Entrevistas

Con Gerardo Bleier, una entrevista sobre dolor, vida e identidad

Al cumplirse este 27 de junio el 50° aniversario del golpe de estado en Uruguay, volvemos a conversar con Gerardo Bleier, el hijo de Eduardo Bleier, que fue detenido por la dictadura, torturado y evidentemente asesinado, aunque nunca nadie avisó a la familia de su muerte. Era uno de los desaparecidos más emblemáticos hasta que hace unos años fueron identificados sus restos. 

Combinamos aquí también una parte importante de la entrevista anterior que le hicimos a Gerardo, precisamente cuando se acababa de encontrar los restos de su padre.

En la primera entrevista que realizamos a Gerardo en su casa durante unas horas, nos habló de los días “difíciles y sanadores” que la familia estaba viviendo al ser identificados los restos de su padre. Había sido 

detenido por comunista por la dictadura, doblemente torturado por ser judío, asesinado, y 44 años después, la familia pudo cerrar la historia de su muerte.

 

P: Gerardo, se están conmemorando los 50 años desde el golpe de Estado. Estoy segura de que la familia no precisa fechas redondas para recordar pero aniversarios como éste son una oportunidad ineludible para analizar. ¿Cómo ves tú esta fecha?

R: La conmemoración tiene el significado especial de los números redondos, que vaya a saber por qué misterios de la lógica matemática se tornan en una motivación ético existencial por ahondar en los procesos disruptivos, en los acontecimientos. Aquel acontecimiento fue especialmente dramático para los uruguayos porque disponíamos de la cultura política necesaria para evitar que nos arrastraran las lógicas de la guerra fría. Ese tipo de posturas que caricaturizan la realidad, polarizándola artificialmente, más de lo que ella ya estaba polarizada socialmente. Porque lo que sustancialmente ocurrió es que se estaba produciendo, frente a una crisis del modelo de desarrollo, un conflicto por la distribución de la riqueza y el movimiento que representaba los intereses del trabajo social adquiría cada vez más capacidad de influir en los procesos de toma de decisiones. Eso produjo una reacción irracionalista de algunos grupos de privilegio históricos que luego tomó formas institucionales: el terrorismo de Estado. Los conflictos de clase, intereses y geopolíticos, nunca se resuelven en formas polarizadas militaristas, sino mediante el esfuerzo científico cultural por desentrañar sus causas y buscarles solución. 

En lo humano, familiar, esta crisis produjo una implosión. Lo que era una dinámica normal del proceso de formación de la personalidad y de involucramiento activo con el mundo de la vida de parte de todos los integrantes del núcleo familiar, afectivo y político cultural se convirtió en la desaparición de la figura del padre, sobre la cual, desde el punto de vista cultural y afectivo reposaba toda la peripecia del desarrollo familiar.

La familia Bleier en tiempos mejores

 

P: ¿Dirías que desde que fueron encontrados e identificados los restos de tu padre vivís de otra forma el recuerdo? 

R: Sin duda. El componente incertidumbre, para decirlo con una palabra que nos acompañó durante cuatro décadas, desaparece. Y adquiere mayor contenido emocional aunque todavía conflictivo, no dramático, el esfuerzo de comprensión, que es el que dota a la condición humana de sentido.

P: Voy a copiar aquí lo que me dijiste en la primera entrevista que te hice, poco después de la identificación de los restos de tu papá.

“ Son días conmovedores, sanadores, difíciles. Todo al mismo tiempo. Y por eso difíciles, por removedores. Hay un impacto emocional muy grande por algo que me salió espontáneamente de escribir en una red social. Estuvimos buscándolo durante 44 años y siempre estuvo ahí. Y eso es imposible, que no reverbere el espíritu frente a ese horror. Porque la verdad siempre aparece, para decirlo casi en términos rabínicos. Y es inocultable. Entonces el ocultamiento, además de tener ingredientes horrorosos y cobardes, uno se pregunta ¿por qué? En este caso que se murió alguien en la tortura, ¿no? Entraña también otras cosas: una ausencia radical de ética. No sólo la acción de perpetrar un crimen, sino además la acción, reiteración de esa acción eternamente por no tener el coraje de asumir una acción. Eso es todo un fenómeno ético-religioso de una enorme densidad. Entonces hay que ponerlo en evidencia”.

¿Agregarías algo hoy?

R: Ni una palabra más.

Eduardo Bleier, de bendita memoria, junto a su hijo Gerardo, de niño

 

P. No sé qué es más difícil, si tener la certeza de la muerte o la incertidumbre. Acá me imagino que nunca dudaron, por supuesto, de que había sido asesinado o que había muerto en tortura. Pero la certeza de que está ahí es otra cosa ¿no?

R: Absolutamente clave porque al final de cuenta es la despedida, ¿no? ¿Por qué el judaísmo y luego el cristianismo, y luego el islam, y casi todas las religiones, incluso las pre-monoteístas y las mitológicas originales, prevenían rituales para la muerte?

 

P: Los precisan los que se quedan.

R: Es un componente sustancial de la regeneración de la potencia espiritual de vida de los que quedan. Entonces, por supuesto que fue en ese sentido un asunto dramático, complejo y ahora, cuando entramos a la sala en la que los antropólogos depositaron sus restos de modo horizontal, que sus restos no son los del cuerpo de alguien que murió sino el esqueleto de alguien que murió hace 44 años reconstruido… Ese es un momento ante el que solamente un ser inhumano y vacío puede no temblar y no vivenciar de modo profundo.

