Mundo Judío

MiSinai

No Siendo Menos que los Vecinos - Vivir en el Futuro - Shabat en Casa - El Recato

 

 

 

 

 

No. 209

Jukat-Balak
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Horario de velas en Montevideo, viernes  30/6 17:26 hrs

Demás localidades ver en  www.jabad.org.uy

TORÁ PARA HOY

NO SIENDO MENOS QUE LOS VECINOS

Por Yossy Goldman

"La cocina nueva que hizo Sandra... ¡todo de lo mejor!". "¿Viste el auto nuevo que se compró Juan?. ¡Tiene todos los chiches!". Conversación común. Más bien de rutina, charla de todos los días.

Cuentan de un viajante que rompió todos los récords de ventas en su compañía. Cuando le preguntaron el secreto de su éxito, explicó que la primera cosa que decía cuando alguien le abría la puerta era '¿Vio lo que se compró su vecina?'. Ese truco nunca le fallaba.

Sin embargo, esa nunca fue la ética judía. Se nos ha enseñado diferente y nuestro antiguo sistema de valores es relevante como siempre en la vida contemporánea. Privacidad, recato y discreción son todas características que nuestro pueblo ha valorado desde que nos convertimos en nación.

"Entonces Bilam levantó sus ojos y vio a Israel acampando en tribus." (Bamidbar 24:2).

¿Que había de especial en la forma de acampar de los israelitas? Rashi ofrece una interpretación del versículo significando que las entradas de las tiendas de los Israelitas en el desierto estaban dispuestas de forma que no se enfrentaban una con otra. De esta forma las personas no podían ver dentro de la tienda vecina y se protegía la privacidad. De hecho, esta es una de las explicaciones de la famosa alabanza de Bilam a los Judíos: Ma tovu ohaleja Iaakov, "Que buenas son tus tiendas, Iaacov". El profeta gentil estaba ensalzando las virtudes de los judíos en la planificación de sus poblaciones, por la cual tomaban precauciones para salvaguardar la modestia y proteger la vida personal de las familias de los posibles entrometidos y mirones.

Otra posible interpretación de "no mirar la tienda de tu vecino" podría ser esta: no mires la tienda de tu vecino para decidir qué es lo que deberías hacer. Tus decisiones en la vida no deberían basarse en lo que otra gente está o no haciendo. Y ciertamente tampoco en lo que tus vecinos tienen o no.

Los asistentes sociales de hoy testificarán con dolor que las fracturas familiares son frecuentemente el resultado de dificultades financieras y del estrés que esto pone sobre los matrimonios. Muchas de esas tensiones son autoimpuestas. Muchos confiesan que realmente no necesitaban esa cocina o auto nuevo, pero una vez que sus amigos empezaron a levantar su status se sintieron presionados de mantener su posición social.

Tanto si es la cocina, el auto, las vacaciones o lo último en tecnología digital, si nos permitimos ser juzgados por el criterio de otros, nos exponemos a mucho estrés innecesario. Aún una alegría como una boda o un bar mitzvá nos puede llevar a querer "no ser menos que los Cohen", desde desde la invitación cuidadosamente diseñada y entregada en mano a cada invitado hasta la elegante fiesta.

¿Por qué? Todo porque estamos ocupados mirando sobre nuestros hombros o viendo el lugar del vecino de al lado.

El principio también se aplica a la tzedaká. Hay un pedido de ayuda para una sinagoga u organización benéfica judía ¿y cómo respondemos? "Bueno, si fulano de tal que es multimillonario solo dio $ 10.000 entonces yo solo tendría que dar $ 10." ¿Qué diferencia hace lo que otra persona dio o no? Uno debería dar lo que puede, irrespectivamente de lo que otros den.

Cuanto resentimiento, amargura y desilusión se evitarían si no intentamos medirnos por los estándares de otras personas. Seríamos mucho más felices si nos miráramos a nosotros mismos y lográramos lo que podemos y debemos sin hacer comparaciones con los demás.

Si quiere disfrutar de la bendición de "buenas tiendas" o aun sólo dirigir bien su hogar, mantenga sus ojos y su nariz en su propia tienda. Entonces estará también feliz.

