Con Boris Grinspan, uruguayo-israelí, jefe de compras de Nirlat
Hace varios meses, viajando por la vía central de acceso a Tel Aviv, Ayalon, vimos un cartel gigante que nos impactó: “En Nir Oz nos quemaron la mejor fábrica de pintura de Israel. Construiremos en Nir Oz la mejor fábrica de pintura del mundo”.
No nos sorprendió el contenido, porque siempre pensamos que eso es Israel. Pero el contexto, el lugar, la forma de transmitir el mensaje, las palabras sencillas y fuertes elegidas, tenían una fuerza impresionante. Empezamos a averiguar a quién se puede entrevistar en Nirlat. A través de amigos del sur, nos enteramos de que uno de los más veteranos en el lugar es el uruguayo-israelí Boris Grinspan, quien si bien no vive en Nir Oz, trabaja en esa planta que pertenece al kibutz que fue tan terriblemente atacado el 7 de octubre del 2023.
No logramos reunirnos de inmediato. Días atrás finalmente concretamos la entrevista. Este es su importante testimonio.
A MODO DE PRESENTACIÓN
Boris Grinspan (66) nació en Montevideo en el seno de una familia judía. De chico fue al Zhitlovsky a estudiar idish. Como vivía en el barrio Reducto, fue allí a la escuela Italia. Al mudarse a Pocitos fue al liceo Suárez. A los 10-12 años empezó a activar en el movimiento juvenil Hashomer Hatzair , donde unos años más adelante fue madrij (guía, líder). En 1976 estuvo un año en Israel en el Majón de madrijim (el plan de liderazgo para los jóvenes mayores de los movimientos juveniles) y al volver a Uruguay fue el mazkir (secretario), que encabezó su movimiento.
En 1979 se organizó un grupo (garín) de la tnuá (movimiento) para radicarse en Israel y en 1981 Boris y sus compañeros llegaron al kibutz Sde Yoav cerca de Ashkelon donde vive hasta hoy.
Se graduó como Técnico en Ingeniería Industria, luego hizo una licenciatura (BA) en Administración de Empresas y una maestría en Marketing. Trabajó al principio en una fábrica que era conjunta con el kibutz Negba, dedicada al empaquetamiento de alimentos. Allí fue subdirector de operaciones y trabajó durante unos 10 años. Luego pasó a la empresa Strauss, donde trabajó unos 10-12 años, empezando por el proceso de adquisición de mercaderías. Y desde el 2014 es Gerente de Compras de Nirlat, la fábrica de pintura del kibutz Nir Oz.
Boris está casado con Zully, también uruguaya, que llegó con él a Israel en el mismo grupo de Hashomer Hatzair. Tienen 3 hijos y 7 nietos.

P: Entiendo que llegaste a Israel por ideología sionista ¿verdad?
R: Así es, por Sionismo. Y hasta hoy pienso que es lo correcto. Siempre pienso que aunque es difícil vivir en Israel, es la patria ancestral del pueblo judío y hay que cuidarla.
P: Vos y tu señora, según me contaste, viven en un kibutz en el que casi no suenan las alarmas por una cuestión de ángulos, se ve, cuando lanzan cohetes desde Gaza. Pero trabajas en Nir Oz, a corta distancia de Gaza, y tu hija menor vivía al menos hasta el 7 de octubre en el kibutz Kisufim, que fue uno de los atacados…Muy duro.
R: Exacto. Con mi hija menor Gali de 32 años, su esposo y su hijito de 2 años, el 7 de octubre fue tremendo, para ella y para nosotros, cada uno con su tipo de desafío.
P: Al mencionar a Kisufim es ineludible recordar que allí fue asesinado y secuestrado Shlomo Mantzur, de 84 años, cuyo cuerpo sin vida fue devuelto hace varias semanas. Y la hija de Dani Garcovich, chileno israelí a cargo de los bomberos de la zona. Dafna murió quemada junto a su esposo Iván en su casa en el kibutz…y tantas historias. Contame por favor qué es lo que pasó ese día con tu hija.
