Este fin de semana cumplió el aniversario redondo desde su llegada
Este viernes se cumplieron 20 años desde que Jonathan Elkhoury, cristiano libanés, llegó a Israel con su madre y su hermano, tiempo después que su padre, miembro del Ejército del Sur del Líbano aliado de Israel, cruzara rápidamente la frontera a raíz de la desordenada retirada de Israel por la cual quienes habían peleado junto a sus tropas corrían riesgo de ser asesinados por Hizbala como "traidores".
Tzahal se retiró rápidamente, en medio de la noche, no de forma ordenada ni coordinada con quienes habían arriesgado sus vidas en ese vínculo con Israel. Lo hicieron porque consideraron que eso servía a sus intereses en su propio país, pero la frustración creada por la forma en que Israel se fue, causó heridas no totalmente sanadas.
Quienes se quedaban en territorio libanés, se arriesgaban a ser asesinados por Hizbala o llevados a juicios como “traidores”. Uno de ellos era el padre de Jonathan Elkhoury, miembro del Ejército del Sur del Líbano, que salvó su vida gracias a que alcanzó a cruzar la frontera a Israel. Recién un año después se volvió a reunir con su familia.
Los Elkhoury, hoy todos ciudadanos israelíes, viven en Naharia y sienten que Israel es su hogar, pero la nostalgia y la conciencia sobre la familia que quedó en Líbano, no los abandona.
A Jonathan lo conocemos desde hace años, por la actividad que desplegó durante años como Director de Proyectos en “Miluimnikim Bajazit” (Reservistas en el Frente), una organización compuesta por ciudadanos israelíes no judíos, que viajan por el mundo dictando conferencias sobre la verdad de la vida de los árabes en Israel.
Esta es parte de su historia, relatada en una entrevista que vale la pena volver a publicar.
P: Jonathan, yo sigo mucho todo lo que escribes en las redes, con una singular combinación de firmeza y buen humor, siempre original. Y recuerdo en especial una pequeña filmación que subiste en la que se te ve en un panel hablando, diciendo que como en todos lados también en Israel hay cosas buenas y malas, y alguien te pregunta cuáles son las malas. Y tú respondiste que te perdone pero que muchos hablan de las malas y que tu intención es contar sobre las buenas.
R: Así es. Fue en Oslo. Dije que nunca veo que en eventos anti israelíes alguien pregunte cuáles son las cosas buenas. Todos buscan lo malo. Yo no estoy de acuerdo. Y luego se me acercó un diplomático y me dijo “nunca lo había pensado así, tienes toda la razón”.
P: Y tú hablas de lo que conoces de adentro. ¿Cuál es tu historia con Israel?
R: Creo que mi propia historia es bastante representativa de cómo está formada la sociedad israelí. Es un crisol de diásporas, de gente de variadas identidades y trasfondos , de culturas distintas, una de las cosas más hermosas de Israel, lo multifacético. Yo veo algo muy positivo en mi propia mezcla de identidades, lo siento como un privilegio. Soy un poco de todo y eso me gusta mucho porque destaca que cada uno de nosotros es una persona especial que aporta lo suyo a la sociedad.
P: Al mismo tiempo, tu historia así como la de todos los miembros del ejército del Sur del Líbano, es una historia de dolor y desconexión …¿verdad?
R: Sin duda. Eso es parte inseparable de nuestra historia. Me ha pasado muchas veces que cuando cuento sobre el día en que dejamos el Líbano, se me caen las lágrimas. Tampoco es fácil recordar los comienzos de nuestra vida en Israel, cuando no sabían exactamente qué hacer con nosotros. Y a veces me preguntan cómo puedo defender a Israel que actuó mal en aquel momento con sus aliados, el Ejército sud libanés. Pero yo distingo entre el Estado de Israel y la decisión que tomó el gobierno de entonces . Mis quejas no son contra Israel como país y es importante dejar en claro la diferencia.
