Fuente: Nocamels.com
Por Ariel Grossman
El software detecta fallas en productos frescos, incluso si se ven perfectos para el ojo humano
Está buscando moretones en una manzana o exprimiendo un aguacate en su supermercado local, pero lo más probable es que ya haya sido revisado, por dentro y por fuera, por inteligencia artificial.
El nuevo software puede analizar todos los aspectos de las frutas y verduras antes de que lleguen a los estantes de los supermercados. Puede determinar la vida útil de un producto y verificar si hay podredumbre interna y residuos de pesticidas.
Integra sensores y ópticas avanzadas en cámaras de 360 grados que ven mucho más que el ojo humano, y eso significa una reducción drástica en la pérdida de alimentos.
Hasta una quinta parte de todos los productos frescos se pierden antes de que lleguen a la tienda de comestibles. Esto se debe a que se manipula y almacena de manera deficiente durante el transporte, o se pudre en su viaje desde la granja hasta el minorista.
El sistema que procesa frutas y verduras antes de distribuirlas a los supermercados está muy desactualizado. La mayoría de las veces, los productos se clasifican manualmente en cintas transportadoras antes de distribuirlos a los minoristas.
Una sola persona inspecciona a mano de 15 a 20 toneladas de producto por hora. Clasificar más de cien toneladas de productos al día a un ritmo acelerado es un trabajo aburrido, y es comprensible que los trabajadores sean propensos a cometer errores y pasar por alto defectos.
“Las plantas empacadoras son el último eslabón sistemático para observar la calidad antes de que los productos lleguen a los consumidores, pero sus análisis no son lo suficientemente exhaustivos”, dice Amir Adamov, director ejecutivo de Neolithics.
“La cadena de suministro de frutas y verduras es la que más derrocha, porque los productos agrícolas son la categoría de comestibles más difícil de gestionar”.
La empresa con sede en Herzliya desarrolla software que se implementa en equipos de clasificación y automatización en almacenes y empacadoras. Su IA mide la apariencia física del producto y si se adapta a lo que el mercado quiere en términos de aspecto, forma y tamaño, así como sus parámetros nutricionales, incluidos el almidón, las grasas, el azúcar, la biomateria y las fibras.
Busca anomalías, como la distribución desigual de líquidos, lo que significa que aunque la fruta se ve perfecta por fuera, está mal por dentro. La IA también mide los niveles residuales de químicos y pesticidas para verificar que la fruta sea segura para comer.
“Los supermercados y las cadenas minoristas tienen cientos del mismo producto, por lo que es muy difícil mantener un alto nivel de conocimiento”, le dice Adamov a NoCamels.