R: Gali, su esposo y su hijo vivían en una casa que estaban alquilando, porque estaban en proceso de “klitá”, integración al kibutz. Hacía poco que habían llegado, hacía menos de un año que estaban allí. Vivían en una casa que era la segunda fila, frente al cerco, para el lado de Gaza. Yo estaba en mi casa en Sde Yoáv, y me desperté como todos porque escuchábamos todos los bombardeos desde las 7 de la mañana.
P: Aunque seguramente al principio no pensabas, como todos, que era algo distinto de tantas otras rondas de choques.
R: Cierto. Enseguida llamé, para ver cómo estaban. Me atendió el marido, me dijo que estaban en el refugio. Y después, a las siete y media, a la media hora, llamé de vuelta cuando empecé a escuchar a través de la televisión que la cosa estaba brava pero ya no pude comunicarme. Se había desconectado la electricidad, no había teléfono ni celular, no había nada. Y hasta las doce y media de la noche cuando os evacuaron, no supe nada, hasta que me llamó mi yerno diciendo que estaban bien y que salían. Todas esas horas, sin saber nada. Yo ya había llamado a todo el mundo, todos intentando llamar, tratando de averiguar algo: a la policía, al ejército, al Consejo Regional.
P: ¡Qué horror! El solo imaginar lo que vivieron, la angustia…
R: Llegué al director de la comunidad de Kisufim, que no vive en Kisufim. Él mismo me dijo que tampoco sabía nada ni tenía noción de qué era lo que pasaba allí. Resultó que mi hija y su familia permanecieron encerrados en el refugio hasta las cinco de la tarde. Les tiraron una granada dentro de la casa que, por suerte, no explotó. Se salvaron.
P: ¿Y a dónde los evacuaron?
R: A un hotel en el Mar Muerto. Ahora están en Omer. Alquiló una casa cerca de donde nosotros vivimos.
P: Y ustedes viven cerca de Ashkelon, una zona muy golpeada, pero es distinto de lo que pasó pegado a la frontera.
R: Aquí realmente no pasó nada. Nosotros escuchamos todo porque estamos entre Ashkelon y Kiryat Gat.
P: Entiendo que a ustedes les pasa lo que también ocurre en el kibutz Rujama- y ahí es más extraño porque es más cerca de la frontera- que no tienen alarmas. ¿Cómo se explica?
R: Cuando tiran hacia Ashkelon, Ashdod o Tel Aviv, van por la costa. Y cuando tiran más hacia el centro del país, van para Kiryat Gat, Kiryat Malaji, y nosotros estamos en el medio. Sentimos todo, pero aquí solo hubo una alarma en toda la guerra. Y volviendo a mi hija, su esposo ya alcanzó a estar en la reserva (miluim) como 70 días. También mi hijo mayo estuvo como dos o tres meses, primero en Gaza y después en el norte.
El mensaje desde Nir Oz
P: Boris, llegué a vos a raíz del imponente cartel en la avenida Ayalon con ese impresionante mensaje de resiliencia de Nirlat, uno de los símbolos de Nir Oz. Si bien en el kibutz Beeri murió más gente y hubo más secuestrados, Nir Oz es un kibutz mucho más pequeño. Es impresionante pensar en todo el daño causado allí por los terroristas. Como parte de Nirlat ¿cómo viviste todo esto?
R: Fue un dolor tremendo… Aunque no vivimos en Nir Oz, nuestra fábrica está dentro del kibutz. Pasas el portón de acceso y, enseguida, a mano derecha está la fábrica. Conocemos gente del kibutz. Hay personas que aún trabajaban en la planta, aunque pocas. Comprábamos la comida en Nir Oz. Yo estaba en contacto siempre con el encargado del kibutz, del comedor, con gente de Nir Oz.
P: ¿Conoces a alguno de los secuestrados?
R: Sí, a Lena Tropanov, que fue liberada en el primer alto el fuego, que trabajaba en la fábrica. Su hijo Sasha fue liberado en el segundo algo el fuego.
