Mundo Judío

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Nunca Perder el Ánimo - "Viendo" a D-os - "Perdida" en el Correo 16 Años - La Aliá

 

 

No. 188

Vaera
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Horario de velas en Montevideo, Viernes  20/1 19.41 hs.

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NUNCA PERDER EL ÁNIMO

Por Yossy Goldman

Imagine que ha estado trabajando en un lugar por años y años. Es un trabajo manual arduo y usted está no sólo cansado sino exhausto, desmoralizado, agotado y frustrado. Y entonces, un buen día, un compañero nuevo del piso se levanta y promete todo un nuevo mundo de igualdad, recompensas y libertad. 

¿Usted le cree o ya perdió todas las esperanzas? ¿Usted se atreve a esperar un mañana mejor y correr el riesgo de quedar devastado y caer en la desesperación una vez más o simplemente acepta su destino y deja de soñar?

Así fue con nuestros ancestros en Egipto. Estuvieron trabajando como esclavos todos esos años cuando apareció una cara nueva y empezó a hacer promesas. Moshé trae un mensaje de D-os que van a ser redimidos. Hay una Tierra Prometida por delante. No todo está perdido. Hay luz al final del túnel.

¿La respuesta de los judíos? “Debido a la falta de aliento y la dura esclavitud, no escucharon a Moshé” (Shemot 6:9).

Un comentario explica que la “falta de aliento” no debe ser entendida solo literalmente. La palabra hebrea para respiración es ruaj, que también puede significar espíritu. En otras palabras, no podían escuchar el mensaje de Moshé no solo por su desaliento físico, sino porque les faltaba el espíritu. Habiendo sufrido la esclavitud por tanto tiempo, no tenían más fe o esperanza para creer que la libertad estaba en la esfera de lo posible. Era algo que estaba simplemente más allá de ellos. Habían perdido el ánimo.

En toda la historia de Egipto ni un solo esclavo había escapado nunca. ¿Cómo podría una nación entera salir libre? Moshé era un iluso, deben haber pensado. No es realista mantener expectativas tan altas solo para verlas fracasar nuevamente. Por eso el pueblo estaba totalmente desalentado, sin espíritu y por lo tanto no podían escuchar, es decir, absorber el mensaje de Moshé.

Sucede muy a menudo. La gente se queda tan fija en su mediocridad que pierden la esperanza de poder lograr alguna vez un cambio significativo. Los matrimonios quedan estancados en la rutina y los días pasan de largo hasta que perdemos hasta el deseo de soñar. Y la gente de Israel, aun líderes valientes, están tan desalentados por años de guerra, desgaste y terror que se aferran a cualquier cosa, porque básicamente, si somos honestos con nosotros mismos, simplemente han perdido la determinación.

Varias veces he citado un sabio proverbio que escuché en nombre del legendario jasid Reb Mendel Futerfas. “Si perdiste todo tu dinero, no has perdido nada. El dinero va y viene. Si perdiste la salud, has perdido la mitad. No eres la persona que eras antes. Pero si perdiste la determinación, lo perdiste todo.”

Moshé trajo nuevas esperanzas a una nación deprimida sin sueños. Les devolvió el espíritu que habían perdido y eventualmente, a través de los milagros de D-os, la promesa se cumplió y el sueño se convirtió en su destino.

Que falte el aliento es normal. Pero quedarse sin espíritu es algo que el pueblo judío nunca se puede permitir. Que nunca perdamos el ánimo.

"VIENDO" A D-OS

D-os le habló a Moisés, diciéndole, “Yo soy D-os. Me aparecí a Abraham, Isaac y Jacob.” (Shemot 6:2-3)

Cuando nos parece que algo está mal en la forma en la que D-os dirige el mundo D-os quiere que lo cuestionemos. Pero al mismo tiempo debemos continuar creyendo absolutamente en la realidad de D-os y su bondad.

¿De dónde podemos sacar el poder para creer en D-os tan completamente que Lo vemos virtualmente incluso en los momentos más oscuros del exilio? D-os responde a esta pregunta diciendo: “Me aparecí a Abraham, Isaac y Jacob.” Los patriarcas y matriarcas poseían esta fe inamovible, y nosotros la heredamos de ellos. Si la nutrimos apropiadamente, nosotros también “veremos” a D-os incluso cuando Su bondad no es fácilmente perceptible.

