Entrevistas

Con el uruguayo-israelí Daniel Limor, entre los años en el Mossad y la lucha social por Israel

Cuando preguntamos a Daniel Limor cómo le parece mejor presentarlo, está claro que quiere poner el énfasis en su actividad actual en el plano social, principalmente en cuestiones de educación en Israel, convencido de que en ello está la fortaleza del país. Pero nos permite destacar también su trayectoria de años atrás en el Mossad, el servicio de Inteligencia exterior de Israel, consciente no sólo del interés periodístico que ello despierta sino también de la importancia que tuvo esa actividad en su vida . 

Cuando sirvió en el Mossad, luchó por la seguridad de Israel y su pueblo. Uno de los grandes hitos, sobre lo cual hablará precisamente estos días en Montevideo-invitado por el Keren Hayesod-, fue el operativo que comandó  en cuyo marco se logró salvar a judíos de Etiopía a través de Sudán, con no pocos riesgos, para que puedan llegar al Estado de Israel, su hogar. Daniel Limor pide recalcar que la presentación correcta de las cosas es decir que el Mossad participó en el rescate de los judíos etíopes, y  no que lo hizo solo, ya que los propios judíos etíopes fueron parte integral, no beneficiados pasivos de la situación. Sin su valentía, destaca, sin su resiliencia, el Mossad no habría podido hacer nada, destaca.

Ya retirado, como activista social, sigue luchando, en otro plano.

Pocas semanas antes de su viaje a Uruguay, volvimos a conversar con Daniel Limor, quien nos recibió en su casa con la calidez y sencillez de siempre.

Identidad

P: Daniel, te radicaste en Israel desde joven por sonismo, te sentís muy judío, sos muy cercano a los valores del judaísmo y al mismo tiempo siento que te sentís muy uruguayo. ¿Cómo se combina todo?

R: Bueno… porque para mí Uruguay representa valores. Tuve la suerte de nacer en un país donde no había discriminación contra una religión, la que fuera, y donde las diferencias sociales, aunque siempre existieron, eran menos impresionantes que en otros países. Yo,  siendo judío, me eduqué en la escuela  y en el liceo Elbio Fernández que eran completamente ateos, donde no se hablaba de religión; no había muchos judíos, había dos o tres, en mi clase era el único. Todos sabían que yo era judío. Otros no se presentaban como tales.  Pasé allí muchos años, mantuve mi relación de amistad con todos, tras haber estado con mis compañeros desde el jardín de infantes hasta cuarto año de liceo, cuando me fui para Israel. Siempre me sentí bien en Uruguay, nunca me sentí perseguido, discriminado o lo que sea. Y todo eso al fin te forma la personalidad. Y cuando llegué a Israel, aunque al principio tenía acento extranjero al hablar hebreo, nunca sufrí la sensación de ser diferente, a pesar de que en los primeros años lo era, no en el color de la piel sino en otras cosas, en mentalidad…

P: En Israel hay, digamos, muchos diferentes de muchos otros muy diferentes. 

R: Ahí está, claro. Entonces cuando llegué a la madurez, cuando llegué a tener responsabilidad sobre la vida y el futuro de otros, para mí era muy claro que, aparte de que son todos seres humanos y todos los seres humanos fueron creados por el mismo dios -que no los clasificó en negros o blancos o altos o bajos-, estamos hablando del país que históricamente fue, siempre, por lo menos 4000 años, la tierra los hebreos y después de los judíos. Por eso para mí cuando llegué a esta situación en la que tenía que ocuparme de la seguridad  allá, fuera de las fronteras de Israel, y de la  buena integración acá, para mí eso era lo más natural que debía hacer. 

P: Lo das por sentado, pero aclaremos: te referís al vínculo con los judíos de Etiopía, a los que ayudaste a venir a Israel cuando comandaste un operativo especial en el Mossad.

R: Así es. Nunca me pareció que le estaba haciendo un favor a alguien, que vengo de una posición superior ni nada parecido. Para mí esta gente representa un trozo de historia increíble de una de las tribus judías que fueron dispersadas hace miles de años y que sobrevivieron en una situación casi imposible de animosidad contra ellos. Por lo tanto, para mí eso me parece natural, y eso también tiene que ver con la educación que recibí en Uruguay.

