [del sexto príncipe] consistió de una fuente de plata que pesaba 130 shékels." (Bamidbar 7:43)

Los príncipes llevaron dos tipos de ofrendas: objetos (recipientes de plata y oro, harina, aceite e incienso) y animales (toros, ovejas y chivos). Los objetos inanimados no fueron consumidos por el fuego celestial que descendía al Altar, mientras que los animales fueron consumidos por este fuego, total o parcialmente.

Los objetos inanimados simbolizan la era “sin vida” que existía antes de la Entrega de la Torá, cuando lo físico no podía ser infundido de Divinidad. El consumo de los animales por el fuego Divino simboliza nuestra era presente post Sinaica, en la que los objetos físicos - y el mundo físico en general - pueden ser santificados. A través del Tabernáculo y su sucesor - el Templo Sagrado - y a través del santuario para D-os que todos construimos de nosotros mismos, de nuestras vidas y nuestras esferas de influencia, la vitalidad Divina se revela en el mundo físico.

Likutei Sijot, vol. 18, págs. 86-87.

Números (Bamidbar) 4:21 – 7:89

En la segunda sección del libro de Números, la narrativa comienza cuando D-os le instruye a Moisés que complete el censo (Nasó en Hebreo) de los clanes levitas. Luego la Torá registra ciertas leyes relativas al proceso de purificación que los judíos deben pasar antes de partir del Monte Sinaí hacia la Tierra de Israel. Finalmente, la Torá registra las ofrendas que los príncipes de cada tribu donaron el día que fue erigido el Tabernáculo y comenzó a funcionar. Sus ofrendas resaltan el hecho de que el viaje del pueblo judío en el desierto - como también cada viaje individual por la vida para cumplir la misión Divina de uno - debe ser una experiencia tanto individual como colectiva.

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EL CABALLO MARAVILLOSO

Por Yerachmiel Tilles

Reb Iehoshua Milner se mantenía ampliamente del fruto del molino que poseía en las afueras de Jerusalém en el siglo XIX. El gigante molino se movía por el firme y paciente andar de un caballo que pasaba sus días caminando continuamente en círculo. Reb Iehoshua, sin embargo, nunca era visto en el molino. Era un hombre devoto y erudito, y dejaba que todo el trabajo del molino fuera dirigido por su gerente, Reb Shmuel. Esto le permitía consagrar todo su tiempo al estudio de la Torá.

Cuando Reb Shmuel, el gerente, falleció, fue contratado otro hombre para vigilar el funcionamiento del molino. Este nuevo gerente decidió mejorar el rendimiento del molino reemplazando el lento y viejo caballo por un nuevo animal, muchísimo más fuerte que los otros caballos que habían trabajado allí. El nuevo caballo logró realizar el trabajo más rápidamente que el anterior, y se hizo conocido como "el caballo maravilloso".

Pronto este magnífico ejemplar se hizo famoso, y vinieron postores de cerca y lejos para comprar el fabuloso animal.

Reb Iehoshua, sin embargo, no deseaba venderlo y se negaba a todas las ofertas. Pero no importaba cuántas veces dijera "no" y a cuántas personas desairó; las ofertas continuaban viniendo.

Finalmente, Reb Iehoshua se cansó de las incesantes interrupciones a su estudio de Torá. Así que puso un precio para "el caballo maravilloso" de 25 Napoleones- una suma que podía mantener a una familia durante dos años. ¡Ciertamente, nadie sería tan insensato para hacer una oferta como esa! Reb Iehoshua, sin embargo, desestimó la tenacidad de sus compradores. Un comerciante propuso la suma, y el trato se cerró.

La noche antes de la venta, Reb Iehoshua no podía dormir. Trató y dio vueltas en su cama hasta que finalmente, en medio de la noche, se vistió y dejó la casa, diciéndole a su familia que volvería pronto.

Los empleados se asustaron al ver al dueño, Reb Iehoshua, llegar al molino. Si nunca visitaba el molino durante el día, ¿qué estaba haciendo allí en medio de la noche? Reb Iehoshua caminó directamente al caballo mientras todos lo miraban. Se detuvo al lado y susurró unas palabras en la oreja del poderoso animal. Inmediatamente, el caballo cayó muerto en el lugar. Reb Iehoshua no dijo nada y volvió a su casa.