Esta fe nos permite vivir los momentos finales de nuestro exilio anhelando su fin (¡y exigiéndolo!) mientras maximizamos el uso de sus momentos restantes. En mérito de esto, aceleraremos la Redención Mesiánica.

Hitvaaduiot 5743, vol. 2, págs. 823-830.

Éxodo (Shemot)  6:2 – 9:35

En la segunda sección del libro de Éxodo D-os comienza el proceso que llevará a la liberación de los judíos de la esclavitud egipcia. Primero le informa a Moisés que es crucial que él y el pueblo judío demuestren la misma fe en D-os que los patriarcas cuando él se apareció (Vaerá en Hebreo) a ellos. Después de algunas preparaciones adicionales, D-os comienza a golpear a los egipcios con plagas.

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"PERDIDA" EN EL CORREO 16 AÑOS

Por Shaul Wertheimer

Hace unos trescientos años, vivía un hombre rico llamado Avígdor. Una vez, le llevó una enorme suma de dinero al Rabí Israel Baal Shem Tov, el fundador del movimiento jasídico, para que la distribuyera entre los pobres en su nombre. El Baal Shem Tov aceptó con gentileza la contribución y le preguntó a Avígdor si deseaba que le diera a cambio una bendición. Después de todo, el Baal Shem Tov era famoso no sólo por ser un gran sabio de la Torá, sino también por ser un individuo honrado con el poder de bendecir.

- “¡No, gracias!”, respondió arrogante Avígdor. “Soy muy rico; tengo muchas propiedades y tengo esclavos, muchas exquisiteces y todo lo que deseo. ¡Tengo más de lo que necesito!”.

- “Eres muy afortunado”, respondió el Baal Shem Tov. “Quizás quieras una bendición para tu familia”.

- “Tengo una familia grande y sana de la que estoy muy orgulloso; son el motivo de mi orgullo. No necesito, ni quiero, nada”.

- “Bueno, entonces quizás puedas ayudarme. ¿Puedo pedirte una cosa?”, le preguntó el rabí Israel. “¿Puedes, por favor, llevarle una carta al presidente del comité de caridad de Brody?”.

- “Por supuesto”, respondió Avígdor. “Vivo en Brody, y me encantaría ayudarlo con este asunto”.

El Baal Shem Tov tomó un papel y una pluma, escribió una carta, la selló en un sobre y se la dio a Avígdor. Avígdor observó la carta, la colocó en el bolsillo de su abrigo y volvió a su casa. Pero tenía tantos proyectos en mente que para cuando hubo llegado a Brody se había olvidado por completo de todo el encuentro con el Rabí Israel.

Pasaron 16 años y la rueda de la fortuna dio un giro inesperado. Todas las posesiones y propiedades de Avígdor se perdieron o se destruyeron. Las inundaciones arruinaron sus campos de cultivo; los incendios destruyeron sus bosques. Calamidad tras calamidad. Se quedó sin un centavo. Los acreedores tomaron su casa y todo lo que poseía. Un día, mientras revisaba los bolsillos de un viejo abrigo que pensaba vender, encontró una carta: ¡la carta que le había dado el Baal Shem Tov hacía 16 años! De repente, recordó su visita y lo arrogante que era cuando creía tenerlo todo. Con lágrimas en los ojos, se apresuró a cumplir con su misión y llevar la carta a destino. El sobre estaba dirigido a un Sr. Tzadok, presidente del comité de caridad de Brody.

Corrió a la calle y se encontró con uno de sus amigos. Lo tomó del brazo y le dijo: 

- “¿Dónde puedo encontrar al Sr. Tzadok?”.

- “¿El Sr. Tzadok? ¿Te refieres al presidente del comité de caridad, el Sr. Tzadok?”.

- “Sí, ¡debo verlo de inmediato!”, respondió Avígdor.

- “Está en la sinagoga”, dijo el amigo de Avígdor. “Estuve ahí hace unos pocos minutos. El Sr. Tzadok es un hombre con suerte. Esta mañana fue elegido presidente del comité de caridad”.