VIVIR EN EL FUTURO

"[El pueblo judío] viajó [hacia el norte] y acampó al otro lado del río Arnón." (Bamidbar 21:13)

Originalmente D-os había prometido a Abraham los territorios de diez naciones: siete ubicadas en Canaán y tres, al este del río Jordán. En ese momento el pueblo judío solo tenía por misión conquistar la tierra de Canaán, y dejar el margen oriental del río Jordán para la Era Mesiánica. Sin embargo, como Edom y Moab les habían negado el paso, el pueblo judío tuvo que ingresar a Canaán por los territorios cuya posesión D-os había prometido para el futuro. Así, las circunstancias permitieron la conquista de gran parte de esas tierras antes de entrar en Canaán. El orden planteado originalmente se invirtió, y comenzaron a consumar el futuro antes de realizar el presente.

La nueva generación no reclamó el envío de espías ni cuestionó el liderazgo de Moshé. Como habían crecido inmersos en la presencia de D-os y sus enseñanzas en la “academia” del desierto, no sometían su conexión con D-os a la aprobación del intelecto humano.

De manera análoga, si aspiramos incondicionalmente a cumplir con nuestra misión divina, concentrados en nuestro objetivo final y llenos de optimismo, D-os nos dará la oportunidad de hacer realidad nuestros sueños y nos conducirá hacia la Redención final.

Sefer HaSijot 1550, vol.2, págs.541-550; Likutei Sijot, vol.4, pág.1056

Números (Bamidbar) 19:1 – 25:9

La sexta sección del libro Números comienza con la ley o “decreto” (en hebreo, jukat) relativa al proceso de eliminación del estado de impureza ritual que contrae una persona en el contacto con un cadáver humano. A continuación, la narrativa de la Torá avanza hasta los años finales de los viajes del pueblo judío en el desierto, cuando llegan a la frontera de la Tierra de Israel.

La séptima sección del libro Números describe el plan de Balak —rey de Moab— y su brujo Balaam para invocar la desgracia del pueblo judío y evitar así un eventual ataque de los judíos a Moab. D-os frustra el plan y fuerza a Balaam a conceder la bendición al pueblo judío.

SHABAT EN CASA

Por Deena Yellin

El avión se ubicó en la pista y me preparé para el despegue. Sin suerte. El piloto anunció que el vuelo estaba demorado 3 horas a causa de fuertes tormentas que azotaban Chicago. Miré el reloj alterada. Nunca viajo los viernes por la tarde por temor a no llegar a tiempo, pero en verano, cuando Shabat comienza a las 20 hs, creí que arribaría en horario. Me equivoqué. Observé a mis correligionarios. Dos Kipot estaban examinando sus relojes. El Jasid estaba hablando por teléfono.

Media hora antes de llegar, el piloto anunció que el aeropuerto de Chicago estaba cerrado y aterrizaríamos en Milwaukee hasta poder continuar. Mi estómago se hundió. Faltaba una hora para el encendido de las Velas. No podría lograrlo. Como muchos Judíos observantes que trabajan en el mundo secular, viví situaciones cerca del límite, pero nunca había violado el Shabat.

En ese momento, las kipot y las faldas largas estaban en la parte posterior del avión. El Shabat estaba uniendo a los extraños. Un hombre joven me dijo que íbamos a bajar en Milwaukee. El Jasid se había comunicado con el Rabino de Jabad, que se ofreció a hospedar a todos los pasajeros en Shabat. "Venga con nosotros", sugirió. Asentí con mi cabeza, aunque alicaída, pues había planeado pasar ese fin de semana con mis padres desde hacía meses.

Mi compañero de asiento, no-judío, notando mi desesperación, me preguntó qué era lo que estaba mal. Cuando le conté la historia, preguntó: - "Déjeme entender ¿Ud. se baja del avión en una ciudad desconocida, y va a pasar el Sábado con extraños?"

Por primera vez ese día, me di cuenta de lo afortunada que era. Cuando el avión aterrizó, el piloto anunció que un grupo de personas desembarcaría por motivos religiosos.