P: ¿Cómo explicarías a compatriotas uruguayos no judíos el vínculo especial con el pueblo judío y su tierra ancestral , el empuje de muchos judíos de instalarse en ella, aunque siga amando mucho a su país natal, en nuestro caso Uruguay?

 

R: Mirá, yo sé-aunque no se puede generalizar por supuesto- que en muchos casos, judíos que llegan a Israel de otros lados, aunque tengan sentimiento sionista, también se ven influenciados por los problemas con lo que lidian en los países en los que nacieron. Cuando de Uruguay se trata es otra cosa. Y claro que no es el único ejemplo.

P: Justamente por eso, entonces, puede ser problemático explicar por qué te fuiste.

R: Cuando yo me fui, mis amigos no judíos sentían que yo me iba a la aventura. No les expliqué nada sobre el sionismo y todo eso. Ellos sabían que yo era judío, había dicho muchas veces que Israel es el país de los judíos, “bueno, me voy a la aventura, voy a ver qué pasa”. Me acuerdo que fuimos a ver una película en la plaza Cagancha, que pasaron en el 59 o el 60, yo tenía 14 o 15 años, una película israelí que se llamaba “tal y tal no contesta”, en blanco y negro, era una película sobre una batalla que hubo en la Guerra de Independencia de Israel, donde se veía jóvenes varones y chicas que luchaban por la independencia de Israel. Yo la fui a ver con amigos no judíos y salimos todos entusiasmados. “Mirá lo que está pasando”, “qué coraje que tienen”, eran los comentarios. 

P: Pero seguramente llegó un momento en el que sí explicaste. De hecho, me lo contaste en otra de las entrevistas.

R: Así es. Tuve la ocasión de explicarlo la primera vez que volví a Uruguay. Me había ido en el 61 y volví por primera vez en el 89, o sea 28 años después. Estaba en Brasil y desde allí llamé a uno de mis amigos para preguntarle qué le parece que hagamos una reunión de los compañeros, si irían, si tiene sentido. Me dijo “llamame en media hora” . Lo llamé y me dijo: “tenés como 30 razones para venir”. Se reunió toda la clase con las mujeres,  pasamos la noche comiendo asado y tomando vino. En todo caso ahí tuve la ocasión de explicarles qué hice todos esos años-aunque  no les pude decir exactamente-  y que cuando me fui ni tenía idea de si me iba a quedar o por  cuánto tiempo. Al final me quedé y decidí ponerme  al servicio del Estado e hice lo que tuve que hacer. Eso les dije, porque al fin y al cabo uno tiene que tomar su responsabilidad. Ser uruguayo es más fácil que ser israelí, porque Uruguay no está en peligro, uno no tiene que arriesgar su vida para asegurarse de que la República Oriental del Uruguay siga  existiendo y no va a ser invadida por Brasil, Argentina o no sé lo qué. En la vida en Uruguay claro que hay gente que lidia con los desafíos de sustentarse y mantener a su familia, pero no hay un peligro para la sociedad… En Israel es totalmente lo contrario, tenés que asegurar su existencia, una existencia que no está segura, no está garantizada. Ahí está la diferencia. Eso lo expliqué y lo entendieron. Es gente educada, informada, cultivada, que sabe lo que pasa en el mundo.

P: Y muchos de tus compañeros se enteraron de lo que realmente habías hecho, por la entrevista que te hice hace 3 años.

R: Así es.

 

El servicio en el Mossad

 

P: ¿Cuánto tiempo estuviste en el Mossad antes de ir a estos operativos con los judíos etíopes?

R: 10 años. 

P: ¿Me podés contar de otras cosas que hayas hecho?

R: Sin divulgar ningún secreto, diré ante todo que el Mossad es una agencia que tiene como meta conseguir informaciones sobre las intenciones bélicas o de ofensivas de los enemigos de Israel. Ahora, salvo Siria e Irán, casi no quedan países enemigos  pero sí están las serias amenazas de las organizaciones terroristas, como Hezbolá y Hamas principalmente. Hay que obtener información para impedir acciones terroristas u otras contra Israel. Entonces claro que uno no tiene que ser un doctor en espionaje para analizar y comprender cómo se consiguen muchas informaciones. 

P: Basta con ir al cine para saber parte.