Para mí hay que distinguir una cosa de la otra. Está el público israelí, la población de Israel y el Estado de Israel, que tiene derecho de existir. La gente nos ayudó a aclimatarnos. Otra cosa fue la política de aquel gobierno que no actuó bien, que a nuestro criterio cometió un error en aquel momento al no notificar al Ejército del Sur del Líbano acerca de la retirada que se realizaría esa noche. Y también al no tratar debidamente nuestro tema cuando ya estábamos en Israel. Y el tema está siendo tratado hasta hoy en comisiones parlamentarias, en la comisión de seguridad, la de absorción (klitá) y dos más que ahora no recuerdo. Allí presentamos problemas que tiene lo que se llama hasta hoy la población ejército sud libanés en Israel y su integración a Israel.
P. O sea que antes las autoridades pueden seguir reivindicando cosas que consideran deben ser corregidas, y en el exterior optas por destacar todo lo que está bien en Israel, que es tu país.
R: Exacto. Muhamad Kaabiya, que trabajó con nosotros y tiene exactamente esta línea, dijo una vez-y yo adopté la fórmula- : “En Israel lucho por mi comunidad y en el exterior lucho por mi hogar, por mi país”.
P: Kaabiya, beduino, musulmán, gran defensor de Israel, asesor de la cancillería, oficial en Tzahal..
R: Así es. Para mí, esa frase que digo tiene mucha fuerza y creo que nos representa a todos los que estamos en este esfuerzo de contar la verdad de los ciudadanos no judíos de Israel. Ninguno de nosotros tiene dudas de que Israel tiene derecho a existir y vivir en paz. Y que la vida que tenemos en Israel es muy diferente de lo que inventan algunos en el exterior.
LA SEPARACIÓN
P: Ustedes vivían en Mardjaiun ¿verdad?
R: Así es. Y hablando de mi historia…yo tenía 9 años cuando llegamos a Israel.
P: ¿Recuerdas cómo te sentiste al llegar?
R Claramente. Era mayo del 2000.Ante todo recordemos que como no sabíamos qué podía pasar, mis padres decidieron que lo mejor sería que él cruce a Israel, vea que está todo bien y luego veríamos. Se pensaba que en algún momento podríamos volver al Líbano. Que Israel hallaría una solución para que eso fuera posible. Pero la realidad fue otra, nos golpeó duramente cuando mi madre entendió que mi padre no tendría futuro en Líbano, y decidió irse con nosotros, con mi hermano y yo y viajar a Israel.
P: ¿Qué les dijo a ustedes, a tu hermano y a ti?
R: No nos dijo nada. Yo pensé que viajábamos a Beirut a visitar familiares, pero súbitamente me encontré en el aeropuerto de Beirut. Luego nos dijo que vamos a visitar a un tío nuestro que vive en California, Estados unidos. Aterrizamos en Chipre y recién allí nos dijo : “Vamos a reunirnos con papá”. Pero no dijo dónde.
P: Y durante el año que había transcurrido desde que tu padre se había ido, la noche de la retirada ¿pensaste que lo volvería a ver? O sea..¿qué se te pasaba por la cabeza?
R: Todo ese año no sabía dónde estaba mi padre. Él le dio a mi madre un teléfono antes de irse. Cada tanto mamá salía al jardín, cavaba en la tierra, sacaba el aparato que él le había dado, introducía una tarjeta y lo llamaba. Una vez me dio para hablar con él. Era muy raro que de repente él había desaparecido, y todo ese tiempo yo no sabía dónde estaba. Pero el tema es que toda esa época fue muy rara. De repente la mitad de nuestra aldea desapareció. Muchos niños de mi clase desaparecieron.
P: Muchas familias del Ejército aliado de Israel…
R: Así es
Los sud-libaneses, en Israel
P: ¿Recuerdas la lógica detrás de la creación del Ejército del Sur del Líbano? Recordemo que tenía miembros de diferentes comunidades libanesas, pero lo más notorio era por cierto la participación cristiana.
R: Así es.Antes de existir el ESL, cristianos se dirigieron a Israel a pedir ayuda. Israel es el país en el que los judíos son libres. Y nosotros, como minoría en Oriente Medio, éramos y somos perseguidos por los mismos elementos hostiles que tratan de imponer el terrorismo en nuestras vidas. Por lo tanto, era lo más digno cooperar con Israel para vivir mejor.
P: Recordemos algunos detalles respecto al Ejército del Sur del Líbano, números…
R: Hoy hay en Israel unas 680 familias , o sea unas 3 mil personas. O sea que al menos uno de los miembros de la familia estaban en el ESL. Originalmente llegaron a Israel unas 1500-2000 familias.