Rápidamente me percaté de que estaba entre amigos. Al intentar llevar mis bolsos, una mujer insistió en ayudarme. Al subir a los taxis para dirigirnos a la casa del Rabino, el Jasid no me permitió pagar. Al llegar, el Rabino con su esposa estaban afuera para recibirnos como si fuésemos parientes.

El sol estaba ocultándose cuando ingresamos en la casa, donde una larga mesa de Shabat estaba tendida con un mantel blanco, vajilla y radiantes vasos de Kidush. Al encender las Velas de Shabat, una ola de paz acarició mi rostro. Con todo lo que había sufrido, sentía la calidez que provoca la noción de que el mundo se para con el primer destello de las Luces del Shabat.

Durante el tradicional banquete, el Rabino nos hechizó con relatos del Baal Shem Tov y nos informó que nuestro desvío hacia Milwaukee no fue por motivos meteorológicos sino guiados por la Divina Providencia. Prolongamos la cena, disfrutando de nuestro santuario espiritual después de un día estresante. Compartimos nuestra decepción por la parada inesperada.

Exhaustos, nos retiramos a descansar. A la mañana siguiente, luego de la Tefilá, llegó el almuerzo donde intercambiamos historias sobre nuestras carreras y sueños. El sábado por la noche, regresamos a la rutina. Antes de comenzar el tramo final de nuestro viaje, llamé a mi marido para contarle lo que había vivido.

"¿Con quién y cómo pasaste el Shabat?" preguntó preocupado. Pensé en cómo explicarle quiénes eran estos extraños que me dieron lecciones objetivas sobre la hospitalidad y la fuerza que posee el Shabat para unir a los judíos. Me di cuenta de la verdad: A kilómetros de distancia de mis padres, mi marido y mi hogar, hice lo que me propuse cuando compré mi pasaje: Pasar el Shabat en familia.

EL RECATO

"Camina humildemente con tu D-os." (Miqueas 6: 8)

Un elemento básico de la vida judía es el tznius o tzniut, recato. Tanto en la forma en que caminamos por la calle, en la forma en que interactuamos con los demás como en la forma en que nos vestimos. Como hijos de D-os, debemos actuar y lucir como corresponde, conduciéndonos con dignidad y modestia. En el lenguaje común, a menudo esta palabra se refiere a la forma de vestir exclusivamente judía.

Los parámetros exactos del requisito de vestirse correctamente dependen de la época y del lugar. Pero la idea básica, tanto para hombres como para mujeres, es que se debe usar ropa digna, ropa que no degrade al acentuar el cuerpo en vez de a la persona que hay debajo de las prendas, como si ese fuera el elemento más importante de su personalidad, en lugar de su alma, su carácter y cualidades.

Cuando nos abstenemos de llamar la atención indebida sobre nuestro ser externo, nuestro núcleo humano, el espíritu divino que hay dentro de cada uno de nosotros puede brillar sin estar sujeto a las luces de neón del carisma externo. El recato en la vestimenta y en el comportamiento nos permite interactuar con el mundo de una manera verdaderamente poderosa a medida que nuestro ser interior sale a la luz.

Así, el recato no significa una negación de uno mismo, ni nos obliga a escondernos. Más bien, crea un área privada, un espacio digno, en el que podemos trabajar para sobresalir, sin preocuparnos por el juicio y la aprobación externos.

E incluso cuando estamos solos, en los lugares más privados, también debemos vestirnos apropiadamente, porque no hay lugar donde D-os no esté presente.

Algunas reglas generales para vestirse de forma modesta:

• La ropa diminuta que se confecciona para revelar partes del cuerpo, o la ropa ajustada que llama la atención sobre la forma del cuerpo, así como los escotes bajos, están descartados.

• Las mujeres casadas se cubren el cabello. El Rebe de Lubavitch instó a las mujeres a hacerlo con una peluca atractiva, en lugar de simplemente usar un sombrero o un pañuelo.

• Es una práctica aceptada que las mujeres judías usen faldas lo suficientemente largas para cubrir sus rodillas, a diferencia de los pantalones.

 

MiSinaí es una publicación de Jabad Uruguay. Pereira de la luz 1130, Montevideo.
Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
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