R: Hay mucha literatura y mucha película, la mayor parte son exageradas y romantizadas, pero al fin y al cabo tenés que reclutar agentes para que te traigan las informaciones, tenés que hacer incursiones, tenés que tratar de penetrar detrás de las líneas del enemigo para ver lo que está pasando, y eso es más o menos lo que uno hace en el Mossad. Esto lo comento  sin decir nada en especial de qué hice yo, porque no tiene importancia lo que yo personalmente hice. 

P: ¿Podés decirme dónde estuviste?

R: Es más fácil decirte donde nó estuve.

P: ¿En todo el mundo árabe?

R: No quiero entrar en ese detalle. Estuve en algunos lugares que están en la cercanía de Israel, pero también en casi todo el continente africano, casi todo el continente asiático, Europa… Sí te puedo decir que no estuve nunca en la Unión Soviética ni en la Rusia actual. No me interesa tampoco. Estuve en toda Europa occidental, en América del Sur… 

P: ¿En América del Sur también estuviste como parte del Mossad? 

R: Sí, también. No estuve en el Polo Norte ni en la Antártida y hay algunas islas en el Pacífico en las que tampoco estuve, pero pienso ir por razones turísticas. 

 

P: Y en algún momento dijiste “la pucha, ahora entiendo que esto no era pura aventura”, ¿no?

R: Claro, eso lo entendés rápidamente, lo entendí antes del Mossad, cuando empecé el servicio militar. Apenas entré y terminé el entrenamiento básico ya estábamos metidos en todo tipo de acciones en las que disparabas muchas balas, y ahí te das cuenta de que esto no es un picnic y que se puede terminar en cualquier momento. Estuve cuatro años y pico en el servicio militar, en dos guerras hasta que empecé a trabajar en el Mossad, que fueron dos guerras más. Ahí ya sabés que todo se puede jugar en segundos. Dos veces fui herido, tuve mucha suerte. 

 

P: ¿Estuviste en peligro de muerte?

R: Si. Más de una vez.

P: ¿Qué pasó?

R: Uno de los casos más duros cuando sentí que casi casi….

P: No contás el cuento…

R: Eso…Estaba en un vehículo de transporte de tropas blindado en la Guerra de Iom Kipur y nos tiraron un cohete antitanque que era muy eficaz. Lo vi llegar, lo vi en el aire. Impactó en un ángulo que hizo que explote, pero fuera del vehículo; disparó montones de esquirlas pero no penetró. Al lado nuestro había otro vehículo blindado, estábamos a 15 o 20 metros, y los egipcios tiraron dos cohetes. Uno nos impactó a nosotros y el otro penetró el vehículo vecino y mató a casi todos. Fuimos heridos, sangramos pero salimos en vida y… Ahí fue realmente fue por un pelo, como se dice. Hubo otras ocasiones, pero menores. 

 

 

El operativo en Sudán

Daniel Limor fue quien creó la infraestructura que funcionó luego durante muchos años, utilizando caminos terrestres, marítimos o aéreos. Todas esas distintas opciones comenzaron durante la época en la que él era el responsable. Estuvo allí cuatro años y medio. Luego lo sucedió quien había sido su número 2 y vinieron otros. Todos esos operativos para traer judíos etíopes a través de Sudán duraron casi nueve años con algunas interrupciones. En total, en todos esos años, llegaron a Israel a través de Sudán aproximadamente 16.500 judíos.

P: ¿Te acordás qué pensaste o qué sentiste cuando te encomendaron ese operativo?

R: Lo tomé como un privilegio, porque primeramente no tenía nada que ver con todas las otras misiones en las que había participado  antes en el Mossad o en el ejército. Era algo totalmente diferente,  algo que te relaciona con otros miembros de tu pueblo que son de aspecto diferente pero tienen la misma fe, los mismos principios, y que te asombra de hecho que existan. 

P: Tan diferentes, sí.

R: En aquella época yo ya conocía bien África y sabía perfectamente lo que quiere decir ser parte de  una tribu relativamente pequeña, en una sociedad que no los ama demasiado, por decirlo delicadamente. Sin duda cuando me  confiaron la misión, me sentí muy honrado y privilegiado .

 

P: Se me ocurre que quizás fue la primera misión en la que sentiste la dimensión de Israel como Estado del pueblo judío. 