P: ¿Tantos más? ¿Y dónde están hoy?
R: Aproximadamente el 30% volvieron a Líbano y un 10% se fueron a Europa, más que nada a Alemania y Francia, aunque también a Australia y Canadá. En general fueron casos que ya tenían familiares allí. Los que volvieron al Líbano se dijeron que no les pasará nada, que todo estará bien, lo que lamentablemente no fue así . También hubo casos de gente que tenía miedo de estar en Israel, un lugar desconocido, sin saber el idioma, todo extraño. Sintieron que estar cerca de sus familias sería más fácil aunque tuvieran que ir a prisión.
P: Y me supongo que inclusive si el Estado se hubiera ocupado mejor de todo el tema, estarían en un lugar extraño, en un medio muy distinto del suyo.
R: Claro. Eso fue clave. Y había mucha gente sin preparación. No lo digo por mal, sino porque muchos habían sido militares toda su vida. Mi padre no terminó ni tercero de escuela por las guerras y la situación de emergencia en Líbano. Había guerra civil. Dicho sea de paso, te comento que yo me asesoro con mi padre para todo. Es una de las personas más inteligentes que conozco. Y yo siempre digo: “mi padre defendió a Israel con un arma, yo lo hago con un micrófono”. Cada uno a su forma.
LA NUEVA IDENTIDAD
P: ¿Recuerdas cuándo comenzaste a sentirte israelí?
R: Yo diría que nunca me dejaron sentirme extraño, extranjero. Claro que en la primaria era el único de la escuela que hablaba árabe. Llegué en cuarto de escuela. Hace unos dos años me contactó alguien que estaba conmigo en la clase y me contó algo que yo no sabía. Cuando yo tenía que llegar a la clase, la maestra sentó a todos los niños y les dijo “Mañana llegará un nuevo alumno, del ejército del Sur del Líbano”. Les explicó qué era eso. Y me sorprendió enterarme de eso ya de grande. La verdad. Como dije antes, nunca me hicieron sentir extranjeros. Claro que sentía el corte de lo que había vivido antes, al principio no entendía el idioma y durante meses no me podía hacer entender. Pero siempre me sentí abrazado. Siempre me sentí parte. Que me querían hacer sentir parte. Pero creo que el punto central en el que me sentí israelí fue cuando hice el servicio nacional. O cuando recibí la orden de reclutamiento a Tzahal.
P: Pero tú no hiciste servicio militar. Optaste por el servicio nacional de aporte a la comunidad.
R: Así es. Pero la gente del ESL recibe orden de reclutamiento. Cuando ya nos presentamos y pasamos todo el proceso, tenemos la opción de elegir si queremos seguir adelante o no. Yo personalmente preferí ir a un camino en el que sentí que iba a aportar más a Israel. Y no tenia certeza que en el ejército llegaría a la unidad que quería. Por eso decidí al final ir al servicio nacional. Trabajé durante dos años en el hospital Rambam de Haifa, como director administrativo de una clínica ocupacional, clínica de los trabajadores. Éramos unos 75 sirviendo en ese marco del Servicio Nacional
P: ¿Nunca tuviste que lidiar con comentarios ofensivos?
R: Sí, claro. Hay también gente racista. Pero yo no me callo y sé contestar muy bien. Tuve algunos momentos desagradables, pero no pierdo las proporciones y distingo entre algún elemento suelto y la sociedad en general.
P: Y en medio de todo esto…¿cómo te defines Jonathan?
R: De todo. Libanés, israelí, del ejército sudlibanés. A veces agrego homosexual, depende de la situación.Si es relevante. Vengo de una familia cristiana con 14 generaciones de sacerdotes . Mi familia estaba al frente de la iglesia en Mardjayun.Mi tío era miembro de la iglesia greco-ortodoxa. Yo estaba en el coro de la iglesia. En cada lado tengo una identidad apropiada al lugar específico.
A veces pasa que gente me dice que tengo que elegir una de mis identidades. Pero yo no estoy de acuerdo. Y creo que esto es lo hermoso de la sociedad israelí. Hay una gran variedad .Tenemos identidades que no chocan una con otra sino que se complementan. Esa es una de las cosas por las que amo a Israel.