P: Así es. Y sobre la planta, el daño fue enorme…
R: Impresionante. Tuvimos la “suerte” de que este horror fue un sábado cuando no había gente en la fábrica. Y además de todos los asesinatos y secuestros, el kibutz mismo quedó destruido, no hay casi una casa en pie.
P: Sólo seis no fueron destruidas.
R: Fue muy duro. Mucha desesperación. La gente decía: "¿Dónde está el ejército? ¿Por qué no viene?". Cuando llegó el ejército, los terroristas ya no estaban, ya se habían ido. Ya habían hecho todo el desastre: mataron, secuestraron y violaron a todos los que quisieron.
P: ¿Cómo se lidia entre el horror por lo que pasó y este mensaje que me llegó a mí de esperanza y resiliencia? No son solo palabras, es un mensaje muy grande.
R: Sí, la verdad es que nosotros, en ese sentido, estamos muy orgullosos de lo que hicimos. Porque realmente, en los primeros días, no sabíamos qué pasaba en la fábrica, porque estaba todo cerrado por el ejército. No dejaban entrar a nadie. Veíamos por fotos y demás que salía humo de la fábrica, pero no sabíamos cuánto era el daño. Y cuando nos dejaron entrar por primera vez, se nos vino el alma abajo, porque no quedaba nada.
P: Todo destruido…
R: Todo. Los depósitos de materia prima, los depósitos de productos acabados... Nada quedó. Toda la maquinaria destruida. No quedó nada. Había dos máquinas nuevas que estaban por inaugurarse, que destrozaron también… Prendieron fuego a todo. Dos días después de que vimos todo lo que pasaba, el director general reunió a todos los 400 empleados de Nirlat. Y dijo: “Nosotros saldremos de esta crisis. No despediremos a nadie. Todos seguirán recibiendo sus sueldos”.
P: Un mensaje que tranquiliza a nivel personal pero evidentemente tiene un sentido más profundo.
R: La verdad es que nosotros pertenecemos a un grupo de empresas de construcción que también nos dieron el apoyo y enseguida empezamos a trabajar en cómo reconstruir. Cada uno en lo suyo. Yo, en el Departamento de Compras, hablé con todos los proveedores, el 90% de los materiales que compramos son de importación. Hubo que explicarles lo que pasó, decirles que no tienen que preocuparse, que la fábrica será reestablecida y todo estará bien. Les pedí personalmente que nos dieran un mes o dos para recuperarnos. Y realmente los proveedores se portaron muy bien. Trabajamos con ellos desde hace años. Por otro lado, teníamos mercadería en el puerto, que ya no teníamos nada que hacer con eso, porque no teníamos maquinaria. Por otro lado, empecé a buscar otro lugar, porque ahí en Nir Oz sabíamos que no se podía empezar.
P: Me habías dicho que de hecho tenían una parte en Nir Oz y parte en otro lado ¿verdad?
R: Sí, la fábrica principal estaba en Nir Oz, y teníamos otra planta, una de nuestras oficinas centrales en Netania, donde producíamos otro tipo de pinturas, pinturas en polvo electrostáticas. Cuando se habla de pintura en horno, se hace con polvo, pero es una planta mucho más chica…O sea que teníamos que buscar un lugar donde empezar a armar algo de producción. Pertenecemos a una asociación de empresas de pintura en Europa, negociamos con una de las empresas en Grecia para que nos produzcan pintura y empezamos también a producir allí. Alquilamos un lugar grande en Beer Sheva, que es donde estamos ahora, tanto las oficinas como la producción. El equipo técnico empezó a tratar de armar y ver qué es lo que hay que traer. Compramos equipos de Europa, de proveedores, y en 4 meses ya estábamos produciendo…. Fue gradual. Hoy en día estamos produciendo casi el 100%.

P: Para tener una idea ¿me podés dar algo de números de la producción?
R: Te puedo decir que nosotros estábamos produciendo aproximadamente unas 2.000 toneladas de pintura por año, en total, todo tipo de pinturas y productos relacionados.
No sólo la producción, sino el espíritu
P: El mensaje de que la fábrica se reconstruirá y seguirá adelante, no es solamente una cuestión laboral.