R: Lo decís muy bien. Ese fue, sí,  un sentimiento que tuve, pero no puedo decirte cuándo, si fue al principio, durante el operativo o al final.Sin duda sentí que estábamos escribiendo una página de la historia del sionismo, del judaísmo. Eso es algo que es raro, no te pasa, podés vivir toda una vida sin sentirlo. 

 

P: ¿Te acordás en qué términos te plantearon la misión?

R: Si, claro. Llegué a Sudán porque un judío etíope que había logrado  llegar a Jartum, la capital, mandó un mensaje a una oficina de Europa que a su vez lo transmitió a Israel, en el cual decía que él había llegado a Jartum y pedía que le mandaran un pasaje para poder salir de ahí hacia Europa y de ahí llegar a casa, como lo escribió, en referencia a Israel.  Yo  no lo conocía, pero me dijeron muchas cosas buenas de él. En el Mossad decidieron que en vez de mandarle un pasaje le mandaban a alguien a encontrarse con él a fin de ver cómo había llegado, por qué había ido a Sudán y qué oportunidades se abrían. Todo eso en un período en el cual yo ya había ido dos veces a Etiopía para estudiar la situación y ver qué soluciones operativas podía recomendar. Había vuelto  a Israel con la conclusión  que era casi imposible circular en ese país , donde reinaba un gran caos . Y he aquí que de pronto llega un judío etíope conocido y respetado a Sudán. Así que mi mi misión primaria fue arreglar una cobertura con todo lo necesario -identidad, pasaporte, etcétera-, encontrarme con él en Jartum y tratar de ver qué se podía hacer. 

P: O sea que en ese momento, la meta era muy modesta.

R: Así es. No salí con la instrucción de traer judíos de Etiopía a Sudán y organizar todo tipo de evacuación por aire, mar y lo que sea, sino que fui para estudiar. Las comunicaciones con mis jefes en Tel Aviv eran casi imposibles, por toda clase de razones. Apenas llegué a estudiar la situación nos asociamos con este muchacho, formamos realmente un dúo que se complementaba en cuanto a  lo que cada uno aportaba en términos de experiencia, conocimiento del terreno… Empezamos siendo un dúo y después ya éramos hermanos. Pasamos mucho juntos, incluyendo un tiempo en prisión, con todo lo que eso significó. También nos dispararon…pasamos mucho juntos. Por otra parte, está claro que el hecho que no tenía comunicación con mis autoridades me facilitó un poco la posibilidad de avanzar, de tomar decisiones. 

P: Claro, tuviste que decidir todo  solo. 

R: No solo, con él. Hay cosas que las decidimos juntos, otras decisiones las tomé solo, pero siempre me respaldaron. Al fin, cuando llegaba a Israel de vez en cuando para explicar lo que estaba pasando, me respaldaban y me daban cuerda para que pudiera seguir. Ahí tomé muchas decisiones en base no tanto de la experiencia anterior de mi trabajo del Mossad sino por análisis de una situación que era nueva, que no tenía nada que ver con ningún tipo de entrenamiento. Aquí se trataba de civiles, de gente de edad, de niños, bebés, mujeres embarazadas, a los que tenés que cuidar, llevar… pero es importante recordar que  ellos mismos no eran simplemente pasajeros. Muchos de ellos, tal cual recordaste tú antes, participaron en los operativos de manera tal que sin su participación no podríamos haber hecho todo lo que hicimos. 

P: Entiendo por la dinámica que estás describiendo que no es que en un momento te dijeron: tu operativo es traer a los judíos de Etiopía a través de Sudán. 

R: No creo que esa frase se haya dicho. Pero la orden primordial fue dada por Menajem Begin  al jefe del Mossad ya en el 77, cuando le dijo: quiero que los judíos etíopes lleguen a Israel. Pero  no le dijo cómo. Ese era nuestro problema. Pero la definición nació de sí misma por el hecho que una vez que estábamos ahí decidimos que este hombre que había llegado a Sudán, con quien entablé un vínculo especial, como hermanos,  le mande un mensajero a su familia en Etiopía para decirles a sus hermanos jóvenes que se pusieran en camino y vinieran. De a poquito, de un pueblito a otro, fue corriendo la noticia. Y apenas los judíos sabían o aprendían o les decían que el que llegara a tal lugar en Sudán llegaría también a Israel… no precisaban más que eso para ponerse en camino aunque sin saber realmente lo que les esperaba. 