- “Cuéntame más sobre el Sr. Tzadok”, insistió Avígdor.

Con intenciones de ayudar, el amigo de Avígdor continuó: - “El Sr. Tzadok nació y creció en Brody. Sastre de profesión, nunca tuvo mucha suerte, nunca tuvo un buen pasar. Casi no podía mantener a su familia, que siempre vivió desdichada en la pobreza. Sin embargo, hace poco su suerte cambió. Al Sr. Tzadok le presentaron a un noble de la zona, y se encargó de confeccionar los uniformes para todos sus sirvientes. El noble quedó muy satisfecho con la labor del Sr. Tzadok y su negocio empezó a crecer. Se volvió un hombre rico y se ganó el respeto de la comunidad. No olvidó que había sido pobre, hizo donaciones generosas y cumplió un rol activo en asuntos comunitarios. Justo esta mañana fue electo por unanimidad presidente del comité de caridad”.

Al oír esta historia, Avígdor se apresuró a ir a la sinagoga y encontró al Sr. Tzadok, que leía detenidamente pedidos de ayuda económica. Le dio la carta. Juntos, leyeron las palabras del Baal Shem Tov, escritas hacía 16 años:

Querido Sr. Tzadok:

El hombre que le ha traído esta carta se llama Avígdor. Solía ser un hombre muy rico, pero ahora es muy pobre. Ha pagado por su arrogancia. Como esta misma mañana has sido electo presidente del comité de caridad, te pido que hagas todo lo que puedas para ayudarlo, porque tiene una familia grande que mantener. Algún día volverá a irle bien, y esta vez estará más preparado. En caso de que dudes de mis palabras, te doy una señal: tu esposa espera un bebé, y hoy dará a luz a un varón.

No habían terminado de leer la carta cuando alguien entró a la sinagoga y exclamó:”¡Mazel tov, Sr. Tzadok! ¡Su esposa acaba de tener un varón!”.

Gracias al presagio del Baal Shem Tov, Avígdor volvió a ser rico. Esta vez, fue más humilde y fue admirado por todos.

LA ALIÁ

Cuando se lee la Torá en público en la sinagoga (en Shabat, los lunes y jueves a la mañana, durante las fiestas religiosas y en los días de ayuno), se llama a los congregantes a una aliá. Originalmente, la persona llamada (el olé) tendría que leer personalmente una sección de la lectura. Pero dado que la mayoría no tiene el entrenamiento necesario para entonar la lectura, hay un “lector” designado que lee la sección en voz alta, mientras que el olé lee junto al lector en voz baja (o lo escucha leer).

Aliá significa “ascender”, lo que se refiere no solo subir a la mesa de lectura, sino también a una elevación espiritual. Nuestros sabios explican que D-os se expresa constantemente en las palabras de la Torá; cuando el olé va hacia la Torá, D-os habla a través de él.

Cuándo

Intente tener una aliá en estas ocasiones: a) el Shabat antes de su boda, b) durante o después de su bar mitzvá, c) durante o antes de su cumpleaños judío, el iortzai (aniversario del fallecimiento) de un padre y la circuncisión de un hijo.

Cómo

El gabai anuncia (en hebreo): “¡Levántate, fulano, hijo de fulano!”

Si hubiera un kohen presente, él será honrado con la primera aliá, y un levita recibirá la segunda aliá. En muchas sinagogas, el olé viste un talit.

Párese a la derecha del lector, quien indicará el comienzo y el final de la lectura. Toque dichos lugares con la punta de su talit (o con el cinto de la Torá) y béselo. Cierre la Torá, tome ambos mangos y recite la primera bendición.

Sostenga el mango de la Torá mientras que el lector lee su sección. Si fuera posible, siga las palabras en hebreo dentro del rollo de la Torá y lea en voz baja. Cuando concluya la lectura, bese el principio y el final de la lectura con su talit, cierre la Torá y recite la segunda bendición. Luego de su aliá, párese a la derecha de la mesa de lectura hasta la siguiente aliá.

Nota: ¿No tiene experiencia? No se preocupe. ¡El gabai lo guiará a lo largo del proceso!

 

iSinaí es una publicación de Jabad Uruguay. Pereira de la luz 1130, Montevideo.
Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
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