R: `Por supuesto que no. No tiene que ver sólo con la producción. Aquí se trata del espíritu de lo que somos. De que estamos aquí.
Ese es el principal mensaje: estamos aquí. Sucedió lo que sucedió, pero de aquí no nos mueven. Es nuestro lugar, nuestro Estado, haremos lo necesario para seguir adelante. Ese es el espíritu.
Cuando hoy en día yo hablo con los proveedores, sobre todo europeos, ven lo que hicimos, lo que estamos haciendo y no lo creen. Les cuesta creer que en tan poco tiempo, logramos levantarnos de cero. Es más, te diré, que el cartel que viste, es exactamente lo que está pasando. Porque hoy en día nosotros estamos en Beer Sheva, pero ya estamos casi al final de la planificación de la fábrica que se va a levantar en Nir Oz. Nos va a llevar unos 2 años más, pero el plan ya está. Empezamos a obtener todos los permisos, y la fábrica de Nir Oz será la fábrica más moderna de Israel: casi todo automático, con la tecnología más avanzada.
Y ese es el mensaje: a pesar de lo que pasó, nosotros miramos hacia adelante. Destruyeron una de las fábricas más grandes de Israel, con una calidad de pintura de las mejores de Israel, y lo que van a recibir ahora, después que la destruyeron, es algo mucho mejor.
¿Y EL SUEÑO DE LA PAZ?
P: No es secreto que gran parte de la población de la zona adyacente a Gaza, Nir Oz incluido por cierto, apostaba por la convivencia en paz con los vecinos. Y me pregunto si sentís un quiebre al respecto ahora, a la buena vecindad, a un futuro de paz.
R: El que cree en la paz, sigue creyendo en la paz.
P: Perdón, permitime aclarar. Imagino que en la paz como valor clave para la vida, todos siguen viendo un ideal que ojalá se concrete. Pero algo muy distinto es pensar si eso es posible con Gaza después de lo que pasó.
R: Claro, es totalmente diferente. Todo el mundo hoy en día, yo también y todos aquellos con quienes hablo, creen que hoy en día no es posible. Pero, la esperanza de que ese día llegue, está latente. Probablemente no sea algo que nosotros alcanzaremos a ver en nuestra vida.
P: Es muy duro ese pensamiento.
R: Pero no se puede pensar que toda la vida, generaciones y generaciones van a seguir en guerra. Uno tiene que tener la esperanza de que algún día se pueda vivir juntos con esos vecinos. Supongo que yo ya no estaré con vida pero ojalá que mis nietos puedan vivir en un país normal, en paz, como judíos, sin tener siempre la amenaza de que te quieren exterminar.
P: Vos venís de Hashomer Hatzair, un movimiento que casi por definición-creo que lo puedo decir así- tiene valores que creen en lo bueno del hombre. Más allá de posturas políticas ¿qué pensaste, qué sentiste, cuando viste lo que pasó, y que también civiles estuvieron involucrados?
R: Es cierto que yo vine de Hashomer Hatzair, pero uno, con el tiempo, va abriendo los ojos y va siendo un poco menos idealista. Aunque la idea, en general está: la ambición de la igualdad, y de vivir en paz, y de decir que todos somos humanos, y no importa si naciste en Israel, o si naciste en Arabia Saudita, o si naciste en Judea y Samaria. El sentimiento ese existe. Yo pienso que algún día se llegará, pero también soy realista y sé que ese día está muy lejos.
P: ¿Hay algo que te parece que hay que quisieras agregar?
R: Sí, recalcar que aún con todo lo que pasó en Nir Oz, con todo lo que yo pasé, con la preocupación por mi hija y por mi nieto de 2 años que estaba allí, sigo pensando que nuestro lugar es aquí. Cuando veo lo que está pasando en el mundo, no me cabe duda que como judíos, nosotros tenemos que estar aquí. El antisemitismo sigue latente, estuvo a lo largo de la historia y va a seguir.
P: Muchísimas gracias Boris.
R: A vos.