P: Un camino peligroso y lleno de sorpresas.

R: Sin duda ninguna. Ahí hubo muchas víctimas, fue una saga increíble esa marcha de miles de personas de todas las edades que cruzaban territorios peligrosos con bandidos, con desertores del ejército, de todo. Como te decía, se disparaba por todos lados. 

 

Al celuloide

P: Daniel, tú fuiste  la figura que inspiró la película de Hollywood, “The Red Sea Diving Resort” que como dijimos se estrenó hace tres años. Fuiste interpretado, como jefe del operativo del Mossad en el esfuerzo por traer a los judíos etíopes por Sudán, por el actor estadounidense Chris Evans. Pero cuando el director se dirigió a ti, aclaraste que te era importante que eso no salga como un acto heroico de blancos que llegan a salvar africanos, ya que sin los judíos etíopes mismos y su valor, no se habría logrado todo lo hecho.

R: Exacto. Ellos tuvieron que sacrificar mucho para volver a Sion, porque cuando ese retorno empezó la situación en Etiopía era muy caótica y peligrosa. Tuvieron que caminar cientos de kilómetros para llegar a un punto en Sudán, un país árabe que en aquella época era también islamista y extremista, y estaba en muy malas relaciones con Etiopía. Ser judío etíope en un país como Sudán es lo más peligroso que uno puede vivir. 

P: La voluntad pudo más que el riesgo.

R: Se corrieron esos riesgos  porque sabían que si llegaban a Sudán ahí estábamos nosotros, esperándolos para organizar la evacuación de Sudán en dirección a Israel por diferentes vías. Vía terrestre los llevábamos a la capital y de ahí les conseguíamos pasaportes de refugiados para ir a un país europeo desde donde irían a Israel. También había operativos combinados con las fuerzas especiales de la marina israelí, que llegaba por el Mar Rojo hasta la costa sudanesa. Nosotros a todos esos refugiados judíos que llegaban de Etiopía a los campos de refugiados los llevábamos hacia la costa, cientos de kilómetros por carretera, donde había muchos puestos de control del ejército sudanés. Eso nos llevaba tiempo, nosotros operábamos solamente en la noche, así que durante el día teníamos que escondernos en algún punto desértico junto con los refugiados, y después nos encontrábamos con la marina y ellos los llevaban en barco a Israel. 

P: La verdad, cada opción es para una película.

R: Es cierto. Otro método, que fue realmente el más audaz y arriesgado, era que llegaban aviones de la aviación israelí, penetraban dentro de Sudán 700 kilómetros y ahí les preparábamos un terreno de aterrizaje, todo eso en la noche… Cuando digo preparar un terreno es principalmente en el desierto, pero nosotros lo controlábamos, lo medíamos, porque tenía que tener ciertas medidas, y la tierra tenía que tener cierta resistencia para poder sostener el peso del avión... Son  cuestiones técnicas que se aprende a hacer. Ahí aterrizaba un avión Hércules con capacidad para casi 200 personas, en medio de la noche, en el desierto, en total oscuridad, y se llevaba a las 200 personas. Y así otro vuelo y otro vuelo. Esos fueron los métodos, todo eso duró mucho tiempo.

P: Y evidentemente, al peligro constante se agregaba el hecho que tenían que vivir con identidad falsa.

R: Por supuesto. Actuábamos bajo cobertura clandestinamente en un país enemigo. Todo mi equipo, que podía llegar hasta 15 operativos, varias mujeres incluidas,  teníamos otras identidades. No éramos israelíes, no teníamos pasaporte israelí, sino que teníamos otras identidades, todos hablaban idiomas extranjeros. Todos éramos capaces de sostener una interrogación sobre la identidad y qué estamos haciendo aquí o allá. 

P: Recordemos dónde entró en la historia la trama de la película de Hollywood que mencionamos.

