Ianai Silberstein

Ianai Silberstein

 Nacido 1957, casado, dos hijos, un nieto. Jubilado. Egresado con título de grado en Teoría Literaria y Literatura Inglesa de la Universidad de Tel-Aviv en 1980. PDD en la Universidad de Montevideo en 1999. Participante de los Seminarios para líderes comunitarios del Shalom Hartman Institute en Jerusalémdesde 2009 a la fecha. Integrante del Consejo de la EIHU entre 1997 y 2006. Miembro de la Comisión Directiva de la NCI desde 2003. Presidente 2006 a 2009. Actualmente Presidente de la NCI por el período 2021-2024. Creador del programa radial “radiomaná” entre 2004 y 2009. Creador del blog TuMeser on-line desde 2009. Escritor. Charlista. Juez All-Rounder del Kennel Club Uruguayo desde 2017.

Columna de opinión

Paul Johnson, QEPD

El pasado 12 de enero (2023) falleció en Londres el escritor e historiador Paul Johnson, nacido en Manchester en 1928. Wikipedia trae pocos detalles personales de su vida; son irrelevantes. Coincido en que su legado, más que en ningún otro caso, está en su obra de difusión histórica.

En lo personal he leído en forma completa y más de una vez los siguientes libros: “La Historia de los Judíos”, “EEUU: La Historia”, e “Historia del Cristianismo”. “Tiempos Modernos”, que fue un best-seller en los EEUU, no consiguió entusiasmarme ni conmoverme. “Intelectuales”, “Héroes”, o “Humoristas” parecen ser más un desahogo personal que obras con el rigor de las anteriores. Un poco lo que ha sucedido con Yuval Noah Harari después de su éxito “Sapiens”: la ideología prevalece por sobre el rigor histórico y literario.

En ningún caso, ni con Johnson ni con Harari, salvando sus enormes diferencias, puedo negar la enorme influencia que han tenido sobre mis conocimientos y mi percepción de los procesos históricos. Más allá de datos y fechas, que son la materia prima de la Historia, es la forma de entenderla lo que me ha cautivado en ambos. La acumulación de información no tiene sentido si no se lo damos, y cualquiera de ellos han sido magistrales en ese sentido. Si me apuran, sumaría en la lista al uruguayo Lincoln Maiztegui en su obra “Orientales”.

Dicho todo esto a modo de introducción, y siendo que la razón de estas líneas es Johnson, veamos algunas de sus grandes virtudes, en especial a través de sus propias palabras. Por eso junto a este editorial reproducimos en TuMeser el epílogo de “La Historia de los Judíos” que ya publicáramos en 2016.

Es precisamente su capacidad de comprender el material que acomete lo que me resulta más destacable de su obra. No sólo su prosa es fluida, su narración continua, vinculando con raciocinio y continuidad épocas y transformaciones, sino que no rehúye al desafío de dar su interpretación y opinión de los hechos que narra. Sus “historias” son comprometidas, opinadas, hasta subjetivas, al tiempo que con un profundo respeto por el material en cuestión.

Puede cometer algún error de datos u opinión, pero nadie puede dudar de su honestidad intelectual. Johnson confronta. Dos ejemplos muy contundentes son Marx, Freud, y el clan Kennedy, cuyo juicio oscila entre la crítica y el desprecio. Es una constante en toda su obra, también cuando admira un personaje y su obra.

Al mismo tiempo, su relativa subjetividad actúa como desafío hacia nuestra propia percepción de los mismos hechos o personajes. Pocos leen su obra en la ignorancia absoluta; todos tenemos alguna noción del tema cuando elegimos leerlo. Por lo tanto, no sólo nos ordena y sobre todo nos da una perspectiva histórica profunda y extensa, sino que nos obliga a revisar nuestros juicios y prejuicios.

Me ha resultado especialmente fascinante su división, mediante capítulos, de la historia que acomete. En el caso de “La Historia de los Judíos”, una historia de cuatro mil años, Johnson la divide en sólo siete capítulos: los Israelitas; el Judaísmo; la Catedocracia; el Gueto; la Emancipación; el Holocausto; Sión. En el caso de “EEUU: La Historia”, cuatrocientos años, son ocho capítulos con títulos tan sugerentes como “Una ciudad sobre una colina” o “El pueblo elegido” (sobre la Guerra Civil). Cualquiera de esos títulos genera una expectativa al tiempo que apunta al meollo de la postura del autor sobre ese período, su comprensión personal del mismo, y sobre todo, de la historia global que ha acometido.

Lo que más reconozco y admiro en la obra de Johnson es su compromiso moral. Esa es la razón por la cual las suyas son historias con juicio de valor. No ahorra en elogios o críticas. Por sobre todo, y por eso es muy importante leer sus introducciones y epílogos, son sus grandes interrogantes o dilemas y sus grandes conclusiones las que le ponen un broche de oro a la lectura. Uno no sólo supo cosas, entendió procesos, sino que recibió demandas éticas y desafíos morales aplicables en cualquier nivel de la vida personal o colectiva, como individuos o como comunidades.

A modo de ejemplo, cierro estas líneas con las principales interrogantes que el autor se hace al abrir la obra sobre los EEUU:

“¿Puede una nación sobreponerse a las injusticias que marcaron sus orígenes y, merced a su decisión y empeño moral, repararlas? Todas las naciones han nacido como producto de guerras, conquistas y crímenes que suelen quedar ocultos en las sombras de un pasado remoto. ¿Ha expiado sus pecados originales?
En el proceso de creación de una nación, ¿es posible mezclar con éxito los ideales y el altruismo – el deseo de construir la comunidad perfecta – con la codicia y la ambición, sin las cuales es absolutamente imposible crear una sociedad dinámica?
En un principio los norteamericanos se propusieron erigir una nueva “ciudad sobre una colina”, pero se descubrieron construyendo una república basada en la soberanía del pueblo que se convertiría en un modelo para todo el planeta. ¿Tuvieron éxito sus audaces metas? ¿Han demostrado realmente ser ejemplares para la humanidad? ¿Seguirán siéndolo en el nuevo milenio?”
Cualquiera de estas interrogantes aplica a cualquier nación, si alguien elige plantearlas. Johnson lo hace. Sus best-sellers no son sólo amenos, fascinantes, fluidos, informados, y opinados, sino que tienen un propósito superior, un propósito de lo que en términos judíos llamamos “tikún”, reparar y mejorar el mundo.

Johnson finaliza su “Historia del Cristianismo” con algunas de las siguientes frases, rescatables tanto en su contexto como por sí mismas:

“El prontuario de la humanidad con el cristianismo es bastante lamentable. Pero sin sus restricciones y exhortaciones, ¿cuánto más horrorosa habría sido la historia? El hombre es imperfecto con Dios. Sin Dios, ¿qué es? Nuestra historia durante los dos últimos milenios ha reflejado el esfuerzo por superar nuestras propias fragilidades humanas. Y en esa medida, la crónica del cristianismo es edificante.”

QEPD  Paul Johnson.

Ianai Silberstein
(19 de Enero de 2023 a las 12:09)

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