 Y vivenciar no sólo lo que representa para la propia subjetividad ese proceso de sanación que se produce cuando se está frente a la muerte entonces se la puede no comprender quizás, enteramente, pero sí comprender en cuanto a la relación de uno mismo, de alguien que va a dejar de estar. Va dejar de estar no como espíritu ni como memoria sino que va a dejar de estar físicamente. Y para poder hacer eso tuvimos que esperar 44 años. Entonces cuando estaba el cuerpo allí había toda una religiosidad inevitable emergente en todos los poros, ¿no?, que por suerte todos resolvimos esencialmente de modo satisfactorio.

 

Los judíos, más torturados

 

P: Y en aquella entrevista destacabas claramente que por ser judío, sin duda había sido torturado por partida doble.

“Una de las razones por las cuáles además lo torturaron salvajemente, precisamente porque era judío, además de comunista, y porque había jugado un rol muy importante políticamente en muchos sentidos… Es imposible que no emerjan todos esos fenómenos en el espíritu y que no perturben. Ahora, al mismo tiempo, hemos llegado a la verdad, y eso es extremadamente sanador en todo sentido”. Yo quiero ampliar este espectro más allá de tu papá y preguntarte lo que de hecho creo que todos sabemos: con los judíos se ensañaban en especial ¿verdad?

R: Algún día voy a profundizar en el estudio riguroso de las causas que explican el antisemitismo irracionalista de los grupos de privilegio o corporativos que por el desarrollo natural del trabajo social, de la actividad productiva del ser social, al pretender preservar integralmente un orden jerárquico anterior a esas transformaciones permanentes, reaccionan con odio incontinente respecto de los agentes que por su propia concepción de la vida participan con entusiasmo de ese proceso de transformación permanente. La suma de antisemitismo más la ideología del enemigo interno, que aniquilaba la cultura tradicional de la convivencia democrática, conflictiva, pero administrable políticamente, que caracterizaba al Uruguay desde la superación de las guerras civiles del siglo XIX resultó en una saña especial contra mi padre y otros integrantes de la comunidad judía.

 

La sepultura

 

P: Me acuerdo que hablamos la vez pasada de la sepultura y yo te preguntaba si se había considerado darle sepultura judía.

 

R: Sabés que somos una familia muy diversa entonces naturalmente había que debatir, discutir, analizar, qué era lo mejor en todo sentido. Desde un punto de vista del ser Eduardo Bleier, en cuanto judío y en cuanto que sus padres están enterrados en el Cementerio Judío de La Paz, era muy significativo… Y además como crítica del antisemitismo remergente por todos lados, en diversas formas, el neofascismo, etc., era importante y por eso  consideramos seriamente la posibilidad de enterrarlo en el Cementerio de La Paz, en cualquiera de sus espacios. Pero finalmente, por diversas consideraciones, prevaleció la idea de enterrarlo en un lugar en el que ya han sido enterrados otros detenidos desaparecidos. Es un poco como la idea de generar un memorial con la aspiración de ir encontrando otros desaparecidos y que allí quede como una especie de memorial en el que estén enterrados todos los ciudadanos que estuvieron detenidos desaparecidos.

 

Las etapas en la agonía

Homenaje en la UdelaR cuando fueron identificados los restos de Eduardo Bleier

 

P: ¿Cómo explicar lo doblemente terrible de la condición de desaparecido, cuyos familiares no tienen siquiera una tumba donde llorar ni la certeza absoluta de su destino?

R: El drama de la figura del detenido desaparecido consiste en que no termina nunca la agonía de la ausencia. Durante muchos años albergamos la expectativa de que estuviese vivo. ¿Por qué? No nos notificaron su muerte. Sabíamos que había sido detenido, por testimonios diversos, pero no sabíamos qué había ocurrido luego. Entonces incluso albergamos la expectativa de que pudiera estar en un cuartel. Entonces mi madre y Elena Bleier, su hermana, recorrieron los cuarteles, a veces con nosotros. Luego pensamos: “Bueno, quizás enloqueció y lo preservaron en un psiquiátrico y cuando termine la dictadura lo encontraremos”. Entonces todo ese tiempo con la expectativa de que esté vivo. Después de que se derrota la dictadura y se empieza a regenerar la institucionalidad democrática la pregunta es: “Bueno, si no aparece ahora es que lo mataron”. Pero ¿puede alguien, alguna individualidad, alguna subjetividad, decidir por sí mismo la muerte de su padre? Es decir, puedo yo decir “Murió entonces voy a hacer el duelo, y voy a seguir viviendo y con alegría, por la alegría de existir”. No, no se puede, porque yo no podía… Porque ningún individuo puede matar a su propio padre por una decisión arbitraria sin tener el elemento fáctico de verlo, de observar el cuerpo o los restos, como hace unos años. Por eso es sanador lo que ocurrió.

 

P: Muy fuerte todo esto y cómo lo planteás Gerardo. Te agradezco. ¿Algo que quisieras agregar?

R: Si, que en momentos tan críticos para la humanidad, y siendo las comunidades que el medio que diriges procura representar, tan demográficamente poco significativas, aunque dinámicas y creativas, el esfuerzo por comprender la complejidad en sustitución de los discursos del odio tiene que ser casi que una obsesión. Y vuelvo a agradecerte por tu generosidad.

P: Yo a ti por tu tiempo y por compartir todo esto Gerardo. Espero que junto al dolor, te acompañen también hermosos recuerdos de los años que alcanzaste a vivir con tu papá.

R: Muchas gracias Ana.

Ana Jerozolimski
(25 Junio 2023 , 17:05)

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