R: Uno de los capítulos de toda esta historia, que llevó años, fue que descubrimos la existencia de un club de buceo que una compañía italiana había construido a unos 70 kilómetros al norte de la ciudad de Port Sudán, que es el único puerto de Sudán, en el Mar Rojo. Lo encontramos por casualidad, estábamos buscando playas que pudiéramos utilizar para reunirnos con la gente de la marina israelí. Ese club, ese resort, estaba abandonado, simplemente guardado por un beduino de una tribu local, que me explicó, me mostró todo lo que había en el lugar. Había mucho equipaje que podía interesarnos, mucho material, había botes, motores, material de buceo, una cocina equipada, un generador de electricidad, muchas cosas. Pero estaba todo un poco abandonado. Lo pudimos adaptar y lo usamos como club de buceo, lo cual era nuestra cobertura. Y lo manejábamos en serio, con todo lo que ello implica. Pero al mismo tiempo, realizábamos nuestro operativo.

 

P: La película  no era un documental sino una película inspirada en los hechos reales, y hay allí no pocas escenas en las que se cambiaron cosas. Increíble, cuando está claro que de todos modos la realidad superó la ficción.

R: Sin ninguna duda. Pero te cuento que hay un libro escrito por un inglés, que se llama Raffi Berg, periodista de la BBC, titulado  “Red Sea Spies”. Se puede obtener en cualquier librería de Estados Unidos, imagino, o en Amazon. Aclaro que evidentemente yo no gano nada del libro. Lo recomiendo simplemente porque ahí  se puede leer en detalle todo sobre ese club de buceo  pero también la historia de los judíos etíopes y mucho más. Él entrevistó a mucha gente, no solo a mí, entrevistó a miembros de los comandos de la marina, a pilotos de la aviación israelí, a judíos etíopes que participaron en este operativo… Aunque yo no soy muy objetivo, puedo asegurar que es un libro que realmente se lee como una novela de espionaje. A tal punto está bien escrito que yo mismo cuando lo leí quería ver lo que iba a pasar al día siguiente. 

P: Genial, aunque tenías bien claro qué había sucedido. El libro está saliendo justamente ahora en hebreo. Volviendo a la película. Por un momento fugaz tú aparecés, ¿verdad?

R: Si, como las películas de Hitchcock, en las que él aparecía en una escena, el director… Hay una escena alrededor de una fogata una noche ahí con los clientes del club y me hizo sentarme ahí con una botellita de cerveza, así que aparezco ahí, se me ve una fracción de segundo. 

P: Debo decir que había otra escena que como uruguaya, igual que tú, me molestó mucho que cuando tú personaje le cuenta a alguien su historia personal, no dice que nació en Montevideo. Pero claro, no pegaba con la película. 

R: Mirá, te voy a decir, el que escribió el guion es un israelí que vive en la West Coast de Estados Unidos y ahí son muy liberales, muy universales, todo tiene que ser universal, y su filosofía es que esta película no es una cuestión de israelíes que se fueron a un país árabe para ayudar a judíos a retornar a Israel, sino que es una operación humanitaria y todos los miembros del equipo son de países diferentes. No hay que olvidarse que en la realidad eran todos israelíes, claro que nacieron en varios lugares, como yo en Uruguay y otro en Italia, Francia, y demás. Pero él los representa como si fueran un equipo internacional que está haciendo una misión humanitaria. Trató de  dar un mensaje universal a través de esa película, entonces no quería que los personajes fueran realmente identificados de manera exacta con los que participaron realmente en el operativo. Trató de hacer una cosa un poco universal.

 

El resumen, hoy

 

P: ¿Cómo ves hoy lo que viviste, lo que hiciste?

R: Es un capítulo de la historia del Estado de Israel y del pueblo judío que puede ser que sea el último capítulo en lo que podemos llamar el retorno a Sion, el retorno del pueblo judío después de 2000 años de diáspora, dispersión y persecuciones. Es un capítulo que se escribió con mucha pena, en peligro y con mucho sacrificio, principalmente de parte de los judíos etíopes, que después de entre 2500 y 2700 años de exilio en Etiopía seguían soñando con el retorno a Sion.

P: Y tú fuiste clave en todo esto. Y ahora seguís luchando por Israel de otra forma, aportando a su sociedad. Eso, para la próxima parte.

R: Muy bien.

(Continuará en una segunda entrega)

Ana Jerozolimski
(08 Agosto 2022 , 01:55)

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