por Rav Binyomin Weisz
Fuente: aishlatino.com
Contar implica forjar una relación consciente con el tiempo y sus momentos.
Comenzamos la Cuenta del Ómer, los 49 días que comienzan a partir de Pésaj y nos llevan al momento en que recibimos la Torá en Shavuot. En estos días, la Torá nos ordena contar cada noche. ¿Qué es lo que logra esta cuenta? ¿Acaso un día "contado" es diferente a un día regular? ¿Y por qué esta mitzvá constituye el camino que nos lleva al Monte Sinaí?
La cuenta nos transmite un mensaje importante. El tiempo puede entrar a nuestro presente, pero después desvanecerse en el horizonte de la historia, sin haber adquirido ningún significado. Tiempo "muerto", vacío. Y todavía peor, el tiempo puede restringirnos y abrumarnos con estrés, aburrimiento o desesperación. Esperar puede ser nada más que una barrera frustrante que nos aleja de aquello que queremos en la vida, ya sea encontrar un esposo, un trabajo o lograr un objetivo. Podemos quedarnos atrapados dentro del tiempo.
Pero no tiene que ser de esta manera.
Ese mismo tiempo puede llegar y podemos contarlo. Contar implica forjar una relación consciente con el tiempo y sus momentos. Es decir que yo elijo hoy, en vez de vivir pasivamente. Esto permite que incluso una espera difícil se vuelva significativa, porque recibo lo que me brinda el momento presente y reconozco su potencial de crecimiento. Al contar estos 49 días construimos esta nueva relación con el tiempo. De esta forma preparamos nuestras vidas para dedicarlas a la Torá.
Este enfoque no es sólo para los solteros que esperan a su alma gemela ni para las parejas que esperan ser bendecidos con hijos, sino que es para todos. El mismo medio a través del cual experimentamos la vida es el tiempo. El tiempo es un potencial puro que nos regalan día a día para usarlo en cosas buenas. Un recipiente que espera ser llenado. Desde esta perspectiva, esos momentos difíciles que todos pasamos no tienen que generar necesariamente frustración y desesperación. Simplemente son otra oportunidad. Una posibilidad de profundizar nuestra fe en Dios, para crecer como personas y como judíos.
A veces, externamente —o a los ojos de nuestra sociedad— puede parecer que estamos "en tránsito". Simplemente estamos esperando una cita, esperando tener un hijo, esperando obtener un título o un trabajo. Pero en verdad el camino nunca es simplemente un escalón para llegar a otra cosa, sino que ese escalón lleva dentro de sí el destino mismo. Aquí, y sólo aquí, se encuentra nuestra misión de ahora. Dios nos ama y tiene un plan para nosotros en cada etapa de nuestras vidas, incluso en las más dolorosas. Él nos sacó de Egipto, no a pesar sino debido al sufrimiento que soportamos allí, para que pudiéramos ganar lo que necesitábamos de esa experiencia. Entonces, en el momento preciso, Él nos sacó y nos convirtió en Su nación y recibimos la Torá. Ambas etapas eran partes esenciales de nuestro camino hacia el Monte Sinaí.
La Cuenta del Ómer es un momento para reconocer que no estamos bajo el control de la naturaleza, la suerte ni las estadísticas. Siempre estamos en un camino hacia. Detrás de las escenas, Dios conduce suavemente a cada persona exactamente a las situaciones que pueden ayudarla a desarrollar su potencial. Cada momento contiene la travesía cósmica de un judío: dejar las limitaciones representadas por Egipto y construir para experimentar una conexión Divina con la Torá. Una travesía hacia lo eterno.
Sí, cada momento de nuestras vidas tiene un valor intrínseco. En cada lugar se puede encontrar una oportunidad para el crecimiento.
Al vivir con esta filosofía, acumulamos valiosos días "plenos" que nos llevamos con nosotros para siempre. Tal como nuestro patriarca Abraham, a quien la Torá describe diciendo que "llegó con sus días" (Génesis 24:1). También tenemos que recordar que en la vida nunca se trata de "todo o nada". Los días que pasaron sin ser aprovechados al máximo no limitan el nuevo recipiente de hoy, que siempre está disponible para llenarse con cosas buenas y para guardarlo para la eternidad.
La primera mitzvá que recibimos al convertirnos en la nación de Dios fue santificar la luna nueva. Su mensaje es: ¡Libérate! Hazte cargo de tu vida y toma las riendas del tiempo. Lleva el tiempo al reino de tu consciencia en vez de dejar simplemente que se diluya. Aprovecha sus segundos, sus minutos, sus horas y sus días para la elevación espiritual, en vez de esclavizarte a ellos. ¿Dónde comienza este proceso? Con la decisión de hacer que este momento sea importante.
Como judíos, tenemos esta capacidad, especialmente durante los especiales días del Ómer. Nunca tenemos que ser "víctimas" del tiempo. Por el contrario, tenemos la fuerza de aprovechar el tiempo para propósitos productivos, para elevarlo, llenando nuestros días con significado. Podemos esforzarnos por encontrar y aceptar el plan de Dios para esta etapa de nuestra vida.
Si elegimos hacerlo, el tiempo realmente "cuenta".