Al día siguiente las noticias corrieron rápidamente. "El caballo maravilloso" había muerto la noche anterior, y sin una razón clara.

Reb Iehoshua llamó a su familia y relató la asombrosa historia. "Anoche no podía dormir durante horas, y cuando por fin lo logré, tuve un sueño muy extraño. En él, mi empleado anterior, Shmuel, aparecía ante mí y decía: "Debo confesarme. No fui el gerente estupendo que usted piensa. Le robé a lo largo de los años que trabajé en el molino. Cuando morí y estuve ante la Corte Celestial, se me informó que la única manera en que podría expiar mi terrible pecado contra el hombre y D-os era volver a la tierra en forma del caballo del molino, para que pudiera rembolsar mi deuda. Me dieron un cuerpo especialmente fuerte para poder trabajar excepcionalmente. Durante meses me esforcé, redimiendo lo que le robé a través de los años.

"Pero parece que hice demasiado bien mi trabajo, porque me hice famoso por mi fuerza y vitalidad. Cuando oí que usted estaba planeando venderme, me horroricé. No podría expiar mis pecados a menos que trabajara para usted en su molino. Si usted me vendía, tendría que volver una vez más a la tierra, para reparar mis fechorías. No podía soportar la idea de regresar nuevamente, por lo que le pido, por favor, perdóneme por lo que le hice".

"Cuando oí su súplica, salté de la cama y corrí inmediatamente al molino. Me acerqué al caballo y le dije que lo perdonaba con todo mi corazón, y que él ya no me debía un solo centavo. Cuando oyó mis palabras, expiró, porque había cumplido su propósito aquí en la tierra. Ahora, el pobre Shmuel encontrará la paz en el mundo venidero…"

 

¿LO SABÍAS?

MODÉ ANÍ

Un nuevo día, nuevos desafíos. En verdad es el mismo desafío de siempre, la batalla constante entre: Yo Quiero y Yo Debo. El primer campo de batalla es la cama, y los primeros tiros comienzan cuando suena la alarma. Yo Quiero se estira para posponer la alarma al menos 10 minutos más; y Yo Debo esta listo para saltar de la cama y comenzar el día.

Por eso la primer instrucción del código de leyes judío es: “Uno debe sobreponerse a su cansancio, como si fuese un león, a la hora de levantarse”. Porque si ya ganas esta batalla el resto es pan comido.

Aquí hay una pequeña reflexión para las mañanas: Piensa como cada noche tu alma asciende a los cielos para recargarse, esta mañana D-os decidió devolverte el alma a tu cuerpo y darte una vez más el regalo de la vida, una clara demostración que todavía queda en este mundo una pequeña esquina que tu puedes iluminar. D-os confía que eres capaz de lograrlo.

Ahora repite:

Modé aní lefaneja, mélej jai vekaiam, shehejezarta bi nishmatí bejemla, rabá emunateja.

Te doy gracias a Ti, Rey viviente y Eterno, que me has devuelto mi alma con compasión. ¡Grande es Tu fidelidad!

Estas son las primeras palabras que pronunciamos al levantarnos, estando todavía en la cama. Nuestro primer momento consciente del día lo dedicamos a agradecer a D-os por el regalo de la vida. No importa lo que hayamos hecho la noche anterior, nada puede manchar la pureza de esas primeras palabras que marcan el comienzo de nuestro día consciente.

¿Sigues con problemas para levantarte a la mañana? Usa tu imaginación. Imagínate acostado mientras un rey o un presidente, está frente a ti, esperando que te alistes para cumplir una importante misión.

Bueno, no es un rey o un presidente. Es el que crea y da vida a los reyes, presidentes, y a todo el mundo en todo momento, y a ti. Cada día. Y hoy también.

¡Gracias a D-os que estoy vivo!

MiSinaí es una publicación de Jabad Uruguay. Pereira de la luz 1130, Montevideo.
Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
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